Hay dos tipos de lectores de cómic principalmente. Por un lado, estamos los que nos volvemos locos con cada nuevo lanzamiento de Mike Allred y damos gracias por la existencia de este artista. Y por el otro, están los que no me voy a parar a hablar con ellos porque ya sé de antemano que no vamos a coincidir. Los del segundo grupo ya pueden salir tranquilamente. Para los primeros, vamos a pasar un rato hablando del cuarto volumen de la Biblioteca Madmaniverso.
Mike Allred entra en el siglo XXI a lomos de su editorial AAA Pop (cero pruebas pero cero dudas de que la motivación de este nombre era aparecer la primera en el listado de editoriales del sector), donde se autoedita la serie The Atomics, que pudimos leer completa en el tercer volumen de la Biblioteca Madmaniverso. Terminada esta serie, abandona temporalmente las obras de creación propia y, tras un par de tebeos en DC, se embarca en 2001 el que sería su trabajo de franquicia más largo hasta el día de hoy: la memorable X-Force/X-Statix. Seis años estuvo alejado de Frank Einstein y compañía, la mayoría dedicados a uno de los mejores tebeos que han dado las series mutantes en toda su historia, pero también empleó año y pico en hacer The Golden Plates, un cómic inspirado por su fe mormona. Pero en 2007 el gusanillo de volver a su obra más personal le vuelve, y empieza Madman Atomic Comics, la que sería la segunda serie más longeva de sus personajes, llegando a los diecisiete números, solo superada por la original Madman Comics, de veinte. Eso sí, Madman Atomic Comics se publica en Image. Parece que lo de la última experiencia en autoedición no le terminó de dejar buen sabor de boca.
El material incluido en este cuarto Madman Integral está formado principalmente por la mencionada Madman Atomic Comics, pero también podremos leer tres especiales con artistas invitados de muy distinto tono y estilo al principio, los protagonizados por It Girl, dibujado por Chynna Clugston Flores, la autora de Blue Monday, Spaceman, el que Lawrence Marvit, diseñador en varias películas de Pixar, se encarga de los fondos, y Mister Chicle, dibujado por J. Bone, un viejo conocido de Allred, con el que también ha colaborado en series como X-Statix o iZombie.
Tras estos tres especiales, tenemos seguidos los diecisiete números de Madman Atomic Comics. Argumentalmente ya nos podemos hacer una idea de lo que nos vamos a encontrar: unos tebeos con un espíritu a lo Silver Age sección raruna, más cercanos a la Doom Patrol de Arnold Drake y Bruno Premiani que a los Cuatro Fantásticos de Jack Kirby, aunque el respeto de Allred por el Rey es reverencial también. Esta serie devuelve el protagonismo a Madman, pero los Atomics, la evolución superheroica de los antiguos antagonistas Beatniks Callejeros Mutantes, forman el grueso del elenco de personajes secundarios recurrentes.
Podemos decir que este tomo tiene un tono mucho más surrealista que volúmenes anteriores de la serie -que ya iban cargaditos de rarezas-, pero con un objetivo: Madman Atomic Comics es la serie en la que Mike Allred se dedica a a experimentar gráficamente, y para ello el argumento pasa a un segundo plano de importancia. Si te interesa más el Allred dibujante que el guionista, éste es posiblemente el punto álgido de su carrera.
Nos encontraremos aquí momentos en los que experimenta con composiciones de página inusuales, con trazos que se apartan de su habitual lápiz y tinta, con homenajes a otros artistas como Winsor McCay, E. C. Segar o Charles Schultz entre muchos otros, con un número mudo o con un número narrado en una única viñeta que se extiende a lo largo del tebeo entero (publicado en la web de AAA Pop como «la viñeta más larga del mundo») trece años antes de que Tom Taylor y Bruno Redondo lo hicieran en el legendario número 87 de Nightwing. Y también tenemos una historia corta dibujada por el siempre añorado Darwyn Cooke. Además, el final de la serie termina con un crossover entre los Atomics y Red Rocket 7, que justifica la extraña inclusión de la serie musical en el anterior tomo.
Sobre la edición, las habituales luces y sombras a las que nos tiene acostumbrados Planeta. Siempre es de agradecer que se edite una obra de culto como Madman, aunque el volumen que tenemos entre manos dista mucho de ser perfecto. Por un lado, la traducción, aunque ha mejorado respecto al primer volumen, sigue siendo francamente mejorable. Podemos hablar, por ejemplo, de que la música es muy importante en la obra de Allred, y hay historias cuyo título hace referencia a canciones, con el título tal cual (Running up That Hill de Kate Bush, Cool Cat de Queen) o referenciado (Baba O’Riley de The Who, Aladdin Sane de David Bowie, (Don’t Fear) The Reaper de Blue Oyster Cult, In the Court of the Crimson King de King Crimson), y se traducen totalmente sin ni siquiera una nota a pie de página. Por otro lado, apreciamos que las páginas de este tomo se transparentan en algunos momentos, cosa que no ocurría en el primer volumen. Comparando número de páginas y grosor de los tomos, se puede comprobar que el grosor del papel usado ha disminuido en torno a un 20%.
Aunque el número de páginas sea menor y el papel usado de peor calidad, el precio del tomo se mantiene en unos no precisamente económicos sesenta euros. Pese a todo, los fans de Mike Allred estamos de enhorabuena de que por fin se esté recuperando sus obras más personales, especialmente las más minoritarias. Tanto es así, que en el quinto volumen, que veremos este mismo 2025, se recuperará The Everyman, el prestigio del sello Epic de Marvel publicado en 1991 con el que conocí a este autor y por el que llevo siguiendo su carrera desde hace más de 30 años.