Las Tortugas Ninja: El último Ronin es una historia de redención. Tanto para su protagonista como para sus autores. Empecemos primero por estos últimos. Kevin Eastman y Peter Laird crearon a nuestras queridas protagonistas en 1984. El cómic, todo un hito del mercado independiente, que comenzó como un homenaje nada velado al Daredevil de Frank Miller, se convirtió rápidamente en un imperio multimedia con la aparición de series de dibujos animados, películas de imagen real, videojuegos o merchandising de todo tipo. Con esto llegó la fama y el dinero. Y con el dinero comenzaron los problemas.
El vil metal fue la principal razón por la que dos amigos de toda la vida dejaron de hablarse y de colaborar juntos en 1993. Tan solo colaboraron tímidamente en una portada que celebraba el treinta aniversario de las Tortugas Ninja en 2014. Por fortuna, para ellos y para nosotros, hicieron las paces, como muestra el emotivo episodio de la serie documental The Toys That Made Us dedicado a la franquicia. Personalmente era de los escépticos con respecto a una posible reunión de los autores. Ni os imagináis lo contento que estoy de haberme equivocado. En 2019 estalló la bomba, Kevin Eastman y Peter Laird volverían a colaborar juntos en una miniserie de lúgubre título: El último Ronin.
El último Ronin. Toda historia tiene un final
Al amparo de IDW, editorial que ha reverdecido los laureles de los quelonios, durante cinco números. El equipo creativo original se reuniría con Tom Waltz, responsable literario del exitoso reinicio que ya ha superado las 130 entregas, y los dibujantes Esau Escorza, Isaac Escorza y Ben Bishop para narrarnos la historia del último Ronin.
Con ecos de obras como la saga de Dark Knight o Ronin de Frank Miller (como no), nos encontramos con una historia emocionante y cautivadora que entusiasma a los seguidores de las Tortugas Ninja, pero que es completamente accesible para cualquier lector que busque un buen tebeo con el que pasar el rato. Saber que las tortugas eran cuatro, que su maestro era Splinter y que el enemigo de estos era el Clan del Pie comandado por Shredder es más que suficiente. Lógicamente, si se tienen más conocimientos del lore clásico de los personajes El último Ronin se disfrutará en mayor medida.
La trama de El último Ronin arranca como un tiro. Una tortuga, no sabremos cuál hasta entrada la historia, asedia la ciudad de Nueva York que es controlada por el Clan del Pie. Los “malos” de la función gobiernan con mano de hierro, manteniendo a la Gran Manzana aislada del mundo. A partir de aquí, nuestro protagonista deberá encontrar y abrazar la senda de la venganza para poder descansar en paz recuperando a la vez el honor perdido de su familia.
Cabe destacar que El último Ronin funciona increíblemente bien como punto y final a la leyenda de las Tortugas Ninja. Tiene algunos pasajes que son especialmente emotivos por su crudeza y dureza. También es un gustazo ver cómo el equipo creativo se ha acordado de otros personajes como April o Casey Jones. Es cierto que el misterio de quién es el último Ronin se resuelve rápido. No obstante, este hecho obedece a la necesidad de ir contando mediante flashbacks cómo se ha llegado al punto del que parte la historia.
La recopilación de los hechos es uno de los momentos más brillantes de El último Ronin, pues es en estas miradas al pasado donde somos testigos de la verdadera reunión de Peter Laird y Kevin Eastman, que se encargan al completo de los flashbacks con un acabado que hoy día puede chocar y resultar algo grotesco al lector habitual de cómic mainstream, pero que apela con comedida sabiduría a la nostalgia ofreciendo información vital para el desarrollo de la historia.
En esencia, El último Ronin es una historia de rivalidad, venganza y honor entre los milenarios clanes de Hamato Yoshi y Oroku Saki. Un conflicto alimentado con sangre que solo puede terminar con más sangre, cosa que veremos en un explosivo desenlace que no nos deja levantar la vista del tebeo hasta llegar a la última página de la historia.
La parte artística de las escenas ambientadas en la “actualidad” realizadas por los mencionados Esau Escorza, Isaac Escorza y Ben Bishop funciona estupendamente. Se trata de sólidos artistas cuya hábil narrativa le sienta estupendamente a un guion tan frenético y cargado de acción como el de El último Ronin.
En lo referente a la edición, ECC publicó primeramente la historia en cinco grapas (algo que no me esperaba) para luego recopilarla en el volumen en cartoné que nos ocupa. El tomo incluye una galería de portadas alternativas, un prólogo de Robert Rodriguez (director de Alita: Ángel de combate) y un epílogo de Kevin Eastman.
Hacedme caso, este tebeo es un regalo para cualquier fan de estos míticos reptiles. De hecho, el éxito de la miniserie ha propiciado que en Estados Unidos se esté publicando una precuela con el título The Last Ronin: The Lost Years. Deseando estoy que llegue a nuestro país.
