Junto a aquellos rótulos que rezaban los ya clásicos «Historias gráficas para adultos» o «Edición Especial» o los logotipos de las cabeceras de la primera generación de títulos Marvel en España, las preciosas ilustraciones firmadas por Rafael López Espí y Enrique Torres Prat, Enrich, forjaron a fuego la afición de toda una generación de lectores por el universo de ficción de Marvel Comics. Tras más de medio siglo y un complejo proceso de restauración, este volumen recupera a todo color y con numerosos extras aquellas cubiertas del formato bolsillo (taco) de Ediciones Vértice que forman parte del imaginario de toda una generación. Un ejercicio de nostalgia y coleccionismo con protagonistas como la Patrulla X, los Vengadores, el Hombre de Hierro, el Capitán América, Conan o Kid Colt. Un homenaje a dos grandes ilustradores que reimaginaron a los héroes y villanos en unas portadas que quedaron inmortalizadas para la historia del cómic y el arte español.
Segundo volumen de Las Portadas Marvel de Vértice, este viaje al pasado a bordo de las portadas de los tebeos de nuestra infancia… o al menos de la juventud de nuestros padres. El que suscribe, que nació en 1976, sólo tuvo conocimiento de estos tomitos (o tacos, como se les llamaba) de Ediciones Vértice al verlos en librerías de viejo o mercadillos varios años después de su publicación. En mi infancia, Vértice ya publicaba los cómics de superhéroes Marvel en formato revista, pero las portadas de Enrich y López-Espí han estado siempre presentes en la memoria visual de todos los que leíamos tebeos en los años setenta.
En esta entrega, el coleccionista Jesús Ortiz ha recopilado todas las portadas realizadas por Enrich y López-Espí para las ediciones en formato bolsillo de los cómics Marvel publicadas por Ediciones Vértice de las colecciones de superhéroes Patrulla-X, El Hombre de Hierro, Los Vengadores y Capitán América; también de otras colecciones Marvel que no eran de superhéroes pero también tenían tirón entre la chavalada, como Conan y El Hombre Lobo (recordad que fue en esta colección donde nació El Caballero Luna); y las series Marvel ambientadas en el lejano oeste (que no tuvieron tanto éxito como las de los superhéroes contemporáneos), como Rayo Kid, Kid Colt, 2 Pistolas Kid y El Jinete Fantasma. Como extras de este volumen podemos encontrar los diseños para pósters y adhesivos creados por Rafael López-Espí, y que se vendían en kioscos y librerías de la época, además de algunos ejemplos de las imaginativas contraportadas de los tomos, que anunciaban futuros lanzamientos de la editorial.
Al igual que en el volumen anterior, los que ya peinamos canas (hay algunos que ya no peinan nada, pero no quiero hacer sangre) no podemos sino admirar la imaginación que derrochaban los autores de las portadas. En estas ilustraciones aún podemos encontrarnos combinaciones de colores equivocadas en los uniformes de algunos de los personajes que aparecen, y eso que para muchas de las portadas los autores se basaban en las provenientes de las ediciones USA. Pero en su mayoría los diseños son ya bastante fieles a los originales. Algunas de las portadas son diseños originales, mientras que otras están basadas en portadas de los cómics norteamericanos, con diferencias más o menos sutiles, según el caso, o incluso rizando el rizo combinando dos portadas diferentes. Pero las portadas más destacables son aquellas que surgían directamente de la imaginación de los autores, sin originales en que basarse. Aquí daban rienda suelta a sus más alocadas ideas de diseño, con muchos toques de la psicodelia que aún coleteaba por aquella época. Portadas que, puesto que pretendían apelar al lector adulto, se asemejaban a las de aquellas novelitas del oeste, suspense o ciencia-ficción con las que compartían tamaño. Si uno no prestaba atención, podía llevarse a casa un tebeo de Conan confundiéndolo con una novela pulp de aventuras.
¿Y acaso no era eso maravilloso? ¿No buscaban la dignificación del medio, hace ya cincuenta años, orientando esos tebeos al lector adulto, diferenciándolos de las publicaciones infantiles como el TBO o el DDT? Esas portadas transmitían, como bien dice Rafael Marín en el prólogo de este libro, magia. En cada portada veíamos un atisbo del villano del mes, o de alguna escena de acción que atraía irremisiblemente al joven lector como un canto de sirena. No eran meros pin-ups, ni viñetas ampliadas. Eran obras pictóricas únicas, algunas combinando el trazo realista de los autores con personajes dibujados al estilo de los cómics que contenían, incluyendo su coloreado cuatricrómico. Estas portadas tenían en los lectores de la época, y en los de ahora que podemos admirarlos, un efecto hipnótico.
Es muy posible que para los lectores de nueva generación estas recopilaciones de portadas les suenen a rancias, acostumbrados como están a portadas digitalizadas o reminiscentes de las películas de Marvel Studios de turno. Y eso no es algo malo: los tiempos cambian, y los estilos y los gustos cambian con ellos. Pero en la época anterior a internet, a las revistas especializadas en cómic e incluso a los fanzines, la única arma que tenían los tebeos para competir y diferenciarse del resto de material del kiosco eran sus portadas. Portadas que tenían una única oportunidad para atraer de un vistazo al lector y a sus 25 pesetas a cambio de que el tebeo se fuera a casa de algún niño (o tal vez alguien más talludito) que lo leyera y releyera hasta que saliera el siguiente número el mes siguiente. Como decimos, magia.