Según  la RAE, se define el término pastiche como Imitación o plagio que consiste en tomar determinados elementos característicos de la obra de un artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación independiente. Esta idea, que a priori está plagada de connotaciones negativas, es muy habitual con la obra de según qué autores. Incluso los hay que veían bien la creación de pastiches de su obra, como podría ser el caso de H. P. Lovecraft. El autor de Providence, que comienza su carrera siendo un claro continuador de la obra de Lord Dunsany o Ambrose Bierce, alenta la aparición de un círculo de autores alrededor suyo que exploraron su cosmología, su fatídica visión del universo. Entre ellos estuvieron Robert E. Howard, Frank Belknap Long Jr., Clark Ashton Smith o Robert Bloch. Más de ochenta años después de su muerte, se siguen haciendo pastiches de los mitos de Cthulhu.

Pero si hay un rey destacado en el mundo del pastiche, ese es Sherlock Holmes. La criatura de Arthur Conan Doyle protagoniza relatos no escritos por su propio creador estando éste aún vivo. La producción de pastiches literarios supera con creces (en volumen) a la del autor original del personaje, surgiendo los mismos a lo largo de todo el globo, y por autores de renombre, con lo que la sensación despectiva que da la definición de la RAE no existe con este personaje. Entre otros autores de pastiches holmesianos, tenemos a Neil Gaiman, a Stephen King o incluso a Stephen Hawking..

Y, por supuesto, también hay cómics de Sherlock Holmes. Europeo, americano, manga, con superhéroes,  fantástico, respetuoso con la obra original… Si en el mundo literario Sherlock Holmes se ha paseado por millones de páginas escritas a su antojo, en el cómic no se ha quedado atrás. No en vano, Sherlock Holmes ha trascendido el personaje literario. Hace tiempo que ya es un icono cultural.

De toda la biografía de Sherlock Holmes, uno de los puntos más interesantes para la creación de pastiches es el conocido como Gran Hiato. Este periodo de tres años en la vida del personaje, comprendido entre la aparente muerte de Holmes en las Cataratas de Reichenbach (El problema final, 1893) y su reaparición (La casa deshabitada, 1903), da una libertad a los nuevos autores no disponible en casi ningún otro punto de la vida en activo del detective, por el hecho de que Conan Doyle no escribió ninguna historia ambientada en esta época. Así, el creador de pastiches puede llevar al personaje a cualquier punto del planeta (sí, también a Barcelona) y vivir las aventuras que al autor le apetezca.

Este tomo de Yermo Ediciones toma como partida, precisamente, un pastiche. Un pastiche, además, ambientado en el Gran Hiato: el primero de los tres álbumes originales aquí incluidos es la adaptación de la novela Sherlock Holmes y el misterio de Haut-Koenigsbourg, del autor francés Jacques Fortier. En esta primera historia, Holmes visita uno de los más famosos castillos de Francia, el que da título al álbum, situado en la región de la Alsacia.

El autor hace un repaso a la historia del castillo, de la región, y monta un misterio/conspiración a nivel internacional que obliga a Holmes a salir de su retiro, aunque siga manteniendo un perfil bajo.

En los otros dos álbumes que completan el tomo, veremos una reinterpretación del encuentro en Reichenbach y un viaje a la India para ayudar a la Mujer, la mismísima Irene Adler, a intentar encontrar a su desaparecido marido.

Los tres álbumes aquí recopilados son razonablemente ágiles, la historia fluye de una forma correcta. El dibujo del italiano Giuseppe Manunta es más que correcto, teniendo páginas cuya contemplación es una auténtica delicia. Quizás, por ponerle alguna pega, podríamos decir que el mayor inconveniente que tiene este álbum es la imagen de Holmes. Nada que ver con la imagen clásica que tenemos todos del personaje en mente, pero desde que Robert Downey Jr. y Benedict Cumberbatch han encarnado al personajes en sus recientes adaptaciones cinematográficas y televisivas, el Holmes que está en el imaginario colectivo empieza a distanciarse de Jeremy Brett.

En resumen, estamos ante una historia que disfrutarán sin complejos los fans del personaje en su vertiente más aventurera y quizás menos cerebral. Los fans que no estén abiertos a los pastiches, esto es, los que sólo aceptan como válido el Canon de Conan Doyle, mejor que no pasen por aquí.