Leyendo este segundo volumen de Maestro me ha sucedido algo muy curioso. No sé si sois aficionados a la música. Si lo sois, seguramente tendréis alguna banda que os encante, pero que llevan años sacando discos que os dejan totalmente indiferentes. Seguramente le dais una escucha por pura fidelidad, pero ya está. El caso es que la pasión por dicho grupo os hará revisitar sus grandes éxitos o incluso levantéis una ceja cuando dicha banda, en lugar de publicar material nuevo, proceda a remasterizar sus pelotazos del pasado.

Esta metáfora melómana viene a cuento porque eso es lo que me ocurre con Peter David. En los últimos años el genial guionista ha firmado algunos tebeos la mar de anodinos, como la serie regular más reciente de Spider-Man 2099 o el spin off secuela de la saga arácnida la Conspiración del Clon protagonizada por Ben Reilly. Sin embargo, David parece haber encontrado hace poco su parcela de tranquilidad y felicidad en la forma de revisitar los personajes que le dieron el nombre que hoy tiene.

En este nicho encontramos las distintas historias protagonizadas por Spider-Man cuando vestía su traje de simbionte, los dos números en los que volvía dar vida al nuevo y distinto Factor X o la primera miniserie de Maestro, de la que os hablamos hace unos meses. Ahora, este proyecto tiene continuidad en Guerra y Pax, la confirmación definitiva de que el Hulk Maestro presentado en 1992 en la miniserie Futuro Imperfecto (con gloriosos dibujos de George Pérez) tiene todavía mucho que ofrecer.

Maestro. Su palabra es incuestionable

El título de esta segunda segunda serie limitada de cinco números, Guerra y Pax, hace referencia a la evolución lógica llevada a cabo por el despótico nuevo alter ego de Bruce Banner. Peter David da un paso más al mostrar a un gobernante más desalmado que nunca, siendo la única ley que vale la suya. Una dictadura cuyo último fin es que los escasos supervivientes de este futuro imperfecto vivan felices a cambio de someterse por completo a su voluntad.

El Maestro que retrata Peter David en estas páginas es más hedonista y tirano que nunca, su humanidad es tan solo un recuerdo. El comienzo de la historia es sencillamente brutal, al mostrar a un gobernante que no duda en ser todo lo expeditivo que sea necesario para lograr su objetivo. De hecho, lo más interesante de Guerra y Pax es la caracterización del protagonista más allá de la premisa de la misma o del régimen de Post Apocalíptica Existencia (Pax) que quiere imponer.

Con respecto a la historia, ante un mundo que está totalmente devastado donde no quedan superhéroes, el escritor ha tenido que recurrir a sus propios personajes rescatando al Panteón que tan gratos recuerdos traerá a quien siguiera su etapa del Coloso Esmeralda en los años noventa. Pues bien, estos personajes mostrarán su preocupación ante el alarmante nivel de amenaza para el mundo, y para ello tendrán que aliarse con un conocido monarca que ha sobrevivido al holocausto nuclear.

La lectura de Maestro: Guerra y Pax es ágil. El tomo se lee en un suspiro pese a que la historia global es previsible a más no poder. Cada giro y contragiro ha sido prácticamente anunciado a gritos, por lo que es muy complicado llegar a sorprenderse. La primera miniserie narraba su ascenso al poder mientras que en esta asistimos a la consolidación del mismo, dejando al Maestro en una posición más cercana a la que pudimos ver en su historia fundacional.

Hay un detalle que me resulta muy curioso con respecto a Hulk. La mayoría de las veces que en Marvel abordan una serie ubicada en un futuro más o menos próximo, nuestra querida Masa es representada como un villano. Lo hemos visto aquí, en el Viejo Logan, y si Al Ewing algún día retoma al personaje, fijo que también acabaría mostrando al personaje como un maloso.

A nivel artístico el grueso de Maestro: Guerra y Pax es ilustrado por Javier Pina (Batman: Juegos de Guerra, Capitán América, Doctor Extraño) con un resultado sobrio que le da uniformidad a la obra. Puede que no sea tan explosivo como Germán Peralta, su predecesor, pero su eficaz narrativa y gran cantidad de registros a la hora de mostrar diversas expresiones faciales es un punto a su favor si tenemos en cuenta que Maestro casi siempre está enfadado, por lo que con un par de trazos logra transmitir muchos más matices de los que a priori pudiera parecer.

Este volumen también incluye un serial de complemento protagonizado por la Guadaña Negra y el Panteón. Es entretenido pese a carecer por completo de trascendencia. Más llamativo resulta el breve avance de lo que será la tercera, y previsiblemente, última miniserie de Maestro, cuya publicación es segura por parte de Panini dentro de unos meses. Estaremos atentos.