Debo admitir que tenía muchas ganas de que Planeta Cómic decidiera editar de manera integral Mage de Matt Wagner. Y es que es uno de esos tebeos de los que he escuchado hablar casi toda mi vida, pero que nunca me había detenido en él pese a que su autor me gusta mucho en general. He disfrutado mucho sus historias de Batman, su Trinidad y su Grendel, su otra gran serie que ha sido recopilada en los últimos años en seis tochales por parte también de Planeta.

De hecho, es curioso cómo la aventura editorial de Grendel se asemeja a la de Mage. Ambas series comenzaron a ser publicadas por Comico en los años 80. A partir de ahí fueron apareciendo de manera discontinúa. El caso de Grendel fue más sangrante, pues sus historias fueron publicadas de manera desperdigada en España hasta por cuatro editoriales distintas, mientras que Dolmen publicó entre finales de los 90 y principios de los 2000 todo el material que había en ese momento de Mage.

Para quién no lo sepa, Mage es una gran historia contada a lo largo de cuarenta y cinco números divididos en tres arcos de quince.El primer arco, El héroe descubierto, comenzó a publicarse en 1984 y terminó en 1986. El segundo, El héroe definido, no empezó hasta once años después al amparo de Image Comics en 1997. En España fue publicado por Dolmen como miniserie de ocho prestigios, a diferencia de su predecesora que lo hizo en tres tomos, siempre con encuadernación rústica.

Mage. La reinvención del mito artúrico

En esencia, Mage nos cuenta la historia de Kevin Matchstick, un tipo corriente que un buen día descubre que es el espíritu reencarnado del Rey Arturo y que puede canalizar el poder de la mítica Excalibur a través de su bate de baseball (no puedo dejar de pensar que fue una clara influencia para Robert Kirkman y su personaje Negan). Mientras que el primer arco fue un poco el proceso de aprendizaje, en El héroe definido nos encontramos a un héroe más maduro, plenamente consciente de sus capacidades.

Un aspecto curioso de Mage es que el protagonista es la viva imagen del propio Matt Wagner. En este segundo ciclo, nos encontramos un Kevin más viejo y gordo porque así es como se ve el autor a sí mismo. También es notable la evolución del protagonista y, hasta cierto punto, del tono de la historia cuando esta moderna versión de Arturo ha aceptado su destino.

El dibujo de Matt Wagner para la ocasión ha ganado muchos enteros. Es más espectacular, mucho más expresivo con ese trazo que tira de manera nada disimulada hacia la caricatura. También es notable la evolución en su narrativa y planificación de página.

La historia combina de manera muy bien medida el drama y el humor. Pero sobre todo lo que más me ha gustado es cómo Wagner ha ampliado el imaginario de Mage, cogiendo cosas de aquí y de allá que trascienden a las leyendas artúricas. De hecho, a lo largo de las cuatrocientas páginas de este segundo volumen se percibe una clara influencia de la Odisea de Úlises o de las doce pruebas de Heracles.

En definitiva, Mage es una obra que engancha. Un relato de aventuras y acción donde el punto fuerte son las relaciones entre los personajes. Un elenco de secundarios, partiendo del cabroncete Mirth, que saben tocar las teclas adecuadas para que no despegues la vista del volumen.

Deseando estoy de leer el tercer, y último volumen, de Mage. Bajo el título de El héroe desestimado llegará a las tiendas el próximo mes de abril.

Me sigue llamando la atención cómo el Ciclo Artúrico, al que se le puso nombre en el siglo XII, sigue siendo fuente de inspiración para obras de ficción cientos de años después. El noveno arte no ha sido ajeno a esta pasión por Arturo y sus caballeros de la mesa redonda. Desde la magnífica Camelot 3000, hemos visto muchas iteraciones distintas. De hecho, actualmente hay dos series muy interesantes: Once & Future de Kieron Guillen y Dan Mora y Starhenge con Liam Sharp como autor completo. A la primera solo le falta un tomo para completar su edición en castellano. La segunda sigue inédita por el momento.