¡Serie limitada en un único tomo! ¡Descubre las mayores maravillas y los mayores misterios del universo! Bienvenidos a una nueva misión, con el legado de los Investigadores de lo Desconocido presente en cada página. La historia comienza con el regreso de los Investigadores de la Montaña, tras los sucesos de Noches oscuras: Metal. Después de años desaparecidos… ¡cinco inadaptados tienen ahora una segunda oportunidad!
Conocí a los Investigadores de lo Desconocido gracias a una obra semidesconocida de Jeph Loeb y Tim Sale llamada Investigadores de lo Desconocido ¡Deben Morir! Conocedor de las altas cotas de calidad que suelen alcanzar las obras firmadas por esta pareja de autores, me hice automáticamente con el tebeo, sin tener ni idea de quiénes eran los protagonistas. Tenía un vago concepto de su existencia, al haber visto una entrada que hacía referencia a ellos en un volumen de la Enciclopedia DC. Pero por aquel entonces me parecieron un simulacro deceíta de Los 4 Fantásticos, otro grupo que en mi biblioteca ni está ni se le espera, así que decidí voluntariamente ignorarles. Al leer el tomo de Loeb y Sale descubrí no solo que los Investigadores de lo Desconocido fueron también creados por Jack Kirby cuatro años antes que los 4F, sino que tenían un planteamiento bastante original: cuatro personas que comparten avión resultaron milagrosamente ilesas cuando éste se estrelló. Viendo que estaban viviendo un tiempo prestado, decidieron utilizarlo para vivir extraordinarias aventuras. Se hicieron llamar los Investigadores de lo Desconocido, montaron una base en la ladera hueca de una montaña y se dedicaron a investigar misterios por todo el planeta. Jack Kirby y Stan Lee admitieron haberse basado (por si el parecido no fuera lo bastante obvio) en estos personajes para crear Los Cuatro Fantásticos.
Con los Investigadores perdidos en el Multiverso Oscuro (leer Noches Oscuras: Metal para más información, si tenéis lo que hay que tener), cuatro nuevos Investigadores son traídos de las puertas de la muerte por un nuevo Profe, gracias a los poderes místicos de los huesos de un dios primigenio. Dichos huesos tienen la capacidad de traer a la gente de vuelta de la muerte, aunque con ciertos efectos secundarios: los resucitados no pueden abandonar el monte de los investigadores más que durante un número de horas, pues de lo contrario volverán a morir. Estos nuevos investigadores son la sanadora de barrio Trina Alvarez, el hacker agorafóbico Moses Barber, el matón de la barriada suicida de Metrópolis Krunch y la ex-militar de fuerzas especiales Bethany Hopkins. Los cuatro han muerto en circunstancias violentas, y en su regreso al mundo de los vivos ven la oportunidad de hacer más bien del que pudieron hacer en vida. Sus personalidades no pueden ser más opuestas, y si bien esto debería dar pie a interesantes elementos argumentales, los guionistas Scott Snyder (Batman, Liga de la Justicia) y Aaron Gillespie (Green Lanterns) prefieren poner el énfasis en explicar por qué están ahí y qué ha pasado con los Investigadores originales. Al final todo se descubre, sí, y está relacionado con los sucesos de la reciente saga Noches Oscuras: Metal, cuyas consecuencias aún colean, pero el viaje hasta allí está plagado de incongruencias, personajes fuera de su papel y apariciones deus ex-machina que no hacen sino sacarte de la historia y que preguntes si es realmente tan difícil hacer una historia que funcione.
Uno termina de entender por qué hay gente que le tiene tanta manía a Snyder. No sé qué parte de la historia de este tomo es responsabilidad suya, y cuánto es imputable a Gillespie, pero lo cierto es que la presencia de villanos misteriosos y grandilocuentes que no se desvelan hasta el final de la trama es sin duda marca Snyder. Reconozco que también me ha sacado de la historia todo el lío de Multiversos, versiones diferentes de varios personajes y lo de las dimensiones alternativas. Es una fobia personal, no lo puedo evitar. Pero sigo pensando que si el objetivo era crear un nuevo equipo de Investigadores que reemplazaran a los originales, el fracaso no podría haber sido más estrepitoso. Es imposible sentir ningún tipo de empatía con personajes tan desdibujados y arquetípicos como Krunch o Trina, puramente unidimensionales. El asunto de la agorafobia y escasez de habilidades sociales de Moses puede dar juego, así como la actitud de Bethany hacia una muerte que la esquiva constantemente. Pero esto no basta para crear una sinergia entre los personajes, quienes se supone que tienen determinadas habilidades especiales (al igual que los Investigadores originales), pero que no terminan por hacer uso de ellas, o lo hacen sólo cuando el guionista se acuerda de que las tienen.
Al dibujo tenemos algo de alivio, gracias al habitual buen hacer de Andy Kubert (Batman e hijo), quien sin embargo es incapaz de conseguir que distingamos a Trina de Bethany si aparecen las dos en la misma viñeta (no ayuda el hecho de que ambas tengan el pelo largo y negro y el mismo uniforme). Pero no os emocionéis, porque antes de acabar el tercer número a Kubert le sustituye V. Ken Marion (Silenciadora), un dibujante del montón, y sin mucha personalidad ni estilo propio.
En resumen, este equipo de Nuevos Investigadores no ha terminado por llamar la atención del que suscribe, tanto por una historia demasiado enrevesada y que avanza dando palos de ciego, como por un dibujo que inicialmente promete para acabar desinflándose en manos de un artista poco competente. La miniserie completa de seis episodios está publicada por ECC Ediciones en un solo tomo, y no hay constancia de que en EEUU la serie vaya a continuar. Si se deciden por tirarla adelante, esperemos que el equipo creativo adopte otro enfoque, porque de lo contrario el batacazo puede ser mayúsculo.