Han pasado ya más de treinta años años del estreno de la cabecera X-Force. La serie que convirtió a Rob Liefeld en una superestrella encarnó en su día las mayores virtudes -alguna tenía- y los peores defectos del noventerismo más exagerado, pero con el tiempo los lectores se dieron cuenta de que el Emperador estaba desnudo y su popularidad acabó decayendo. Ni siquiera un intento de revitalización de la mano de Warren Ellis consiguió devolver el interés del fandom por un título que había pasado de ser uno de los cómics más vendidos de la historia a ser uno de los que menos vendían de la franquicia mutante. No es de sorprender que esta serie formara parte del radical lavado de cara por el que pasaron los títulos X a principios de este siglo: en el mes de mayo de 2001, junto al estreno de X-Treme X-Men de Chris Claremont y Salvador Larroca llegaron nuevos equipos creativos a X-Men (Grant Morrison y Frank Quitely), Uncanny X-Men (Joe Casey y Ian Churchill), y también a X-Force, donde desembarcaron Peter Milligan y Mike Allred. Empezó en el número 116 de la serie una personalísima etapa que, con un cambio de título a X-Statix por el camino, nos dio cuarenta de los números más memorables de la dilatada historia mutante. Las ventas pasaron de no ser especialmente memorables a ser directamente malas, pero el éxito entre la crítica fue unánime. Pero el prestigio y el estatus de serie de culto de este título han hecho que, en lugar de caer en el olvido, estos personajes vuelvan a dejarse ver periódicamente. Y por aquí los tenemos de nuevo en Los X-Celentes.
Uno podría pensar que la resurrección de un título cancelado hace casi veinte años no tiene mucho sentido, pero las ideas planteadas por Milligan y Allred siguen vigentes hoy en día, aunque necesiten una cierta actualización. Y eso es exactamente lo que nos encontramos en Los X-Celentes: una continuación de X-Statix que, a nivel creativo, podría parecer que ha aparecido un mes después del cierre de la serie original pero que trata temas que a princpios de siglo no estaban en la mente colectiva y actualiza otros que han quedado un tanto desfasados.
Uno de los temas sobre los que ironizaban Milligan y Allred en X-Force/X-Statix era las muertes de los superhéroes. Recordemos que la primera encarnación del grupo, la encabezada por Zeitgeist, moría casi íntegra en el número en el que era presentada. Sólo sobrevivían dos personajes, U-Go-Girl y El Anarquista, que servían de enlace con la segunda alineación, la que sería definitiva contando don las constantes muertes de personajes y sustituciones por fichajes nuevos. En esta misma línea, en Los X-Celentes, le toca el turno a las formas absurdas de traer personajes de vuelta. Resulta que ni Mister Sensitivo, ni Doop, ni Vivisector estaban muertos. Chica Muerta… bueno, eso es complicado, que ya estaba muerta antes. Digamos que sigue muerta de la misma manera. El resto de los personajes del equipo vuelven con otro de los trucos chungos del medio. No son ellos, son otros personajes indistinguibles pero no exactamente los mismos. Se suelen usar para este efecto clones, versiones de universos paralelos o la burda excusa de decir que el muerto era un doble de algún tipo (sí, Tía May, te miro a ti). Aquí rellenamos los huecos de U-Go-Girl y El Anarquista con sus respectivos hijos, vivos retratos de sus progenitores y con idénticos poderes y todo, y el del Grasas con su hija/experimento, surgida a partir de una muestra genética de su padre (y ahora te miro a ti también, Lobezna). Todos los recursos del género se usan aquí ridiculizados al extremo para señalar exitosamente los absurdos a los que estamos acostumbrados.
Pero no son sólo los mencionados personajes los que vuelven de la tumba. También Zeitgeist, que se monta un nuevo grupo llamado Los X-Celentes y que tiene exactamente los mismos objetivos que tenía X-Force: la búsqueda casi enfermiza de la popularidad y la adoración constante por parte de las masas a toda costa. Pero claro, no hay sitio en el mundo para dos equipos mutantes con ganas de estar bajo todos los focos, y el choque es inevitable. Eso sí, mientras que en la serie original los personajes eran estrellas televisivas y de realities, ahora lo son de redes sociales y streaming. ¿Forzado? Ni lo más mínimo. A día de hoy, prácticamente todo el mundo sabe quién es, por poner un ejemplo, Ibai Llanos. Y pocos sabrán quién es el ganador de la última edición de Gran Hermano. Más aún, ¿Gran Hermano sigue en antena?
Sorprende también el hecho de que Peter Milligan, un señor que pasa de los sesenta años ya, sea consciente y se maneje bien en temáticas que resultan totalmente ajenas a gente de su edad. Chica Joe es un personaje no binario, vlogger de profesión y punto de entrada para tratar el tema del lenguaje inclusivo en el ámbito LGBTQI+, y con quien se incide más aún en el tema del poder de las redes sociales sobre la población.
El arte de Mike Allred, complementado de forma impecable por los colores de su esposa Laura Allred, alcanza las mismas cotas de perfección a las que estamos acostumbrados en él. Sigue siendo tan vanguardista y a la vez tan retro y tan pop como siempre. Como es habitual, encantará a sus seguidores, que no entendemos cómo puede haber gente que no lo sea.
Hablemos claro: desde su primerísimo anuncio, sólo con la mención de que Milligan y Allred volvían a los personajes de X-Statix, los fans de la serie clásica (a algo de más de veinte años ya se le puede llamar «clásico», ¿no?) estábamos totalmente dentro. Pero es que esta serie limitada que termina con un continuará (tranquilos, ya hay fecha para la continuación, el 15 de marzo) está totalmente a la altura del material que nos enamoró. Los fans más veteranos del grupo estamos de enhorabuena. Y los que aún no se hayan encontrado con esta panda de attention whores, que se pasen por el primer Omnibus (de dos) que sacó Panini el mes pasado.