Pese a la juventud de Jérémie Moreau (33 años recién cumplidos) , su currículum cuenta ya con 6 obras publicadas en Francia. Dibbuks nos traería en su día El mono de Hartlepool y Max Winson. Ahora Norma Editorial nos ofrece La saga de Grimr, avalada nada menos que por el premio a la mejor obra de Angouleme en 2018.

La saga de Grimr nos lleva a la Islandia del siglo XVIII, una tierra tan hermosa como impetuosa y adversa. Llegamos en un momento especialmente inhóspito. En una época de erupciones volcánicas, epidemias y hambrunas en la que la naturaleza se mostraba especialmente despiadada, en una época en la que los islandeses vivían bajo el yugo de Dinamarca, un niño huérfano surge de las cenizas. Así comienza la historia de Grimr, un joven de pocas palabras, fuerza indómita y un corazón tan impetuoso como las entrañas de su tierra.

A priori sería éste un buen material para las leyendas, pero Jérémie Moreau está decidido a contarnos la cara oculta de los mitos, las barreras de realidad que se interponen en la construcción de las sagas épicas. La saga de Grimr podría haber sido un Braveheart islandés con un héroe romántico alzándose contra la tiranía danesa, pero en su lugar tenemos más bien un monstruo de Frankenstein incomprendido y temido. Grimr no es el héroe virtuoso de igualmente virtuosa estirpe de las epopeyas. En su lugar, tenemos un chico más rústico que heroico, hijo de nadie y abocado a afrontar una pérdida tras otra, que alberga el deseo permanecer en la memoria inmortal.

Jérémie Moreau se reinventa de nuevo en esta historia de línea escueta y acuarelas pesadas y aún así repletas de belleza, que nos pintan una historia a juego con la tierra que nos describe: hermosa, melancólica y con un corazón vehemente. Nos lleva a un país de hombres y mujeres fuertes curtidos por la tierra en una especie de primario vínculo con sus entrañas.

La saga de Grimr también nos habla del poder de las historias, pero por más que los ingredientes resulten conocidos ni el argumento ni el discurso discurren por los derroteros habituales. Tendremos al protagonista de corazón noble, al tutor que le marcará de por vida, al villano e incluso la historia de amor, pero Moreau parece más interesado en lo que ocurre cuando se vive a la sombra de la leyenda, cuando las adversidades son tan prosaicas como devastadoras.

La saga de Grimr descubre de algún modo cómo cuanto más reales y desprovistas de épica son la desventuras, mayor es el valor de los actos de quienes se oponen a ellas.