Los Cuatro Fantásticos: Círculo Cerrado es una curiosidad realmente especial. Para empezar es un cómic Marvel que ni siquiera edita Marvel, sino que arranca toda una futura línea de novelas gráficas con los personajes de la Casa de las Ideas publicadas por Abrams Comicarts, el sello de Abrams, dedicado a los cómics, que en los últimos años nos ha dado títulos como la ganadora del Eisner Run, la nominada Save it for later o curiosidades como lo último de Brian Bendis con André Lima Araujo, Phenomena, o The Night Eaters, la nueva obra del equipo de Monstress.
Con todo esto, no sabemos siquiera si la historia de Los Cuatro Fantásticos: Círculo Cerrado está en continuidad, pero visto que estamos ante un sentidísimo homenaje por parte de Alex Ross por la continuidad de los 4 Fantásticos, más concretamente de la inmortal etapa de Stan Lee y Jack Kirby, y que se llega a algunas conclusiones y creaciones de lo más interesante, me gustaría pensar que en el futuro podrán ser retomadas estas ideas.
Todo empieza cuando un personaje salido directamente del histórico Fantastic Four #51 (This man… this monster!) nos es traído de vuelta. A partir de aquí comenzará un salto al vacío a la Zona Negativa como nunca antes han dado los 4 Fantásticos, pero con todos los ingredientes que amamos en este tipo de viajes.
Los Cuatro Fantásticos: Círculo Cerrado es un canto de amor de Alex Ross al sentido de la maravilla de aquellos momentos cumbre de la etapa de Lee y Kirby, que probablemente no han sido superados más de medio siglo después.. Para eso, Ross adopta una cierta variante en su estilo habitual, prescindiendo casi por completo de sus características acuarelas hacia un estilo con mucha más línea negra y color digital de paleta mucho más extrema. El realismo puro no tiene cabida en este tebeo que se pone varios peldaños por encima de la realidad, cosa de la que es muy consciente Ross a la hora de desarrollar un registro, que sin perder sus señas de identidad, realiza una labor de abstracción bastante mayor de lo que nos tiene acostumbrados.
Alex Ross nos da su versión de Kirby, con todos los excesos que esto conlleva en cuanto a composición y narrativa y el resultado es un espectáculo visual como no habíamos visto desplegar a Ross en toda sus carrera, pero no solo hay homenaje al Rey. Por ejemplo, tendremos referencias directas al primer viaje al subespacio de la Zona Negativa en el Fantastic Four #37, pero también referencias a Fantastic Four #107 — donde no estaba Kirby— o incluso a las negabandas del Capitán Marvel. Además no faltará la constante verborrea de Reed Richards explicándonos la pseudociencia tras lo que estamos experimentando. En la vorágine de excesos que es este viaje a veces viene hasta bien y tal vez no sea la manera más elegante de resolverlo, pero esto se trata de flipar con lo que tenemos delante de nuestros ojos y no tanto de las explicaciones.
Que Los Cuatro Fantásticos: Círculo Cerrado es un deleite sensorial seguro que ya lo sabíais antes de leer esta reseña, pero es además una historia que deja patente el conocimiento y el cariño que Ross le tiene a la etapa original de Lee y Kirby y que nos recuerda por qué este sentido de la maravilla no tiene fecha de caducidad.