Un cómic como Los Gemelos Maravilla no deja de ser hasta cierto punto una contradicción. Estamos ante un tebeo de instituto protagonizado por dos personajes que para poder identificarlos hay que peinar canas (quien aún pueda). Los gemelos Zan y Jayna fueron creados para la segunda encarnación de aquella particular versión de la Liga de la Justicia que nos trajo Hanna-Barbera bajo el nombre de Super Friends y que muchos disfrutaríamos a través de las autonómicas durante los años 80.
Tras el éxito de Mark Russell con otras creaciones de la factoría Hanna-Barbera como Los Picapiedra o Huyamos por la izquierda: Las crónicas del león Melquíades, DC vuelve a confiar en él con el que hasta el momento, es el mayor acercamiento de Mark Russell al género superheroico (si bien se acaba de anunciar para abril Captain America: Marvels Snapshot donde colabora con Kurt Busiek y Ramón K. Pérez). Los Gemelos Maravilla nos trae los devenires diarios de este par de hermanos adolescentes procedentes del planeta Exxor y adoptados por la Liga de la Justicia para una nueva vida en la tierra. La nueva vida de esta especie de Bart y Lisa superheroicos y adolescentes orbitará en torno a dos ejes principalmente: sus desventuras en el instituto y su trabajo como becarios en el salón de la justicia.
Ya conocemos el humor y la mirada ácida de Mark Russell si bien es cierto que queda un tanto dulcificada en Los Gemelos Maravilla. Algo de su habitual mordacidad tendremos, pero parece querer tomárselo sin presión ni grandes aspiraciones y más enfocado al puro divertimento. Y la verdad es que estamos ante un tebeo muy divertido, donde la sonrisa sólo nos abandona para alguna que otra carcajada. Tal vez por el homenaje a los Super Friends, el referente más cercano que podría venirnos a la cabeza es el de la JLI de Giffen, DeMatteis y Maguire, pero no puedo evitar ver algo del Garth Ennis superheroico, pero dejando de lado el odio y llenando el hueco del modo más juguetón que se le ocurre.
Tal vez cuando poco a poco se va volviendo menos juguetón y más crítico, cuando pierde el centro de gravedad en el gag y se vuelca más en una historia sostenida y un subtexto incisivo, la cosa pierde algo de frescura, pero habrá que ver cómo respira en siguientes entregas.
Para la ocasión tenemos al lápiz, tinta y color al irlandés Stephen Byrne, un dibujante con experiencia en videojuegos y animación a quien hemos podido ver en algunos números de Green Arrow o en el crossover entre La Liga de la Justicia y los Power Rangers. A Byrne se le nota la experiencia en animación y eso nos brinda un acabado sólido, sintético y con acierto en el acting, lo que sin duda es fundamental en una comedia como Los Gemelos Maravilla. Son quizá esas cosas que son sólo propias del cómic las que quizá vemos un tanto más verdes, como las transiciones entre viñetas o el modo en que la puesta en escena dentro de una viñeta se desenvuelve en el total de la página. Tal vez sean cosas que tampoco se advierten en un vistazo somero, pero sí se percibe algo que hace que sus personajes no se muevan del todo bien en la lectura y resulte todo un tanto rígido, pese a que sus dibujos en sí no tengan ningún problema de dinamismo.
Tal vez Los Gemelos Maravilla no sea una historia imperturbable en la memoria colectiva dentro de 10 o 20 años, pero seguro que será una de esas que cuando vengan a la cabeza lo hará acompañada de una sonrisa. Un homenaje a los viejos Superamigos, una comedia realmente divertida y la mejor forma de descubrir cómo el guionista de moda se porta con los superhéroes.