Se diría que resulta difícil de imaginar algo más grande que la Guerra de Cuentas, la saga que se desarrolla en Los 4 Fantásticos 42-48, que envuelve a todo el universo Marvel al completo y que ata cabos sueltos desde la era de Stan Lee y Jack Kirby, pero sí, esto es algo más, ya que con esta Guerra de cuentas, finaliza la etapa de Dan Slott en Los 4 Fantásticos.
Recordemos que tras Secret Wars, estuvimos más de dos años sin una cabecera de la primera familia y la expectación cuando salió aquel número uno a cargo de Dan Slott y Sara Pichelli era enorme. Tras un arranque con ímpetu, el ritmo de la serie tal vez no supo responder a la expectativas y hasta la llegada de R.B Silva al los dibujos en el número 25, se echaba en falta el sentido de la maravilla de la ciencia ficción loca y desmesurada que en su día plantó Kirby en su concepción. En su lugar y a favor de Slott, los personajes principales y sus relaciones familiares se sentían más fieles a sí mismos de lo que habíamos visto en mucho tiempo y casualmente su desarrollo personal y las relaciones entre ellos resultarán ser cruciales en un evento a escala tan cósmica como la Guerra de Cuentas.
La Guerra de cuentas es un evento que Dan Slott ha ido cociendo a fuego muy lento y es la razón de ser de lo que sucede en la mayor parte de toda su etapa en los 4 Fantásticos, pero es que vamos mucho más allá, porque su concepción data de 15 años atrás y hemos ido viendo un rastro de migas de pan que conduce aquí en sus etapas de Hulka, Silver Surfer y hasta Vengadores de los Grandes Lagos. La Guerra de cuentas es algo que retoma cabos desde los albores del universo Marvel, que nos plantea una gran guerra a escala global con absolutamente todo el mundo implicado y el destino del multiverso en juego y, sin embargo, la sensación de escala nunca nos termina de llegar a esos extremos.
La Guerra de cuentas nos trae de vuelta al Vigilante y Nick Furia Sr. de donde quedaron (vivos o muertos) en Pecado original y con ellos volverá un secreto enterrado de los Vigilantes: La especie de los prosilicanos, que en su día fue armada con tecnología Vigilante, ahora han vuelto más imparables y beligerantes que nunca a la conquista del universo y además acompañados de otras especies belicistas como los Badoon o las hordas de Annihilus. Parece una amenaza a la altura de los 4 Fantásticos, pero lo que en su día fue una familia ahora no atraviesa su mejor momento. Ben tiene su propia familia, Johnny es un sol ambulante que no puede tener contacto con nadie y la relaciones de Reed y Sue con Franklin no atraviesan su mejor momento.
Soprende que Marvel no decidiera tomar esta gran batalla universal y sacarla en un evento aparte como sí hicieron, por ejemplo, con La Guerra de los reinos o El Rey de negro, porque lo cierto es que todo el universo Marvel se verá envuelto en esta guerra y, sin embargo, como decíamos, no llegamos a sentir esa sensación de escala. Esto se debe en parte a que Slott ha concebido algo bastante extraño: una gran saga épica cósmica que se decide en términos de valores y vínculos familiares, pero no es solo eso.
La otra pata que le falta para tener la idea de la dimensión que alcanza la Guerra de cuentas es el dibujo. Guerra de cuentas es una saga concebida para ser dibujada por Carlos Pacheco y es en las páginas del especial de inicio que dibuja el gaditano donde percibimos toda la grandeza de la saga. Por desgracia, la enfermedad impidió que se pudiera hacer cargo del resto y, pese a que tenemos otro buen puñado de dibujantes, algunos de ellos muy competentes, nada que llegue a lo que podría haber sido esta historia dibujada por Pacheco. Guerra de cuentas queda como un final digno, pero con un solo dibujante y de la talla del de San Roque, la Guerra de cuentas podría haber sido un evento histórico.
Y es que cuando un gran dibujante apoya las ideas de Slott, surgen grandes cómics que dan que hablar durante años. Por eso un ejemplo como el pequeño interludio titulado El juicio del Vigilante se sitúa al final de esta guerra de cuentas como su punto más alto. Se trata de un especial a cargo del también genial Javier Rodriguez donde asistimos a un What if en toda regla: ¿Y si el Vigilante nunca hubiera intervenido el día que Galactus llegó a la tierra?
No queda esta grapa como testimonio de las cotas de grandeza que podría haber alcanzado la Guerra de cuentas con un dibujante a la altura de la propuesta. Con Dan Slott dando todo lo que tiene, haciendo confluir planes sembrados durante años y un Carlos Pacheco para cubrir sus apuestas, el final de la etapa de Slott sin duda habría tenido una épica que nos hiciera olvidar los momentos más bajos de estos cuatro años.
El resultado final de la Guerra de cuentas resulta ser irregular… y la sensación que deja es de que toda la etapa de Dan Slott al frente de la primera familia ha sido igualmente irregular. Grandes luces y grandes sombras en una etapa con mimbres para haber sido mucho más redonda.
