¿Qué es lo que más te cabrea cuando vas al supermercado? ¿Esos tipos chulescos que no pagan la cuenta hasta que han guardado todo en sus bolsas, haciendo que el resto de clientes y la cajera tengan que estar esperando al buen señor le apetezca sacar la cartera? ¿Los adolescentes que se paran en mitad de un pasillo para hablar como si estuvieran en la calle no dejando pasar a nadie? ¿O la adorable abuelita que, con toda la parsimonia del mundo, abre su monedero, saca cuatro kilos de monedas y le dice a la cajera “anda, coge tú, hija”?  Todos esos momentos y alguno más han inspirado Mad Market, un cómic de Marina Armengol Más y Román López-Cabrera que acaba de sacar Cósmica Editorial.

Mad Market nos lleva a un mundo distópico treinta años en el futuro. En una época pasada situada pocos años después de nuestro presente, los trabajadores de los supermercados decidieron que ya estaban hasta las narices de ser pisoteados por todas partes, por sus jefes y por los clientes, e iniciaron un alzamiento obrero, la Revolución de las cajeras. Desde entonces, se han hecho con los puntos de venta y los medios de distribución y gobiernan las tiendas con mano de hierro. Siguen siendo establecimientos de acceso público, pero los clientes que no cumplen con las normas de educación más básicas con trabajadores y otros clientes son duramente represaliados. Y en este entorno conocemos a Laura, una chica que está siendo entrenada por su abuela para poder ir a hacer la compra sin incidentes.

A priori, la sensación que da Mad Market es que estamos ante un cómic de humor. Y lo es, no nos engañemos, pero también tiene una buena cantidad de reflexiones ácidas sobre la sociedad en la que vivimos. La parte más obvia es lo relacionado con el mal trato que se da al personal de los supermercados, desde los mencionados clientes maleducados hasta el trato que recibieron durante la pandemia en 2020, que aparece aquí. Pero también sobre el sistema capitalista en el que vivimos, que tiene sus cosas buenas pero a algunos miembros de la sociedad los trata poco mejor que a esclavos. Y alguna mirada con mala leche se puede apreciar a esas veces en las que, tras un vuelco social, los oprimidos se convierten en opresores.

Román López-Cabrera y Marina Armengol Más son dos autores alicantinos que llevan tiempo trabajando juntos. Román lleva publicando cómics desde hace más de diez años, como autor completo (Miguel Hernández: Piedra viva, con Cascaborra Ediciones, o Memoria de una guitarra, con Panini Comics) o como dibujante para otros guionistas (1937: La toma de Málaga, junto a Roberto Corroto o La confesión, junto a Fernando Llor). En esta ocasión, se encarga de la ilustración, con un tono notablemente más cartoon de lo que le hemos visto en obras más serias pero notablemente eficaz, y comparte labores de guion. Marina ha trabajado con Román en ocho obras previas como asistente de color y flatter, y en Mad Market además coescribe la obra.

Cósmica es una joven editorial que inicia su andadura en el mercado español hace menos de dos años con los cómics del popular juego de rol Vampiro: La Mascarada. Con Mad Market se acercan a los veinte títulos publicados, y esta obra fue publicada con un sistema de preventa (no crowdfunding, la editorial aseguró que el lanzamiento no dependía de objetivos de venta), y ahora se puede encontrar ya en los puntos de venta habituales.

La idea de una distopía construida alrededor de los supermercados resultaba tremendamente marciana y por eso nos acercamos a leer este tebeo. Y sí, es una importante marcianada, pero también una mezcla de Mad Max con humor con crítica social y con una buena paletada de autocrítica, algo que nos vendría bien hacer más a menudo a todos. Mad Market parecía una curiosidad cuando pusimos las manos en él y ha terminado siendo uno de los tebeos más interesantes que hemos visto en los últimos meses.