Otra de las entrevistas que tuvimos el placer de hacer en el pasado Salón del Cómic de Getxo fue una al artista gijonés David Lafuente. Con él tuvimos unos minutos para hablar sobre Quattrocento, Marvel, ese ente abstracto que es el mercado —grande y pequeño—… y todas esas estupendas «marcianadas» en las que se está embarcando últimamente.
Esperamos que disfrutéis de la entrevista. Saludos lectores.
ELHDLT – Sin prácticamente nada publicado, Dolmen arranca una revista llamada Quattrocento y te dedica a ti el primer número.
D. Lafuente – No, es que yo les presenté el proyecto. Quattrocento lo inventé yo y luego me dijeron: «¿Quieres hacer un segundo Quattrocento o quieres que lo hagan otros autores?». Lo que pasa es que no se publicitó diciendo «fue idea de David», pero fue cosa mía. De esto hace catorce años… qué viejo me siento. (Risas)
ELHDLT – Luego, de 2008 a 2011, estás en EEUU con una producción brutal, y luego parece que te mueves más de editorial, te lo tomas con más calma, empiezas a producir a un ritmo más lento. ¿Son secuelas del ritmo americano?
D. Lafuente – Son cosas que tienen que ver con movidas a nivel personal también. Era mi primera serie regular y yo era un profesional de hacer cómics, de dibujarlos, pero no necesariamente de forma regular. Hay una serie de cosas que tienes que aprender aparte del dibujo: administración del tiempo, darte días libres durante la semana, hacer un horario responsable, etc. En aquel momento yo tenía veintitrés o veinticuatro años y pensaba que trabajar todos los días de lunes a domingo durante todo el día era un ritmo que se podía mantener, y no, no se puede hacer. Entonces, hubo un momento en el que tuve que dar un paso atrás y decir: «Vale, vamos a tomárnoslo con un poco más de calma». Fue cuando salí de Spiderman, estuve dibujando a los mutantes una temporada, y después se terminó el contrato de exclusividad que tenía con Marvel y dije: «Vamos a ver qué más hay por ahí»; y empecé a conocer a otra gente. No he vuelto a lanzarme a una serie regular de una forma tan bestia como con Spiderman desde entonces, porque es un ritmo de trabajo muy esclavo. Pienso de esta forma: Cuando tú tienes en mente un acabado y un estilo definido que trasladar a la página, va a llevar más horas, más días; más rápido no puedes dibujar, sólo puedes invertir más horas y tienes que quitarlas de otras partes, y estas son siempre de tu vida personal. No se puede, al final es trabajo. Fascinante pues. (Risas)
ELHDLT – Luego picoteas en Marvel, en Valiant, pero no se te ve picotear en el mercado americano de creación propia. ¿Está vetado para los autores de fuera? (Risas)
D. Lafuente – ¿Sabes lo que pasa? He empezado un montón de proyectos y he tenido un montón de conversaciones sobre proyectos independientes en el mercado americano y en el mercado francés, pero… y sin apuntar con el dedo ni mencionar nombres, es un problema que el calendario encaje y, sobre todo, que los términos del contrato encajen. La parte legal y de negocio afectan a la parte creativa, entonces uno tiene que funcionar para que lo haga el otro. Puedo tener unas ideas a nivel creativo sobre algo que me gustaría hacer o unos personajes que me gustaría desarrollar o un guionista con el que me gustaría trabajar, y eso es muy interesante, pero luego tienes que hacerlo funcionar a un nivel de negocios, y si hay una relación interesante a nivel creativo pero no estás en la misma página a nivel contrato, eso no puede salir adelante. Es chungo hablar de esto, pero es que es un negocio. Yo no estoy para mejorar la carrera de guionistas americanos. No es por nombrar a nadie en concreto, pero ocurren este tipo de cosas. Los tebeos acaban no saliendo. He desarrollado tres proyectos para el mercado francés en los últimos tres años; de hecho, el último naufragó en diciembre del año pasado. No, de hecho cuatro. Diferentes guionistas, diferentes editoriales. «Vamos a hacer una trilogía, de este género, no sé qué…», hago unas páginas, llegamos a un acuerdo sobre presupuesto y calendario, pero luego hay problemas de comunicación con la editorial, que tiene unas ideas sobre a qué ritmo tienes que hacerlo, que no te han consultado, y ahí es donde choca la realidad laboral con la parte creativa. Un proyecto fantástico que habría sido maravilloso, pero… ¡por su culpa, que yo lo hago todo bien! (Risas) No sale adelante, y todo esto nadie lo ve porque es algo entre bambalinas, por así decirlo. Y al final del año te das cuenta de que has estado trabajando o desarrollando proyectos y no han salido adelante. Muy frustrante. Un poco. A veces salen las cosas y a veces no.
ELHDLT – Sí, pero bueno, luego vemos que salen cosas como muy raras para lo que se suele ver en los autores españoles, porque por ejemplo, siguiendo en el mercado americano, aunque sean cosas puntuales, pero eres uno de los pocos que se me ocurren que han trabajado para Image en el caso de Phonogram, del complemento aquel, o para Harper Collins con El libro del cementerio. Ese tipo de encargos que parecen muy marcianos para un autor español, ¿cómo salen?
D. Lafuente – He trabajado para un montón de editoriales. Normalmente suele ser que a un editor o autor le guste tu trabajo. Ni siquiera hay una relación personal porque tampoco voy demasiado a salones ni soy una persona… sociable. (Risas) Te llaman o te escriben y te dicen: «Oye, hay este proyecto». En el caso concreto de lo de Harper, fue todo Craig Russell; fue muy interesante porque es un autor al que admiro mucho, y que te escriba un día y te diga: «Queremos adaptar una novela de Gaiman y quiero que dibujes uno de los capítulos tú»; y empiezo a mantener una conversación del tipo: «Oye Craig, ¿quién crees que puede dibujar otros?», y Craig responda: «He preguntado a Mignola pero estaba ocupado». (Risas) Fue una colaboración muy interesante y extraña, porque no escribía un guion que me mandaba sino que me dijo que leyera la novela y decidiese qué capítulo me interesaba más a nivel creativo para adaptarlo. «De acuerdo, quiero el del instituto». Él lo que quería es que hubiese una unidad a nivel compositivo de página en toda la obra, entonces lo que nos dijo a los dibujantes —Tony Harris, Kevin Nowlan, etc— fue que nos iba a mandar el papel, las láminas con la rotulación y bordes de viñetas ya hechos. Dentro de la viñeta la composición la podíamos decidir, aunque había hecho ya una especie de monigote en algunas. El estilo iba a ser personal de cada uno pero la composición tenía un estilo más homogéneo para darle coherencia a la obra —aparte de tener el mismo colorista y el mismo rotulista. Me pareció super goloso a nivel creativo porque era espiar el proceso creativo de Craig Russell desde dentro. No lo haría todos los días —una serie regular o novela gráfica de doscientas páginas— pero, ¿durante cuarenta? Me encantó. Fue maravilloso y a la vez fue una experiencia extraña porque los lectores de esa obra en concreto son completamente diferentes a los lectores de mis otros tebeos. Entonces, voy a un salón o convención fuera, y viene muy poca gente a pedirme que les haga un dibujo de El libro del cementerio, de hecho ya es como una broma —he firmado cuatro desde que salió—; cada vez que viene uno le digo que es el quinto y hacemos el chiste y les hago un dibujo… y nos hacemos una foto con el libro. (Risas) Hay muchos tipos de lectores, pero los de Gaiman son lectores de Neil Gaiman y de sus adaptaciones. Es curioso.
ELHDLT – Pasando a tu faceta relativa a internet, empiezo a saber de ti en la época del «boom blog» y ahora, con el Streaming de dibujantes sigues muy apegado a las redes sociales, aunque antes no se denominasen así. ¿Cómo vives la relación entre el mundillo de internet y de los tebeos?
D. Lafuente – Empecé a hacer ilustraciones como profesional freelance en el año 2000, y luego hice movidas que no salieron fuera de Asturias como por ejemplo un chiste en un diario gijonés, luego hice algo para el mercado francés en el 2003… pero lo primero que puede haber visto alguien es el Quattrocento en el 2005. Recuerdo que antes de que saliera el Quattrocento alguien había intentado contactar conmigo para un cómic pero no había conseguido encontrar mi email y me dije: «Esto no puede ser». Entonces fue cuando decidí abrir el blog. La idea era: primero, que me pudieran encontrar de forma fácil con un email que encontraran a través de Google, y luego ya empecé a disfrutar del blog, a meterme en la plantilla a editarla para cambiar los colores y el diseño; probar diferentes cosas. Luego probé a hacer un cómic en 24 horas pero posteándolo en el blog según iba haciendo cada página. El año pasado —y hace dos años también—, en Twitter, empecé a postear el inktober —el año pasado fue cuando me decidí a dibujar en formato digital de principio a fin páginas de cómic o portadas—, que utilicé para aprender ClickStudio, herramienta para dibujar cómic. Y con el canal de YouTube pensé en hacer piña con otros dibujantes para contarnos trucos, es decir, lo que hacemos cuando venimos a un Salón así: «Oye Víctor (Santos), ¿tú cómo has resuelto este problema?». Al principio eran problemas técnicos, pero luego eran otras cuestiones que te suceden en la realización de cómics. Y una vez que pasas a postear un vídeo de cómo dibujas enseguida piensas en qué más puedes hacer a nivel creativo. Por ejemplo, montaje para que un dibujo tenga algo más de chispa, algo divertido, y empiezas a aprender programas de edición. Luego David López dijo: «Tenemos que grabarnos también»; pasar de la vergüenza a la cámara. Empiezas a hacer directos, se te va la pinza muchísimo hasta que no hay vergüenza ninguna y comienzas a interactuar con lectores. Hay gente que viene y te dice: «Te veo en el canal de Streaming de dibujantes…», y eso es curioso y divertido.
ELHDLT – Quería terminar con lo que estás haciendo ahora mismo. Normalmente estás picoteando en lugares muy raros para autores españoles. (Risas)
D. Lafuente – Sí, sí. Este año ha sido muy raro. El año pasado tenía dos proyectos, uno para Image y otro para una editorial francesa… y dejé los dos. No estaban funcionando, no estábamos en la misma página por decirlo de alguna manera. Esto fue en diciembre, y en enero decidí que me iba a tomar un tiempo sin hacer cómics. Entonces, acepté ilustrar un juego de mesa para niños, y mientras tanto empecé a escribir un par de guiones de historias cortas. Estaba haciendo un horario de oficina con estos trabajos y empecé a producir más al tener un horario regular. Además, al hacer menos horas en la mesa, empecé a sentirme mejor, tenía más tiempo libre… que podía usar para proyectos personales. Con lo que el proyecto del juego de mesa fue una experiencia totalmente dantesca; no salió nada bien y terminé dimitiendo. Pero justo en ese momento Jason Latour me dijo: «David, vamos a hacer Spider-Cerdo y nos lo vamos a pasar genial. Una cosa muy loca y de pocas páginas, pero lo que queramos». Maravilloso. Entonces volví a Marvel y en ese especial nos lo pasamos fantástico, y en ese momento me escribe Bendis y me dice: «David, vamos a hacer Superman y lo vamos a pasar genial. Es una historia corta y vamos a hacer lo que nos dé la gana». Y me fui a DC, y según estaba haciendo esto, una experiencia de las más relajantes y divertidas, gracias a Kenny Ruiz, me pusieron en contacto con una revista japonesa que está en colaboración con Makoto Tezuka, el hijo de Samu Tezuka. Hacen reboots de personajes de Samu Tezuka en una revista llamada TezuComi, una revista mensual en la que autores japoneses hacen series utilizando los personajes: Princesa Caballero, Fénix, Astroboy y demás. Luego, en cada número reservan alrededor de treinta páginas —un one-shot— para que un autor europeo haga lo que le dé la gana con uno de los personajes. Kenny Ruiz ha hecho un par, Víctor Santos ha hecho uno en colaboración con Belén Ortega y otro en solitario… y me dijeron: «David, ¿quieres hacer un proyecto de estos? Puedes hacer lo que te dé la gana». Adelante. (Risas) Me dieron una lista de personajes, de manera que ningún autor repitiese personaje. Ken Niimura había hecho Black Jack, otro había hecho Astro Boy… yo quería hacer la Princesa Caballero, pero estaba cogida también, pero seguí haciendo scroll hacia abajo en la lista de personajes y vi Big X y pensé: «Esto, ¿qué es?». No lo conocía. Al parecer no estaba editado ni en Francia ni en Alemania. Fue una serie que hizo, creo, en los 80, no recuerdo el año exactamente, y era un mezcla entre el Capitán América y Ultramán. Una fórmula de supersoldado desarrollada con los nazis y cuando se la toma Akira Shimada, se convierte en Big X y crece. Cuanto más suero se inyecta, más grande se hace. Hay piñas con kaijus y cosas de estas. Y además, había otro manga de Tezuka muy interesante que se llamaba el Mundo perdido, que lo editó aquí Glénat hace un montón de años, sobre un planeta errante lleno de dinosaurios que se dirigía a la Tierra, y unos científicos tenían que encontrar una forma de detenerlo y mandan una misión tripulada al planeta errante para ver qué pueden hacer, y se encuentran con los dinosaurios. Big X contra el Mundo perdido. ¡Big X va a ir al Mundo perdido y se va a dar de hostias con los dinosaurios y va a ser divertidísimo! ¡Pulp del bueno! (Risas) A los editores les gustó la idea. No obstante, había un editor francés, uno japonés, y luego estaba Tezuka Productions. Un montón de capas de aprobaciones, y no estaban demasiado seguros de mezclar dos de las propiedades intelectuales de Tezuka, así que me dijeron que escribiese un guion en el que no fuese el planeta errante del Mundo perdido sino un asteroide. Yo respondí que no había problema. Ese fue el que acabó aprobándose, empecé, y ahora estoy a mitad de dibujar las páginas. Está siendo una experiencia a nivel creativo súper excitante. Tenía muchas ganas de volver a escribir, desde Quattrocento prácticamente no había escrito nada, y me lo estoy pasando muy bien. No sé qué voy a hacer después, así que igual aparezco en otro sitio extraño.