En 1937 Margaret Mitchell publicó la novela “Lo que el viento se llevó”. El libro fue un éxito desde el momento de su lanzamiento y actualmente se estima que ha vendido más de cincuenta millones de copias, habiendo sido traducido a treinta idiomas. No obstante, fue la película dirigida un año más tarde por Victor Fleming la que terminó de inmortalizar a la figura de Scarlett O’Hara y su ya mítico grito “¡A dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!”.
La cinta, producida por la todopoderosa MGM, arrasó en los Oscars de Hollywood, obteniendo ocho galardones, incluidos mejor actriz de reparto, mejor película y mejor guion adaptado. La trama de “Lo que el viento se llevó” nos lleva hasta 1861 a las puertas de la Guerra de Secesión americana, con el norte y el sur enfrentados para contarnos la historia de Scarlett y su familia.
Antes de hablar de la soberbia adaptación que ha realizado Pierre Alary de “Lo que el viento se llevó”, habría que señalar que la obra original (así como la mencionada película) son hoy objeto de censura y denuncia por su contenido racista. De hecho, en Estados Unidos la película llegó a ser retirada de la plataforma HBO MAX e incluso se pidió que el libro dejase de estar a la venta. No soy partidario para nada de la política de la cancelación. Hay que tener en cuenta la época que refleja el libro, escrito por una autora cuya familia había sido esclavista. Huelga decir que condeno cualquier tipo de conducta racista y no digamos esclavista, pero esto no significa que debamos eliminar productos que ya son parte de la cultura popular por un motivo u otro.
No obstante, polémicas aparte, hay que reconocer que Pierre Alary (autor que me flipa desde que leí su anterior obra “Don Vega”) ha sabido ignorar los detalles más escabrosos de la obra para centrarse en el drama de los personajes con especial foco en Scarlett O’Hara (a quien dio vida Vivien Leigh) y el adorable canalla contrabandista Rhett Butler (Clark Gable).
Alary se las apaña para condensar los pasajes más imprescindibles de “Lo que el viento se llevó” en apenas ciento cincuenta páginas. Para ello hace uso de elipsis narrativas que, de haberse incluído, no habrían hecho otra cosa que alejarnos del foco central de la obra. Con una capacidad de síntesis digna de elogio, una vez terminamos de leer este primer volumen no queda en ningún momento la sensación de habernos perdido algún detalle importante o relevante para la historia.
Por eso, en este volumen es tan importante lo que se cuenta, como lo que no se muestra explícitamente, pero queda perfectamente explicado con un texto de apoyo o un par de viñetas. Aunque no se detenga en ello más de lo necesario, la evolución de la Guerra de Secesión durante los cuatro años que duró el conflicto es un elemento más de la trama, que acompaña y sirve de catalizador para los cambios sufridos por el núcleo de personajes central. Aparte de la protagonista absoluta, veremos personas que se adaptan, otras que sacan provecho de las desgracias ajenas o incluso a quien no termina de asimilar lo que está pasando por mucho que lo esté sufriendo en sus propias carnes.
El antiguo animador de Disney echa el resto mostrando a una Scarlett que pasa de ser una niña malcriada, consentida y que piensa que todo le pertenece, a una mujer endurecida y empoderada que no dudará en hacer lo que sea necesario para sacar a sus seres queridos adelante, aunque eso sean tareas que no mucho tiempo antes habrían realizado los esclavos de su finca.
El desarrollo de la protagonista de “Lo que el viento se llevó” es más palpable si cabe gracias al portentoso lápiz de Alary. Según va avanzando la obra, los estragos de las desgracias y de la guerra van haciendo mella en el aspecto físico de la protagonista. De ser la jovenzuela que anhelaba el amor de un hombre, a ser la persona resolutiva que acaba siendo. El dibujante realiza un trabajo magnífico con todos los detalles gráficos de la obra, la ambientación, el vestuario, la arquitectura de las mansiones y ciudades…
En definitiva, estamos ante una adaptación más que digna que me atrevería a decir que incluso supera en muchos aspectos al texto original, uno de los mayores dramas de época jamás escritos.
Ganazas ya de que nos llegue la segunda entrega. No querría terminar sin mencionar la excelente edición que ha llevado a cabo Nuevo Nueve, con esa cubierta con acabados dorados en el título de la obra.