Es curioso cómo Etienne Davodeau se ha forjado una carrera en torno a temas, a priori, tan poco comerciales como el mundo de los trabajadores rurales (Rural), los movimientos sindicales (La mala gente) o el sector vinícola (Los ignorantes). La Cúpula nos trae ahora su última obra, algo diferente al no tener un tema tan concreto como en obras anteriores y tocar temáticas más generales como las relaciones humanas, el envejecimiento y la naturaleza. Todo alrededor de una población rural por la que pasa el Loira, un río que marca la vida de algunos de nuestros protagonistas.
Tras muchos años después de que le dejara por otro, Louis recibe una invitación de Agathe para volver a la casa donde pasaron años juntos. Aún dolido, pero con sus heridas ya cicatrizadas por el tiempo, decide volver a una casa que despierta muchos recuerdos. Paisajes, tranquilidad y un río que lo recibió numerosas veces en unos baños que, décadas después, sigue echando de menos. Lo que espera a Louis no es precisamente lo que tenía en mente, pero a pesar de todo, decide quedarse unos días en esa casa, volver a disfrutar de la naturaleza que le rodea y conocer a otras personas
La primera referencia que me ha venido a la mente con la lectura de Loira ha sido Jiro Taniguchi y, concretamente, su El caminante. Davodeau nos tiene acostumbrados a obras muy pausadas, que dan lugar a conocer los temas sobre los que escribe. El hecho de que en esta la naturaleza, y el cómo influye en los ritmos de las personas que viven más cercanas a ella, tengan tanto peso da pie a que, por momentos, recordemos esa obra en la que un tipo da paseos por su barrio y contempla el paisaje que le rodea… deteniéndose a observarlo, a mirar de verdad, reparando en cada detalle. Louis ya ha superado los 60, y se encuentra en un momento en el que puede permitirse dedicar tiempo a la contemplación y a observar paisajes que ha visto mil veces, sin prestar atención a ellos.
Pero también se me han venido otras referencias a la cabeza: Lawrence Kasdan con obras como Reencuentro o Éric Rohmer y la «nouvelle vague». Y es que Loira transmite esa reflexión sobre las relaciones personales en un punto de madurez alejado de la impulsividad y el orgullo. Incluso algunos personajes más jóvenes como la hija de Agathe se embeben de esa cultura abierta y naturista, por no decir directamente hippy, en la que huyen de convenciones sociales más comúnmente aceptadas por la mayoría. Porque he hablado varias veces del canto de amor a la naturaleza, pero es parte de esa filosofía hippy de promoción del amor y respeto, a personas o a la naturaleza: paz, amor y libertad.
El dibujo sigue teniendo esa narrativa tan característica de su autor, con una predominancia de una rejilla de 4×3 viñetas pequeñas centradas en las escenas de diálogos, pero con algunas diferencias con respecto a otras de sus obras, a excepción de la anterior, Lulú, mujer desnuda: la fusión de viñetas para convertir algunas filas en viñetas apaisadas que permitan mostrar esa naturaleza con tanto protagonismo; el uso del color, poco prodigado hasta ahora por Davodeau, con unas acuarelas de tonos ocres propios del verano en la campiña; y por último un tamaño algo superior al 17×24 habitual, que le permite utilizar viñetas más de ambiente, atmosféricas y que muestran la naturaleza en todo su esplendor, sin reparar en detalles.
En definitiva, con Loira, Étienne Davodeau da un nuevo giro a su obra, y se detiene a reflexionar sobre el paso del tiempo, el perdón, la soledad y el envejecimiento. El avance hacia los últimos años de vida invita a mirar lo que nos rodea con otros ojos, reparando en detalles antes omitidos, y a valorar la verdadera importancia de algunas cosas, de si merece la pena guardar rencor a otros por haber hecho lo mismo que habríamos hecho nosotros en su lugar. Una obra de esas que parece no estar contando nada pero que, una vez finalizada, deja un poso de reflexión y, si ya has cruzado ese límite de edad en el que entiendes el verdadero significado de «madurar», a reafirmar que es algo natural por lo que todos vamos a acabar pasando… o no.
Lo mejor: El autor sigue tratando temas minoritarios y demostrando que todo puede ser interesante si está bien narrado.
Lo peor: Si vas buscando una obra más documentada sobre un tema, como las anteriormente referidas.