¿De qué generación de anime eres? Me explico. Puedes ser de aquellos que sintonizaron Telecinco por la tarde para ver Campeones, o a lo mejor de los que flipaban con Heidi y Marco años antes; quizás incluso te enganchaste a esto con las emisiones de fin de semana de Caballeros del Zodiaco o fuiste de los agraciados habitantes de una comunidad autónoma con televisión propia y pudiste vivir la fiebre de Dragon Ball en todo su apogeo… O a lo mejor todo esto te suena a viejuno y tu referente de anime clásico va más en la línea de Pokemon, Naruto o One Piece. Da igual, sea cual sea el caso y si te interesa el tema, “La industria del anime en España” es tu libro.

Un análisis imprescindible sobre la trayectoria del anime en España

De la mano de Juan José Zanoletty y a lo largo de casi doscientas páginas seremos testigos de cómo, poco a poco, el anime fue desembarcando en nuestro país desde los sitios más curiosos e inesperados como Alemania (¿fans de Vicky el Vikingo por aquí?) y su posterior expansión hasta el fenómeno actual que es hoy en día, contando con plataformas de streaming exclusivas como Crunchyroll y multiplicando su presencia sin que parezca que haya un techo que alcanzar.

La industria del anime en España está estructurada en una serie de capítulos que analizan con detalle la procedencia de cada serie referenciada. La cantidad de datos que ofrece Zanoletty es enorme, arrojando luz sobre detalles asociados a la negociación de la emisión de la serie en su respectivo canal, así como la fecha y hora del debut en la pequeña pantalla, el número de capítulos que quedaron inéditos muchas veces y el motivo por el que la serie era cortada (como pasó por ejemplo con Mazinger Z).

Series provenientes de estudios como Nippon, Zuiyo o WMT, y coproducciones con España como fueron Willy Fog, Dartacán y los Mosqueperros o Ruy el pequeño Cid. Un listado de series de anime de las que conoceremos información bastante curiosa al no limitarse a tratar la sinopsis y poco más, pues incluye detalles sobre la censura a la que fue sometida, por ejemplo, El perro de Flandes; o cómo Mazinger Z hizo que muchos padres se tirasen de los pelos.

Me ha gustado especialmente cómo el autor ha dedicado el mismo espacio para hablar de algunas producciones del estilo de Ana de las Tejas Verdes, Las aventuras de Tom Sawyer o La Princesa Caballero, series que no ocupan un lugar destacado en el imaginario del fandom como pudiera ser Caballeros del Zodiaco o Comando G.

El 8 de julio de 1990 llegó Saint Seiya a España

Otro punto a favor de “La industria del anime en España” es cómo el autor mide el impacto de la obra en la sociedad, dedicando tiempo y espacio a hablar de datos de audiencia, merchandising derivado o lo popular que podía llegar a ser una serie de dibujos animados dependiendo de lo pegadiza que fuera su música de cabecera.

Mención especial se merecen los episodios que empiezan a analizar el fenómeno del anime como cultura de masas a partir del año 1988 con la llegada de Akira, la emisión en la televisión pública de la película animada de La tumba de Drácula, y por supuesto, la Dragonballmanía.

La edición de Diábolo tiene la calidad habitual de este tipo de publicaciones como ya he podido ver en algunos volúmenes dedicados a Bola de Dragón o Hideaki Anno. Es decir, cartoné, papel de calidad y un excelente equilibrio entre texto y fotogramas que hace de este volumen que sea una obra profusamente ilustrada. Todo un deleite para los sentidos.

En definitiva “La industria del anime en España” es una obra metódica y concienzuda, pero escrita con el corazón, que va mucho más allá del análisis técnico de una forma de ocio, como es la forma en que Juan José enumera las razones por las que triunfó o fracasó cada serie.