Cuando te encuentras con un cómic firmado por unos autores que te interesan, es más que probable que te lances a por él sin pensar demasiado, independientemente de género, editorial o personaje protagonista. Si el equipo artístico además ha grabado a fuego sus nombre en la historia del medio, la compra ya es segura. Eso es exactamente lo que ocurre con La tumba de Batman, de Warren Ellis y Bryan Hitch, dos autores ingleses que revolucionaron el medio a finales de los años 90 con Stormwatch y The Authority, desarrollando una historia cerrada con uno de los personajes más icónicos del género superheroico.
La tumba de Batman es una historia ambientado en un momento indefinido de la vida del Murciélago, sin referencias a si está dentro de continuidad o no. En ella, Batman investiga a un asesino en serie que está matando gente relacionada con la Policía de Gotham. No es exactamente un Whodunit, porque quién es el asesino, un personaje de nueva creación llamado Desprecio, queda razonablemente claro en el primer tercio de la historia. Lo que Warren Ellis hace aquí es una historia detectivesca en la que el protagonista intenta descubrir las motivaciones y el trasfondo de su antagonista para darle caza. Lo cual es, a priori, un buen punto de partida, porque varios de los grandes momentos de la historia de Batman han llegado cuando ha sido tratado como un detective enmascarado más que como un superhéroe, en manos de autores como Dennis O’Neil, Greg Rucka o Ed Brubaker. Aquí, Ellis lleva la técnica psicológica del detective un paso más allá, recordándonos en algún momento a Will Graham en la memorable serie Hannibal.
Aunque el punto de partida de la historia es muy prometedor, la ejecución de la misma dista de ser perfecta. El primer problema es el guionista elegido. Aunque Warren Ellis tenga en su bibliografía auténticas obras maestras como Transmetropolitan o Planetary, el género detectivesco no es su fuerte. Así, aunque el planteamiento inicial de la historia es muy potente, poco a poco empieza a diluirse el interés, llegando a un final correcto pero no apasionante.
Una de las características de las obras de Warren Ellis es que suele tener un personaje a través del que volcar sus ideas y su mala baba. El caso más evidente es el Spider Jerusalem de Transmetropolitan, y ese papel en esta obra lo desempeña Alfred, en una de las encarnaciones más sarcásticas que hemos visto del mayordomo, quien se lleva los mejores diálogos del tomo muy de largo. Quizás tenga algo que ver el hecho de que se lleve con el alcohol mejor de lo que nos imaginábamos y que deje caer en algún momento que las drogas no le resultan del todo desconocidas.
El que sí está a la altura es Bryan Hitch, en lo que es posiblemente, junto a Hawkman, su mejor trabajo de la última década. La tumba de Batman está muy por encima de la decepcionante Liga de la Justicia, de la que nos esperábamos mucho y no llegó al nivel de lo que había hecho anteriormente con la Liga en los años 90. Quizás consciente del nivel del artista con el que trabaja, Ellis le deja que se luzca con bastante frecuencia en escenas de acción, mudas muchas de ellas, que quizás alarguen la extensión de la serie más de lo que la historia necesitaba y perjudican al ritmo de la historia.
El volumen en el que ECC ha reeditado esta miniserie es impecable. Tapa dura, casi trescientas páginas, con las portadas, originales y variantes, al principio de cada número. Quizás se podría decir que es un poco parco en extras, de los que sólo trae cuatro páginas de comparación de lápices y tintas. Pero para los que quieren leer el cómic y no quieren material adicional que encarezca el precio, aquí lo tienen todo.
No estamos ante uno de los mejores trabajos de Warren Ellis, posiblemente el gran reclamo comercial de La tumba de Batman. Pero, aunque quizás demasiado alargada, es una historia cerrada de Batman bastante disfrutable con un dibujo de Bryan Hitch a un nivel al que hacía años que no le veíamos. Muy recomendable para los seguidores del dibujante, y para los fans de Batman que están desconcertados con la confusa continuidad actual de DC.