Conocí a Liniers hará algo más de quince años. Me gusta mucho el formato de tiras de prensa humorísticas, pero la cantidad de títulos que han salido en los últimos ciento y pico años hace que mirar a ese sector dé auténtico vértigo, y mi colección se limita a un puñado de títulos. Calvin y Hobbes, por supuesto. Li’l Abner, por irnos a los clásicos. Algo de Garfield. Zits y Liberty Meadows, claro está. El caso es que, allá por 2006 o 2007, mi mujer me recomendó que le echara un vistazo a Macanudo, unas tiras de un tal Liniers, un autor argentino del que nunca antes había oído hablar.

Por supuesto, le hice caso inmediatamente. Nos conocemos suficientemente bien como para saber qué lecturas le pueden gustar al otro, y ella es de las escasísimas personas a cuyas recomendaciones hago caso con los ojos cerrados, aunque también es cierto que en este caso con un cierto recelo: sólo me venían a la cabeza dos autores argentinos de tiras de prensa, Maitena y Quino, y aún reconociendo tanto su valía como su trascendencia, siempre me ha costado mucho conectar con ellos. Pero fue abrir el primer libro de Macanudo y entrar en un mundo del que no quería salir.

A diferencia de los títulos que mencionaba al principio, en Macanudo no hay un protagonista ni un hilo conductor argumental a lo largo de la lectura. Ni siquiera temático. Lo único que tienen en común todas las tiras que nos encontramos en esta serie es que son una mirada al interior de la mente de su creador. Y así, nos encontraremos con momentos de humor absurdo, otros de slapstick, tiras profundamente emocionales, surrealismo desatado, reflexiones muy inteligentes sobre el mundo en el que vivimos, amor por la lectura, por la imaginación… y todas ellas nos dejan con una sonrisa que nos durará un rato en la cara y un muy agradable calorcito por dentro.

Los personajes que nos encontramos en Macanudo, recurrentes en su mayoría, son tan variados e impredecibles como sus temáticas. Así, nos encontraremos con El Misterioso Hombre de Negro, tan silencioso como misterioso (¡muy misterioso!), duendes con extrañísimos sombreros, pingüinos que se dedican a actividades que no te esperas en estas aves, como hacer surf o contemplar el cielo… y los niños. Por supuesto, los deliciosos y adorables niños. Por un lado, Martín con su amigo (o monstruo) imaginario, un bicho azul que sólo dice “Olga”. y Enriqueta, una niña que adora leer e imaginar, y que tiene un gato llamado Fellini y un oso de peluche llamado Madariaga. Enriqueta es una absoluta delicia, y gustará especialmente a los seguidores más acérrimos de Calvin y Hobbes.

Allá por 2018, Liniers llegó a un acuerdo con King Features, y sus tiras empezaron a aparecer en periódicos de Estados Unidos. Ese es el “otro lado” al que nos da la bienvenida el título: con este tomo se comienzan a recopilar las tiras que fueron pensadas originalmente para el mercado de ese país norteamericano. ¿Hay alguna diferencia entre lo que tenemos aquí y lo que pudimos ver en los volúmenes anteriores, que recogían las aparecidas en el periódico argentino La Nación? No y sí. El tono es idéntico a lo que ha hecho previamente, y la espectacular calidad del dibujo, también. Pero sí es cierto que ha habido un recorte de personajes y situaciones. Supongo que para no desbordar a los nuevos lectores, y que poco a poco los irá recuperando. Así, echamos de menos en este tomo a El traductor de nombres de películas, Las verdaderas aventuras de Liniers o las Cosas que a lo mejor le pasaron a Picasso.

Bienvenidos a otro lado es un tomo en cartoné, en formato apaisado, con dos tiras por página, a un precio de 23.90€. La única pega que le podemos poner es que colocado al lado de los doce tomos previos de Macanudo, el formato no es el mismo y a los lectores con un poquito de TOC (que no somos precisamente pocos, vamos) igual les pica un poco ese añadido extraño en la estantería.

Los lectores que ya sean veteranos del mundo de Liniers agradecerán este tomo, el primero en cinco años, después de haber estado acostumbrados a un tomo anual o cada dos años como mucho. Y los que no se hayan topado aún con la obra de este autor… me dan envidia. Cuando lean este tomo y se enganchen a su obra, tienen otros doce tomos previos de material suyo. Ya me gustaría a mí tener mil y pico páginas de Liniers sin leer. Suertudos.