Tal como se nos cuenta en este cómic, cada año en Japón son más de 80.000 las personas que, de un día para otro, desaparecen dejando atrás familia, amigos, trabajo y posesiones. Bien sea por deudas, problemas con la yakuza o maridos violentos, sin previo aviso, dejan atrás sus vidas e identidades para siempre, como si se esfumaran de la faz de la tierra. Se trata de una práctica tan habitual que hasta han dado lugar a toda una industria de mudanzas nocturnas para este propósito. Son los llamados johatsu o evaporados y sobre ello nos habla Isao Moutte.
Este autor franco-japonés comenzó su carrera en la BD hace ya quince años con Armany Jeans, pero hasta hace un par de años que Ponent Mon editó su thriller Clapas, no habíamos podido ver su trabajo en castellano. Es Astiberri ahora quien recoge el testigo para ofrecernos Los evaporados, donde Moutte adapta la novela homónima de Thomas B. Reverdy, inédita en España.
De este modo, podríamos decir que Los evaporados nos ofrece de nuevo un thriller, una historia de intriga y vidas cruzadas en torno a este fenómeno, que tiene como marco las consecuencias del desastre de Fukushima de 2011. Un oficinista entregado de 60 años que ha sido despedido, un niño huérfano por el tsunami y la hija del primero, que vuelve de Francia para buscar a su padre, serán los protagonistas principales de este relato, que se adentra en algunos de los rincones más sombríos de la sociedad japonesa.
Cada uno trae consigo su propia historia, aunque todo comienza en el momento en que Hirokaze Watanabe, esposo, padre y trabajador devoto, deja su casa en plena noche. Sin embargo, la trama de Los evaporados tiene una estructura expansiva, que va creciendo en varias direcciones. Así, a medida que entramos en su nueva vida, iremos descubriendo cómo vio algo que no debía en sucesivos flashbacks. A la vez se ramifica añadiendo los hilos del resto de personajes y desentrañando un enmadejado de mafias urbanísticas en torno a la reconstrucción de Fukushima y alrededores afectados, que envuelve a la yakuza y al tejido empresarial japonés. Es entonces cuando nos encontramos que Los evaporados es y ha sido siempre un noir que nos ofrece la otra cara de esa sociedad japonesa basada en el honor y la vergüenza, un vistazo al lado más turbio del Japón contemporáneo.
Pero más allá de lo absorbente de la trama y el drama de los protagonistas, otro de los aspectos a destacar de Los evaporados es que constituye otra de la pruebas patentes de que las fronteras entre las escuelas tradicionales, y tal vez encajonadas un tanto forzosamente, del cómic europeo, americano y el manga son cada vez más difusas y cada día hay más obras donde los límites entre ellas se diluyen.
No hay más que abrir por cualquier página Los evaporados, este tomo de tamaño álbum europeo, para toparnos con un blanco y negro de formas y acabados que tan printo pueden recordar a un Katsuhiro Otomo o como a un Joann Sfar. Moutte trabaja con una novela francesa como punto de partida, pero no duda en prolongar silencios y descomprimir acciones tal como tradicionalmente es costumbre en el manga, emparentando en cierto modo Los evaporados con esa escuela de mangakas afrancesados, que ponen los modos narrativos japoneses al servicio de ese drama sereno que podemos ver en Jiro Taniguchi y el resto de los autores asociados a aquel movimiento de la nouvelle manga de principios de este siglo o otros más contemporáneos como Taiyō Matsumoto.
Y es que en los tiempos de cultura y Arte globalizados que vivimos, Isao Moutte parece tener bien claro que no tiene demasiado sentido adscribirse a una escuela concreta habiendo tantos y tan variados estilos y recursos que poner al servicio de su historia. Y así nos deja Los evaporados, un cómic donde lo que se nos relata es el protagonista por encima de manierismos estéticos y literarios para llegar sin fricción en una historia que, más allá de lo llamativo de la premisa, nos da una lectura tremendamente absorbente y cautivadora.