Vaya por delante que en esta web leer el nombre de Lucas Varela ya nos predispone para bien. Es leer el nombre del porteño y ya sabemos que vamos a leer un magnífico tebeo. No se trata de ningún tipo de favoritismo personal, sino que con precedentes como Diagnósticos, El día más largo del futuro o El Humano, digamos que tiene méritos más que de sobra, así que ya partimos con ventaja con La última comedia de Paolo Pinocchio.
Varela tiende a reinventarse en cada obra y es difícil encontrar dos parecidas, pero a priori, La última comedia de Paolo Pinocchio debería ser la excepción ya que se trata de una secuela… o una precuela… o algo así. Por situarnos, hace algo más de un año, La Cúpula reeditó bajo el título de Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio todas las historietas que habían salido por primera vez en 2011 con este curioso protagonista, basado de un modo sui generis en el personaje de Carlo Collodi. Se nos presentaba allí una comedia irreverente y surrealista en la que el bueno — por decir algo — de Paolo se las apañaba una y otra vez para salir del infierno, al que terminaba volviendo, como buen crápula.
En principio, una obra titulada La última comedia de Paolo Pinocchio por fuerza tenía que ser una continuación, sea argumental o espiritual: mismo personaje, tratamiento gráfico similar —cosa no tan normal en Varela—, la palabra «comedia» en el título… y sí, todo eso está, pero La última comedia de Paolo Pinocchio no puede ser más distinta de su trabajo anterior con el mentiroso más querido de la ficción.
En La última comedia de Paolo Pinocchio, Paolo sigue siendo el protagonista, pero ya no es el motor de la acción, la cual le supera por completo. Esta historia envuelve a Dios, al diablo y a toda la creación y, aprovechando su condición de mentiroso, es algo a medio camino entre un ensayo y un poema sobre las propias historias. Descubriremos que la nariz de Paolo es en realidad el sello de las musas y varios serán los agentes del cielo y el infierno interesados en hacerse con él. Esto llevará a Paolo a un viaje de pesadilla y es que todo lo que en Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio era risas, es aquí angustia y hasta terror.
No quiere decir eso que no tenga algunos momentos de humor, pero si ya Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio era una comedia negra esta es mucho más negra aún. No es casual que en esta historia se confundan las fronteras de la comedia y la tragedia, dado que gran parte del discurso se articula en torno a este tema, pero incluso en los momentos más desesperantes, el modo en que Varela plasma esta historia en dibujos es realmente hipnótico. Incluso si acaso percibes no haber captado del todo alguno de los simbolismos propuestos, no hay modo de volver atrás o parar un poco a reflexionar, la historia tira del lector y lo arrastra quiera o no, como si de algún modo todos fuéramos Paolo.
Con un estilo visual que evoca las miniaturas medievales, las pinturas de El Bosco, los grabados decimonónicos y el diseño moderno y con un color que tiende al bitono — al igual que ya hacía en esa remasterización de las historias originales que es Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio — nos sumerge en abigarradas, pero sorprendentemente ordenadas composiciones dispuestas con un sentido narrativo impecable. La historia es completamente inmersiva y se lee sola por más plagada de información que esté.
Todo esto significa que Lucas Varela lo ha vuelto a hacer. No solo se ha vuelto a reinventar, sino que ha vuelto a superarse. No vais a tener oportunidad de leer muchos cómics tan ambiciosos y meticulosamente construidos como La última comedia de Paolo Pinocchio.
