Es curioso cómo hay ocasiones en las que acabas ligado a la obra de un autor casi sin darte cuenta. Recuerdo cuando leí hace un par de años Paranoia Star, mi primer manga de Suehiro Maruo, y tuve la sensación de entrar en la obra de un mangaka fascinante. No obstante, es cierto que dicho tebeo apenas arañaba la superficie de lo que daba de sí la creatividad de Maruo. Después llegaron Midori, La extraña historia de la isla Panorama, Paraíso y finalmente La sonrisa del vampiro, sin duda su obra más accesible y personal de todas las que he leído.
La edición que ha caído en mis manos de La sonrisa del vampiro de Panini es exactamente la misma que publicaron en mayo de 2017. Previamente la obra, que originalmente se publicó en la revista Young Champion entre 1998 y 2004, ya había sido editada por Glénat en dos ocasiones, lo que demuestra la importancia de este manga para adultos. El presente volumen recopila las dos entregas: Warau Kyuketsuki / 笑う吸血鬼 y Haraiso: Warau kyuketsuki 2 / ハライソ 笑う吸血鬼2.
Suehiro Maruo (Nagasaki, 1956) nos cuenta a lo largo de las más de quinientas páginas de La sonrisa del vampiro una obra intimista, influenciada por el subgénero de terror conocido como Grand Guignol francés, mediante el cual se representaban historias de miedo con marionetas. Esto, trasladado al noveno arte, se traduce en un cómic de género donde el texto es minimalista, y casi inexistente en los momentos álgidos, y toda la fuerza narrativa la ofrecen los dibujos del propio Mauro.
La sonrisa de Vampiro. Un cómic de chupasangres distinto
Sí, el catalizador del tebeo es la conversión a vampiro de un chaval de instituto que ha sido mordido por una hominis nocturna ancestral conocida como “la jorobada”, que busca un sucesor para su linaje y legado.
No obstante, Maruo como máximo representante de la corriente del Ero-Guro, pone el foco en toda una galería de secundarios humanos de lo más llamativa: desde adolescentes que se dedican a vender su ropa interior (cuanto más guarra y sucia más lucrativa resulta), pasando por jóvenes con todo tipo de parafilias sexuales, a otros que directamente disfrutan provocando dolor a personas desconocidas. Una pléyade de seres humanos mucho más monstruosos que los propios vampiros.
En La sonrisa del vampiro nos encontramos a un Suehiro Maruo juguetón, transgresor. con ganas de incomodar al lector durante el fascinante viaje que supone la lectura del manga. Una lectura que se antoja rápida, dinámica, pero también desconcertante e hipnótica, debido a una narrativa que salta continuamente de marco de acción y que está plagada por un reparto de protagonistas bastante coral que, sin embargo, queda perfectamente hilvanado y atado.
Un guion sin tapujos donde hay lugar para todas las perversiones inimaginables y que puede herir a aquellos cuya sensibilidad no esté preparada para emociones fuertes. Y es que La sonrisa del vampiro es un manga donde la sensibilidades son llevadas al extremo. Maruo se apoya en su fantástica narrativa alzándose como un maestro a la hora de contar su historia mediante la comunicación no verbal.
Maruo se ríe de los convencionalismos del medio y del género al utilizar como única censura la que él mismo se quiera interponer. Leyendo entre líneas podemos apreciar una elegante crítica a una sociedad que considera que es superflua, podrida y profundamente onanista.
Dieciocho capítulos que se leen en un suspiro pero que invitan a una revisitación para deleitarnos con el fascinante dibujo de Suehiro Maruo. Cada plancha de La sonrisa del vampiro es una pequeña obra de arte donde la obsesión del artista por el detalle es casi obsesiva. Mención aparte se merecen esos primeros planos plagados de unas expresiones faciales que a punto están de traspasar el papel, mostrándose completamente humanos o inhumanos según sea el caso.
En definitiva, La sonrisa del vampiro es un manga que gustará a todo aquel que busque una historia diferente sea o no de terror. También resultará sugerente a los seguidores de Poe, Lovecraft, o incluso de Dante Alighieri. Por su parte la edición de Panini se me sigue antojando perfecta con una relación calidad-precio de lo más sugestiva.
