Qué puñeteros son conceptos como la herencia y el destino. Hay quien nace con habilidades para ser futbolista o músico, otros nacen con el San Benito de tener que estudiar algo que no les gusta para seguir con el negocio familiar y luego está Howard, nuestro protagonista, que ni quiere ni sabe ser lo que se supone que debe ser. No se me ocurre mejor manera de definir al héroe de “Los Cazadores Solitarios».
La serie que hoy nos ocupa supone el debut como autor completo del artista Tyler Crook, conocido por ser el compinche de Cullen Bunn en series como Manor Black o Harrow County o ilustrar esa maravilla de spin-off de Black Hammer llamada Coronel Weird. El dibujante estadounidense da un paso adelante para ofrecernos su obra más personal sin abandonar el género de terror, donde se mueve como pez en el agua, pero añadiendo más ingredientes a la receta
Los Cazadores Solitarios presenta una efectiva mezcla de géneros
Imaginad que cogemos algunos elementos de las fábulas modernas de Neil Gaiman, algunos detalles del folk horror primigenio de los cuentos de los Hermanos Grimm o un poquito de terror made in Lovecraft. Los juntamos y mezclamos (nunca agitamos) para que el resultado sea una de las series más curiosas de los últimos meses.
La premisa de Los Cazadores Solitarios es brillante por su sencillez y ejecución. Abre con una escena en la que Howard no es más que un niño, pero su orden religiosa (más bien secta) le ha hecho portador de la responsabilidad de cargar con la espada negra, el arma definitiva para acabar con los demonios que visitan nuestro plano. El asunto es que, como decíamos más arriba, Howard no quiere ser el “elegido”. De hecho, el protagonista de la función se muestra torpe y miedoso en más de una ocasión.
Tras esta primera escena, saltamos muchos años al futuro para ver a Howard ya en edad de jubilarse. Por una serie de coincidencias, su pasado volverá para darle un bofetón y no le quedará otra que volver a ser lo que se supone que estaba destinado a ser por culpa de una solicitud de ayuda, en apariencia casual, de una niña llamada Lupe.
Este volumen de Norma recopila los cuatro números de la primera miniserie de Dark Horse dedicada a “Los Cazadores Solitarios”. Actualmente se está publicando la segunda serie, que espero no tarde demasiado en llegar a nuestro país. Más que nada porque estamos ante una historia que engancha desde el primer momento gracias al brutal manejo del tempo narrativo del que hace gala Tyler Crook.
La información es diseminada de manera pausada y con cuentagotas. En esencia, tan solo conoceremos a tres personajes en estos cuatro números, siendo uno de ellos un completo misterio. Lo bueno que ofrece Crook es que dentro de este universo de oscura fantasía sabe colarnos una historia humana verdaderamente enternecedora.
“Los Cazadores Solitarios” es una historia sobre el destino, pero también analiza el dolor provocado por la desdicha o la pérdida de los seres humanos. Dentro de este tono trágico también ofrece una mirada optimista de la vida, no exenta de cierta moralina, gracias a las segundas oportunidades que se nos pueden presentar cuando menos lo esperamos. Se nota que Crook es un autor habituado al cómic de terror. Prueba de ello es la manera en la que va presentando a los “malos” de la historia o el uso de un mcguffin para llevar la acción por el camino que quiere. Personalmente me ha gustado mucho el uso y presencia de los cuervos. Animales que desde la época de Edgar Allan Poe simbolizan el misterio, el miedo o la existencia de seres sobrenaturales. El peso de estos oscuros pájaros es tal que casi habría que considerarlos un elemento más.
Para el final dejo mis palabras de alabanzas a todo el apartado artístico de “Los Cazadores Solitarios”. El trazo amable y redondeado de Tyler Crook, que siempre me ha parecido una evolución estilística del de Raymond Briggs de “Cuando el viento sopla”, le sienta de maravilla a este cuento moderno. Su personal trazo rematado en acuarelas de colores hace que cada página sea una bella estampa. A destacar especialmente las escenas que suceden en el campo, donde las tonalidades otoñales ganan protagonismo otorgando al conjunto un halo de tristeza contenida y melancolía. La edición de Norma incluye varias páginas con diseños de personajes. Una pena que el autor no haya incluído más material extra porque estoy seguro de que merecería mucho la pena.
Había muchas ganas de leer “Los Cazadores Solitarios”. De hecho, estaba en nuestra lista de deseos. Una vez devorado el primer tomo, debo decir que la espera ha merecido mucho la pena.