Saludos, queridos lectores. La guerra ha arrollado Bélgica. Y entre a otros muchos, ha arrollado a un conserje llamado Spirou y a un periodista llamado Fantasio. La Segunda Guerra Mundial. Los nazis. Pero a pesar de todo nos queda, les queda, la esperanza. La esperanza pese a todo.
Émile Bravo nos trae el primer tomo de los cuatro que formarán esta historia. Una continuación de Diario de un ingenuo. Por cierto, queridos lectores, no se lo digáis a mi contable (ya me odia lo bastante); pero seguramente termine cayendo la nueva edición de este tomo. Ains, el completismo…
El autor está estos días de gira por España. A ver si nos podemos disfrazar de botones de su hotel y conseguir una entrevista.
Antes de nada, no estamos ante el Spirou de Franquin. Ni delante de ninguna de sus versiones de aventuras y comedias. Bravo ha escogido un tono realista, duro, costumbrista, sin concesiones. Cierto es que hay chistes y parodias… pero rodeadas de crueldad y dolor.
No es una obra para regalar a tu sobrina de 14 años.
Estamos delante de una obra ambientada en la guerra. Muere gente. Niños quedan huérfanos. La gente es perseguida por sus ideas y por su origen. La puta Segunda Guerra Mundial.
El guión nos guía a través de la conquista de Bélgica. Todos sabemos, más o menos, que Bélgica resistió solamente unos pocos días. No os destripo nada, queridos lectores. Y tras la derrota, la ocupación.
Y la supervivencia.
Bravo nos cuenta una historia relativament tranquila y pausada. Vamos a saltos, lentamente, sin prisas. El día a día de la conquista y de la ocupación. Presentándonos personajes que solamente aparecen una vez, otros que vemos que serán importantes, otros que reaparecen por sorpresa. No nos queda claro quién es importante y quién no. Tal y como lo viviría Spirou en esta realidad bélica de su historia y vida.
Estamos ante un álbum para leer y releer con calma. Fijándonos en los detalles tras la primera lectura. Detalles tanto gráficos como de historia.
Hemos dicho que el tono escogido es realista. Y por lo tanto contrasta incluso más de lo habitual el patoso de Fantasio. Que en algunas escenas deja de ser torpe para parecer casi tonto. Nos parece que nadie puede ser tan patoso… y entonces nos encontramos con una escena como la de los oficiales francés e inglés o la del portero del hotel y pensamos que quizás Fantasio no sea el único fuera de lugar en esta guerra.
Que quizás niega la realidad que le ha tocado vivir.
Pero escenas como la de la granja nos traen de vuelta a la realidad. Ah, esa granja…
Bravo no teme tocar temas espinosos en esta obra.
Tendremos escenas que nos harán pensar en el racismo, la política, la iglesia, el trabajo de menores en organizaciones juveniles…
Después de todo, aunque oculta tras el nombre de Spirou, estamos ante una obra adulta. Para lectores adultos y sobre temas adultos.
Hay mucha más chica de la que parece en esta obra. Y estamos ante el primero de cuatro tomos.
Pasemos al dibujo. Un dibujo detallado a la vez que simple. Sin grandes alardes ni enormes escenas. Sin posturitas ni pósteres que ocupen páginas enteras. Un dibujo que vuelve a los orígenes del personaje y que tiene espacio de sobra para contarnos con calma lo que quiere el autor.
Y que se permite el lujo de hacer chistes visuales, como cuando Spirou abandona su uniforme para tomar unas ropas que son extrañamente similares a las de cierto reportero conocido por ir acompañado por un perrito blanco y…
Regalos para los lectores. Pero perfectamente integrados en la trama.
El color es de Fanny Benoit. Discreto e integrado en un estilo tranquilo y realista. Sin alardes y muy realista.
La traducción es de Lorenzo F. Díaz.
El tomo carece de extras, excepto una breve nota sobre los periódicos en la página de créditos inicial.
¿Por qué leer La esperanza pese a todo?
Una historia creible y realista de la vida en la Bélgica de la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué no leer La esperanza pese a todo?
Buscas al Spirou de la serie oficial.