Estamos de celebración. Exactamente hoy hacen cuarenta años de la publicación de la Marvel Graphic Novel nº4, en la que se presentaban en sociedad Los Nuevos Mutantes. La Tercera Génesis mutante, el tercer grupo que pasaba por la Escuela de Charles Xavier para Jóvenes Dotados, llega a las cuatro décadas, y para ello qué mejor que hablar del Omnigold en el que se recopilan sus primeros números, editado por Panini en 2018 y que acaba de ser reeditado.
A principios de los años 80 del siglo pasado, los X-Men habían pasado de ser una de las colecciones que menos vendían de la editorial, habiendo llegado incluso a ser cancelada durante una temporada, a ser una de las series más populares del género. Tanto fue así que entre Jim Shooter, Tom DeFalco y Mark Gruenwald llegaron a la conclusión de que había que lanzar una segunda serie, dando lugar al origen de la franquicia mutante. Esa serie acabaría siendo escrita también por Chris Claremont, como cuenta Raimon Fonseca en la extensa y detallada introducción del tomo.
La Tercera Génesis, título con el que se conoce popularmente a la llegada de nueva hornada de personajes que llegaron a la Mansión de Westchester, sigue paso a paso el exitoso relanzamiento vivido por la serie madre en 1975, escrito por Len Wein y dibujado por Dave Cockrum. En la novela gráfica que sirve de pistoletazo de salida a la colección se nos presenta a los integrantes del grupo, en su mayor parte personajes de nueva creación, en breves y eficaces escenas que nos presentan los superpoderes y contextualizan socialmente a cada uno de los adolescentes que protagonizarán la serie que arrancaría dos meses después. Como curiosidad, hay que señalar que en la primera edición en castellano de este material, que llegó de la mano de Fórum, la novela gráfica no se publicó hasta dos años después del inicio de la colección regular, cuando ésta iba ya por la etapa de Steve Leialoha.
Los personajes que integran el grupo tras su aventura fundacional mantienen el espíritu internacional y multirracial que se vio siete años antes en Segunda Génesis, pero equilibrando la proporción de sexos. Lidera el equipo en sus primeros momentos Karma, Xi’an Coy Manh, el único personaje que había aparecido anteriormente, una chica asiática.Procedente de Europa tenemos a Loba Venenosa, Rahne Sinclair, una chica escocesa. De Sudamérica viene Mancha Solar, Roberto DaCosta, un chico brasileño afrodescendiente por parte de padre. Y de Norteamérica tenemos a Psique -posteriormente, Espejismo, un alias mucho más afortunado-, Dani Moonstar, una nativa americana y Bola de Cañón, Sam Guthrie, un redneck sureño que acabaría siendo líder del grupo y uno de los personajes de la alineación más queridos por el fandom.
En este primer Omnigold de los Nuevos Mutantes, Chris Claremont hace un trabajo de contextualización del grupo impecable. Presentados ya los personajes de forma individual en la mencionada novela gráfica, en los primeros números va desarrollando poco a poco sus personalidades, así como planteando las relaciones interpersonales entre ellos. También hay un breve cruce con los X-Men a la altura del tercer número de la serie regular, para terminar de encajar a los recién llegados en el naciente ecosistema mutante, enfrentarles a uno de los enemigos más icónicos de sus mayores a principios de los 80 y desvelar el motivo oculto que hay tras la fundación del nuevo equipo.
Tras este pequeño crossover, la serie ya está establecida y Claremont se dedica a hacer lo que mejor se le da, tomando como referencia lo que tan buenos resultados había dado en la colección de los mayores: una sucesión de historias en las que el eje central de todo son los personajes. Y si con los mayores el drama casi culebronesco funcionaba a la perfección, entre personajes adolescentes es algo totalmente natural. Y así iremos recorriendo rincones dispares del Universo Marvel, como zonas del sur de EEUU que nos recuerdan a la colección setentera del Motorista Fantasma, una colonia del Imperio Romano en mitad de la selva amazónica, callejones siniestros de Nueva York o incluso el infierno. Y como es habitual en la franquicia, la rotación de personajes es prácticamente constante. Karma abandona el grupo en el sexto número, pero entran a lo largo del tomo Kitty Pryde -aunque de forma prácticamente testimonial-, Magma y Magik, cuya serie limitada está incluída justo después del número 13, en un lugar óptimo para contextualizar al personaje al principio del 14.
En el apartado gráfico, la serie cumple su objetivo, pero es claramente el patito feo al lado de su hermana mayor. Por aquí tenemos a Bob McLeod, un autor que aquí no pasa de correcto, y Sal Buscema con unos entintadores que no terminan de hacerle justicia, como el propio McLeod, Tom Mandrake o Kim DeMulder, pero resulta mucho más dinámico que el ilustrador que inaugura la serie. Aún estaría por llegar la auténtica revolución gráfica de la serie con Bill Sienkiewicz, que debutaría en el título con la portada del número 17, último incluído en este volumen, haciéndose cargo de lápiz y tinta a partir del 18, que veremos ya en el segundo Omnigold del grupo.
La edición de Panini es absolutamente impecable. Además de la inclusión del número en el que aparece por primera vez Karma, el Marvel Team-Up 100 de Chris Claremont y Frank Miller, están en este tomo también el sexto anual de esa misma serie, en una historia coprotagonizada por Capa y Puñal y Spiderman, el legendario Uncanny X-Men 167 en el que los Nuevos Mutantes se encuentran por primera vez con la Patrulla X, y la mencionada miniserie de Magik. Y, por supuesto, los muy completos e ilustrativos artículos de Raimon Fonseca. En este aspecto, la comparación con el primer Epic Collection del grupo, que abarca una cantidad de material similar, da la victoria a la edición española: la cantidad de extras del tomo americano es prácticamente inexistente.
La lectura de este tomo es muy agradable, pero hay que dejar claros un par de puntos. El primero, es que el ritmo narrativo es tremendamente diferente al que estamos acostumbrados desde hace un buen puñado de años. Los textos de Chris Claremont son sobreexplicativos y en algún momento llegan a hacerse pesados por muy interesantes que lleguen a ser la mayoría de las historias. Y por otro lado, por mucho que comparta guionista con Uncanny, el nivel de estos números, tanto gráfico como argumental, está a años luz del que tenía la serie central de la incipiente franquicia mutante, que estaba por aquellos entonces en las legendarias etapas de Paul Smith y John Romita Jr. Aún así, un tebeo muy entretenido, y que además marca un punto de inflexión en el entorno del Profesor Xavier. El resultado fue tan satisfactorio que cuatro años después llegó la serie regular de Factor X, y dos años más tarde, las de Lobezno y Excalibur. El resto es historia.