Hola niños y niñas. La semana pasada dimos la bienvenida a Elisa, hoy el honor recae en nuestro segundo nuevo compañero, Jaime Frontan, para hablarnos de la mejor serie publicada en la actualidad por la editorial DC, Green Lantern de Geoff Johns, Ivan Reiss y Dough Manke, antes de la publicación por parte de Planeta de La Noche más Oscura.
Si los años noventa sentaron bastante mal al cómic de superhéroes, para algunos personajes fueron realmente nefastos. Argumentos malos, cambios de dirección erráticos, muertes absurdas… al pobre Hal Jordan le toco sufrir todo esto y más.
Viendo que se les acababa el chollo de la Muerte de Superman, los responsables de DC deciden ensañarse con otro de sus iconos. Coast City es reducida a átomos durante la mencionada saga, Hal se pone triste, pierde un tornillo, se cepilla a los Guardianes y los Green Lantern Corps, roba el poder de la batería central de Oa, se convierte en el villano Paralax e intenta recrear desde cero el Universo DC (Zero Hour, o como hacer algún retoque a la continuidad). Fracasa estrepitosamente (no consigue sus objetivos, ni arregla la continuidad), para terminar sacrificándose intentando reencender el Sol, tras lo cual se convierte en el nuevo espíritu de la venganza, El Espectro.
Absurdo, ¿no?
Por suerte, el guionista Geoff Johns tenía un plan.
A finales de 2004, mientras escribe sus últimos números en Flash, Johns pone en marcha, junto al estupendo Ethan Van Sciver, Green Lantern: Rebirth, cuyo propósito no es solo “resucitar” a Hal Jordan, sino traer de vuelta prácticamente todos los elementos de la serie perdidos en el caos de la pasada década. En seis números reconstruye Coast City, trae de vuelta a Carol Ferris, resucita a los Guardianes, devuelve a Guy Gardner a su estatus de Green Lantern, y de paso hace lo imposible: dar sentido y coherencia al desaguisado Paralax, formando parte para siempre de la mitología del personaje. Así como quien no quiere la cosa, explica por qué narices el anillo no funciona sobre el amarillo. Hasta explica las canas de Hal. Paralax es un ser compuesto de puro miedo (homólogo del Lantern Ion), representado por el amarillo, de la misma forma que el verde representa la fuerza de voluntad de los Green Lanterns. Durante años ha estado prisionero dentro de la Batería Central: es la famosa “impureza amarilla” inventada John Broome y Gil Kane en Showcase #22, allá por el 1959, para dotar de algún punto débil a su personaje. Esta criatura poseyó a Hal Jordan en su momento de mayor debilidad, asaltado por el miedo tras la destrucción de Coast City (de ahí el “proceso de selección” de los nuevos Lanterns, seres capaces de “superar un gran miedo”). Con este planteamiento, Johns libra de toda culpa a Jordan por las fechorías de Paralax, quien fue liberado de su prisión por Siniestro, que casualmente lleva un anillo de poder amarillo y no para de hablar del miedo como arma. También aparece el clásico Black Hand, algún personaje farfulla algo de no se qué noche más oscura…Johns acaba de llegar, desechando todo lo que no le interesaba; ha colocado las principales piezas de su plan. Solo que todavía nadie lo sabe.
Al finalizar con éxito la miniserie, comienza la serie regular con unos cuantos números en los que se alternan Carlos Pacheco y Ethan Van Sciver a los lápices. En ellos se establece el nuevo estatus de Hal Jordan, de nuevo en Coast City (cuyo resurgimiento será una de las tramas que Johns rematará más adelante), y alistado en la USAF. Aquí Johns recupera la faceta de aviador temerario de Hal, e introduce un par de nuevos secundarios, destacando la piloto “Cowgirl”, que además de alta, rubia y delgada, bebe como un cosaco y pilota un caza, que la convierte automáticamente en la sustituta de la pobre señorita Ferris.
En el primer arco, reaparecen los Manhunters (estupendamente dibujados por Pacheco). Lo que parece una historia autoconclusiva, finaliza dejando un par de incógnitas. Johns repite esta fórmula en los siguientes números: recuperación de personajes clásicos como Tiburón, Hector Hammond y Mongul (con una Piedad Negra rescatada del cumpleaños de Superman) en historias de dos o tres números, aparentemente sin conexión entre ellas, con finales llenos de cabos sueltos, que se irán hilando en breve (¡y de qué manera!). Destaca la progresiva transformación del pobre Black Hand, eterno villano fracasado, en algo bastante más oscuro (de momento sin saber como y por qué).
La primera etapa de la serie finaliza en el número nueve, con un capítulo dedicado a explorar la nueva relación dos personajes contrapuestos (momento para la posteridad) ¡¡¡Batman versus Green Lantern!!!
Al mismo tiempo, repitiendo el esquema miniserie-serie regular, se relanza Green Lantern Corps, precedida por la miniserie GLC: Recharge. Guionizada por Dave Gibbons y Peter Tomasi, con dibujos de Patrick Gleason, da cobijo a todo el elenco de Green Lanterns: Kyle Rainier, John Stewart, Guy Gardner, Kilowog, Salaak…además de un nuevo reparto, creado con el propósito de dotar a la serie de una excelente dinámica de personajes (vamos, lo que se llama una buena serie “de grupos”), como los antiguos soldados de Rahn y Thanagar, Isamot Kol y Vath Sam, sacados de alguna “buddy movie”. Sin llegar al altísimo nivel de la serie de Johns, es un complemento perfecto, con tramas independientes, pero relacionadas con la serie principal, y más adelante se convertirá en casi imprescindible.
Tras el paréntesis del One Year Later que siguió a Infinite Crisis, la serie despega como un cohete en el número diez, hacia lo que será su momento culminante (o el primero de ellos). Llega el dibujante Ivan Reiss, con un estilo que oscila entre el calco a Neal Adams y la pose heroica a lo Jim Lee. Johns y Reiss compiten por ver quién consigue abrir más bocas, el primero sorprendiéndonos con (re)apariciones de personajes que el segundo se encarga de hacer que sean realmente estelares, como el regreso del Superman-Ciborg (mientras escribo esto, estoy revisando de nuevo la colección; se me está quedando la misma cara de pasmo/felicidad que hace un par de años con las páginas de Reiss, a día de hoy sigue siendo, sin duda, el mejor dibujante de DC). Regresan los “Lost Lanterns”, el grupo de Green Lanterns a los que se creía muertos tras su derrota a manos de Paralax, así como Arisa, que pasa a engrosar la lista de mujeres que orbitan en torno a los encantos del bueno de Jordan. Por primera vez, seremos testigos de la aparición de un anillo amarillo, acompañado de la voz “Bienvenido a los Siniestro Corps”.
Tras la escaramuza con Superman-Ciborg, reaparece el hijo del difunto Abin-Sur, Amon-Sur, decidido a cazar a Hal Jordan, recuperando el anillo de su padre en el envite. Durante este arco, Wanted: Hal Jordan, el protagonista se ve envuelto en un incidente internacional en Rusia, producto de una de sus misiones como miembro de la fuerza aérea, que tuvo lugar durante One Year Later, y que finaliza con una intervención de la JLA que nos hace desear que Ivan Reiss pase una temporada dibujando a cada uno de los personajes del grupo. Durante estos episodios se hace patente una de las características de Johns en esta serie, que consiste en la militarización de sus personajes. Veremos a Hal Jordan actuando como soldado, con su anillo aparcado en una taquilla de la base de Edwards, en posteriores números se hace hincapié en el pasado como francotirador de John Stewart (que choca con el personaje presentado por O’Neill y Adams en los setenta). Asimismo, la serie de los Green Lantern Corps cae en una serie de tópicos que sugieren un parecido más que razonable con el cuerpo de marines (charlas sobre el deber y camaradería, Kilowog pegando voces a los reclutas, etc..).
En cada número asistiremos al reclutamiento de nuevos miembros de los Siniestro Corps (entre ellos un atónito Batman, el ser mas terrorífico del sector 2814), así como a la reaparición de Star Sapphire, que, en una minisaga dibujada por Daniel Acuña, lo pasa bastante mal intentando averiguar si a Hal Jordan le gustan más las rubias o las morenas. Johns nos explica el origen de las Zamarons y Star Shappire, que tienen un poder derivado de una emoción, al igual que los Lanterns y Siniestros, y vemos como crean sus propios anillos y batería. Entonces Johns suelta la bomba: hay anillos de más “colores”, y se aproxima una guerra. En una splash page, vemos una serie de baterías de poder, oscurecidas, entre las que se encuentran iluminados los anillos que ya conocemos. Una de las Zamarons exclama: “Debemos coleccionarlos todos”, proféticas palabras que hacen que se nos caiga la baba y empecemos a soñar con la magnitud del plan de Johns, cuya segunda parte (la primera fue el renacimiento de Hal) está a punto de comenzar.
Los números 18, 19 y 20 contienen historias de complemento, Tales Of The Sinestro Corps, con el origen de algunos de los reclutas de Sinestro. Las historias, dibujadas por Dave Gibbons, son un claro homenaje a los “Time Twisters” o “Future Shocks” que dibujó durante sus años en la revista 200AD, o las historias de terror con el guardián de la cripta (guardiana, en este caso), siendo las tres historias sorprendentemente inquietantes (de hecho dan bastante mal rollo). A estas alturas, todo el mundo está enterado del evento que se aproxima: Siniestro Corps Wars, que comienza el mes siguiente con un especial, convertido en el crossover del 2007, dejando a World War Hulk verde de envidia.
Este crossover se desarrolla en ambas colecciones, careciendo de innecesarios Tie-Ins. Además, la lectura se puede seguir de manera independiente, lo que lo convierte en algo mucho más disfrutable que los eventos a los que nos tienen acostumbrados últimamente, tanto Marvel como DC. Ivan Reis demuestra tener un dominio de las escenas de multitudes, digno de George Pérez; sus batallas entre los Green Lanterns y los esbirros de Siniestro son verdaderamente espectaculares. Incluso los desmembramientos e higadillos que tanto le gustan a Johns, resultan elegantes bajo sus lápices. Porque, como en cualquier tebeo reciente de Johns, no podía faltar Superboy-Prime arrancando brazos y haciendo un generoso uso de su visión calorífica. Junto a él, otros villanos que ya aparecieron en la serie, los Manhunters y Superman-Ciborg.
Para rematar, por si no teníamos suficiente, regresa el Anti-Monitor, con su fijación por destruir universos. Son cientos de páginas llenas de peleas multitudinarias, envueltas en una luz rojiza (estupendo trabajo del colorista), con un final épico (Hal y Siniestro arreglando sus diferencias a puñetazos, Superboy y el AntiMonitor contra todos los demás) tras el que, por fin, se nos revela el propósito de la guerra, de todos los movimientos que se fueron produciendo durante la serie, así como los diferentes Cuerpos y colores que participarán en la última parte del plan de Johns: Blackest Night.
En los siguientes números, dibujados por Mike McKone, conoceremos más detalles sobre Blackest Night, y Johns recupera la historia de Alan Moore y Kevin O’Neill que apareció en el Annual #2 de Green Lantern Corps. Mientras que en Green Lantern Corps se resuelven cabos sueltos relacionados con los restos del ejército de Siniestro (ahora liderado por el hijo de Mongul), Geoff Johns lanza una nueva versión del origen de Green Lantern (con el original título de Secret Origin), totalmente fiel al personaje, pero con unos pequeños “retcons” que introducen elementos relacionados con la profecía de Blackest Night, que afectan tanto a Abin Sur (que se las veía venir, solo que nunca lo supimos) y Black Hand (que jugará un papel fundamental). Tras finalizar este arco, las dos colecciones se embarcan en minisagas cuyo único propósito es dar a conocer los nuevos Cuerpos que intervendrán en Blackest Night: Rage Of The Red Lanterns, y el fabuloso Agent Orange (con Billy Tan a los lápices), tras las cuales comienza el preludio a Blackest Night (Dough Manke pasa a ser el dibujante regular de la serie).
En esta etapa, la serie se resiente por dos motivos: la marcha de Ivan Reiss (que se encargará de la miniserie Blackest Night) y la desaparición de prácticamente todos los secundarios de la serie, que quedan relegados al olvido en la Tierra, mientras que Hal Jordan viaja por el cosmos en unas historias innecesariamente largas, prolongadas artificialmente con el fin de retrasar hasta fechas estratégicas el arranque de Blackest Night, y alcanzar el volumen necesario para su recopilación en tomos (practica fundamental hoy en día en USA). En esta etapa destaca el personaje de Laarfleeze, portador de la luz naranja de la avaricia, versión alien del Tío Gilito, que al parecer se ha convertido el personaje favorito de Johns, por lo que estará muy presente en el futuro.
Habiendo alcanzado la serie el número 50 hace un par de meses, siendo una de las de mayor éxito de los últimos años (mucho antes de la vorágine de Blackest Night), se puede mirar atrás, ver las razones por las cuales el plan de Geoff Johns ha tenido éxito.
Aparte de sus méritos propios como escritor, los de sus diferentes equipos artísticos, de altísimo nivel, el mayor acierto de Johns ha sido el devolver a sus orígenes a un personaje maltratado, respetando sus elementos originales, pero al mismo tiempo conservando el bagaje añadido por otros autores, adaptándolo a sus propósitos, que son el crear posteriormente una mitología propia, tal como hizo Mark Waid en Flash, del que Johns debió aprender bastante, vista la forma en la que recogió su testigo.
Sería de agradecer que muchos autores siguieran el ejemplo de este creador, que tan buenos resultados ha conseguido. Como resultado de su plan, del que se cumple media década, Geoff Johns ha pasado de ser uno de los autores más vendedores de DC, a ser nombrado recientemente nada más y nada menos que director creativo de DC Entertainment, por lo que todo cómic, serie y película basada en los personajes de la editorial pasará a estar bajo su control. Y la primera película que se estrenará bajo su mando será, como no, Green Lantern.