Piratas y gatos. Solo faltan zombies y ninjas para meter todo lo que mola, así que no sé si es necesario que sigáis leyendo la reseña. Pero además en mi caso, soy seguidor de José Fonollosa desde hace algún tiempo, con lo que cuando se me presentó la oportunidad de leer La gata de Barbanegra, no había nada que decidir.

Pero no, no vayáis a vuestra librería aún. Aunque quien escribe haya tenido la suerte de poderlo leer antes, La gata de Barbanegra sale hoy mismo en preventa a través de la web de Grafito y, si preferís haceros con él en vuestra librería habitual, tendréis que esperar un poco más, hasta el 19 de octubre.

La verdad es que el título de La gata de Barbanegra ya es bastante explícito. Sergio S. Morán y José Fonollosa nos traen una biografía novelada del legendario pirata Edward Teach, bajo el punto de vista de una narradora muy particular: la gata encargada de mantener a raya a las ratas del Queen Anne’s Revenge, la fragata a bordo de la cual Barbanegra sembró el terror en los siete mares.

Como decía, José Fonollosa es un viejo conocido al que hemos tenido la oportunidad de seguir en Miau, Perros vs. gatos, Refugio o Vampi, pero admito la culpa y el propósito de enmienda en el caso de Sergio S. Morán, a quien no tenía el gusto y de quien, tras la lectura de La gata de Barbanegra, recuperaré sus historias de El Vosque, Enseñanza Mágica Obligatoria o Justice TV.

La gata de Barbanegra tiene todo lo que se le puede pedir a una historia de piratas: abordajes, tormentas, salvas de cañones, islas perdidas… pero tiene algo más. Hay un más que considerable trabajo de documentación que concluye que en la figura de Edward Teach se mezclan Historia y leyenda, ai que decide hacer de ello el motor de la historia. No en vano una de las principales fuentes de documentación sobre el famoso pirata es el libro Historia de los robos y asesinatos de los más famosos piratas, que se publicara en 1724 firmado por el Capitán Charles Johnson, que parece ser un alias de Daniel Defoe, con lo que la mezcla de la realidad y el mito forman parte de su ADN desde casi su origen.

Aprovechando este hecho, La gata de Barbanegra nos habla de cómo el propio Teach era hasta cierto punto esclavo de su propia leyenda, sin caer en la hagiografía, mostrando también sus flaquezas y vilezas y alimentando con ellas la mística de su propia figura. Pero, ¿qué pinta una gata en todo esto? Para aquellos que conviváis con gatos o lo hayáis hecho, ¿cuánto de la historia de un gato os creeríais si pudiera hablar? La visión de la gata no solo aporta un punto de vista original y una particular ironía, sino que es otro ingrediente más en el incremento del carácter novelesco del relato.

La captura de Queen Anne’s Revenge, el crecimiento de su flota y su leyenda de terror, el asedio a Charles Town, el perdón real, el regreso a la priratería… todos los hechos están en La gata de Barbanegra así como otras figuras históricas contemporáneas, pero se trata de ver más allá de eso.

Me ha sorprendido Morán por su madurez como guionista, por lo agudo de sus diálogos, por lo acertado del encaje la épica y el dramas, por lo meditado de la construcción y desarrollo de personajes, por los detalles entre líneas… Es curioso cómo en tan solo 104 páginas es capaz de ir incorporando elementos que consiguen que la historia que terminamos sea algo completamente distinto a la que empezamos. Lo que arranca con esa cara romántica del pirata indómito, casi hasta festiva, que no ve las dobleces más allá de la aventura, nos va dejando poco a poco un hueco para espiar a un hombre cargado con el peso de su leyenda y de su vida cruel e implacable, sin lugar para el descanso. Sin caer en blanqueos gratuitos, ni melodramas, con una visión tan mística como irónica y salpimentada con toques de humor. Así nos llega la historia de La gata de Barbanegra.

Pero, ¿y a quién se le ocurre meter un dibujante como Fonollosa, especializado en humor en una historia con este peso dramático? Pues la verdad es que no tengo ni idea, pero habría que darle una medalla. En un primer vistazo vemos un Fonollosa algo más sucio y suelto de lo habitual, pero poco a poco vamos entrando en sus coreografías de escenas de multitud o esos momentos que requieren un estilo menos amable y más oscuro del que estamos acostumbrados a verle y entendemos el porqué de ese cambio de registro. Esta vez su caricatura, tal vez más expresionista que nunca, busca efervescencia en el movimiento o intensidad en la caracterización, no tanto como el humor, por más que también esté presente. No hay duda que hay también a este respecto un mimo en el diseño de personajes, donde quizá podrían destacarse las distintas variantes sutiles del personaje principal en cada uno de sus momentos vitales.

Podemos oír el bullicio de cubierta, el rugir de las tormentas o el silencio de la soledad de Teach, valiéndose de la composición y leves cambios de registro en el acabado, en el que tal vez podría ser su trabajo más completo y a la vez el más atípico. Fonollosa, además de lápices y tintas, se encarga también del color y sólo con la paleta es capaz de cambiar el registro de la historia desde la aventura más ligera hasta casi incluso el terror.

Es muy curioso cómo Sergio Morán y José Fonollosa toman un modo de vida que probablemente en la vida real tuviera horas y horas de mirar al mar sin nada que hacer salvo emborracharse y lo convierten en La gata de Barbanegra en una aventura trepidante y un drama vehemente, que a la vez ensalza y desmitifica la idea romántica del pirata clásico.