Cuando llegó Noches Oscuras: Metal, la primera impresión fue que estábamos ante el evento de la temporada, sin más. Historia central de tono más o menos épico, equipo creativo formado por dos de los niños bonitos superventas de la editorial, tie ins aquí y allá en series varias (no demasiados, tan sólo dieciocho) y supuesta trascendencia posterior en el futuro argumental de la editorial. Que sí, que ya sabemos que el «nada volverá a ser igual» con el que las dos grandes nos venden sus eventos suele durar un año y poco, pero en el caso de Metal sí que parece estar teniendo la trascendencia que anunciaban. Como -más o menos- secuela de el evento en cuestión, pudimos leer hace unos meses la serie limitada Sin Justicia, también de Scott Snyder, en la que se exploraban las consecuencias de la rotura del Muro de la Fuente visto previamente, y que ha servido para reorganizar, tanto en argumentos como en plantilla y propósito de los grupos, la mayoría de las series de la editorial. Así, en Flash estamos viendo el tema de la Fuerza de la Quietud (ejem), en Liga de la Justicia, la serie principal, tenemos a Snyder haciendo y deshaciendo a su antojo, Titanes pasa a ser un grupo que se dedica a las consecuencias de la rotura del Muro en lugar de un grupo de amigos, también hemos visto series como Terrifics o Silenciadora derivadas de todo este jaleo… y hoy estrenamos el segundo volumen de Liga de la Justicia Oscura.
En esta serie que acaba de arrancar tenemos de protagonista -más o menos- al Equipo Maravilla de Sin Justicia. Un equipo capitaneado por Wonder Woman formado por personajes de corte sobrenatural que lidiará con los problemas del mundo mágico en el Universo DC. Ya sabemos que la magia es una de las debilidades de Superman, y ante temas místicos el pragmatismo científico de Batman no aporta gran cosa, así que ciertamente la creación de un equipo paralelo dedicado a estos temas tiene un cierto sentido. En este tomo, debutan, además de Wonder Woman, la hija de Zeus, Zatanna, la mayor maga del Universo DC, el Detective Chimp, que como consecuencia de Metal es el nuevo Nightmaster, la Cosa del Pantano, aceptando que el avatar del Verde es un ser sobrenatural en lugar de una fuerza de la naturaleza… y Man-Bat. ¿Cómo? ¿Qué pinta Man-Bat en todo esto? Podríamos decir que, siendo un científico con unos poderes de origen totalmente fisiológicos, funciona como un ancla del grupo con el mundo material. Sí, el mundo mágico del Universo DC es muy rico, y a lo largo de sus páginas iremos viendo desfilar a personajes como John Constantine, Klarion el niño brujo, el Doctor Destino… pero, al menos de momento, el núcleo central del grupo es el que vemos en la portada de este primer número.
La fundación del grupo se debe, como puede comprobar Zatanna en las primeras páginas, a que la magia se ha roto como consecuencia de lo que entró en el Universo tras los sucesos de Metal. Si, como ella pudo comprobar con la muerte de su padre, la magia siempre ha sido una fuerza salvaje, ahora está descontrolada, y Diana reune este equipo para intentar proteger al mundo de las amenazas que puedan surgir de esta situación. La última era de la Magia, primer arco argumental de esta serie, sirve de presentación de estas ideas, de reunión del grupo y de enfrentamiento con la primera amenaza surgida de este nuevo paradigma en el Universo DC.
Hay varias cosas que se aprecian en este tomo. Podríamos hablar de la omnipresente figura de Alan Moore, cuyo American Gothic ha sido reinstaurado en continuidad, como se aprecia en la conversación entre Constantine y Zatanna (poco a poco, la antigua continuidad va volviendo en pequeños detalles aquí y allá). Pero no solo en ese detalle. Las ramas que han aparecido en la cabeza de la Cosa del Pantano recuerdan a la melena y a las barbas del autor de Northampton, dando al Elemental un aspecto que homenajea al autor que mejor ha sabido tratarle en sus casi cincuenta años de existencia. Eh, mucho mejor esto que las aberrantes apariciones de Promethea y Tom Strong en sendos títulos de la editorial. Por otro lado, la idea central detrás de La última era de la Magia recuerda poderosamente a una historia que pudimos leer hace tres años, Los últimos días de la Magia, segundo arco argumental de Jason Aaron en Doctor Extraño. Ya señalamos en la reseña de Sin Justicia ciertas similitudes que estábamos viendo con la obra de Jason Aaron en Marvel. Un caso puede ser casualidad, dos ya son el principio de una tendencia…
La lectura de este tomo nos deja claro, para bien o para mal, que las ideas que ha planteado Scott Snyder en el último par de años no sólo han venido para quedarse, sino que van a ser el telón de fondo, el entorno en el que se va a ir contando la historia del Universo DC. Muchos nos hemos acercado a este tomo por los autores que lo firman –James Tynion IV y Álvaro Martínez desarrollaron una muy interesante etapa en la Detective Comics post Renacimiento, pero se aprecia aquí que tienen unas directrices editoriales férreamente marcadas. Aún no teniendo la libertad creativa que tuvieron en Detective, este segundo volumen de la Liga de la Justicia Oscura arranca como una lectura entretenida y agradable. Aunque sea un spin-off de Metal.