Planeta Cómic sigue en su línea de adaptaciones de obras que han tenido un cierto impacto en la literatura reciente. Hoy le toca el turno a La desaparición de Josef Mengele, una adaptación a cargo del guionista Matz y el dibujante Jörg Mailliet, de la obra del escritor alemán Olivier Guez, que relata los años en el exilio del temible médico nazi que usó los campos de concentración como laboratorios de investigación en los que no existía la ética y la humanidad en los experimentos. Una obra biográfica, que sigue de cerca la novela original y en la que vemos los años en los que Mengele tuvo que instalarse en Argentina y otros tantos países latinoamericanos huyendo del intento de Israel por juzgarlo y condenarlo por sus crímenes.
La obra comienza con la salida de Mengele de Alemania hacia Argentina, donde con un nombre falso, y sin su mujer ni hijo, se instalaría como un ingeniero que se resistía a aceptar los trabajos de poca categoría que le ofrecían. Poco tardaría en instalarse en esa sociedad que vivía bajo el mandato de Juan Domingo Perón, afín al régimen nazi y a su desprecio por lo que consideraban «razas inferiores». Pero su prosperidad se vería condicionada por el intento del gobierno israelita de localizarlo y darle caza, lo cual obligaría al galeno a saltar de país en país con el miedo continuo a ser capturado y condenado.
Lo más interesante de esta obra es que está contada desde el propio punto de vista de Mengele. Acompañamos al alemán durante toda la obra en esos continuos intentos de hacer contactos, de huir de la justicia… pero manteniendo sus ideales y conociendo sus pensamientos en todo momento, lo cual permite ver escenas en las que renuncia a trabajos poco dignos de alguien de su categoría, de su mentalidad clasista que le llevó a hacerle despreciar al propio Adolf Eichman, y a entender lo mucho que tuvo que acabar aceptando muy a regañadientes. Creo que es la manera que tienen tanto Guez como Matz de darnos a los lectores esa satisfacción por nuestra necesidad de ver un castigo a las atrocidades que cometió, puesto que sabemos que jamás llegó a ser juzgado por ellas y murió ahogado tras un infarto cerebral.
La obra está dividida en dos grandes bloques y un epílogo. Durante el primer bloque se encuentra la etapa más próspera para Mengele, donde llegó a vivir en un buen estatus y con pocas necesidades, mientras que el segundo bloque contiene los saltos a Uruguay, Paraguay o Brasil donde llegó a vivir como un pordiosero, rodeado de esa clase baja que tanto aborrecía y en la más absoluta de las miserias. Un punto interesante de la obra es la relación con su hijo Rolf, que creció sin la influencia de su padre, y en las antípodas de sus ideales, pero que acabó recuperando una relación con él. La obra concluye con un epílogo que analiza su figura tras su muerte y cómo las víctimas de sus crímenes siguieron luchando por saber del que fue su torturador en los campos de prisioneros.
El dibujo de Jörg Mailliet es discreto y sencillo, muy al servicio de un guion en el que suceden muchas cosas, pero carentes por completo de acción. Es indudable que hay poco espacio para lucimientos narrativos que no harían sino distraer la atención de los muchos nombres y personajes que aparecen en la historia. Aunque, es de justicia reconocer, que hay alguna que otra escena en la que se nos muestran los miedos y la decadencia de Mengele, en la que sí hay espacio para algunas libertades gráficas, y en ese aspecto se desenvuelve bastante bien y consigue algunas viñetas muy opresivas y angustiosas, que transmiten con acierto el sufrimiento del protagonista. El color de Sandra Desmazières se ciñe a unas paletas ocres que aportan una sensación parecida a esas fotos antiguas en sepia, y solo permite la entrada de otros tonos en la obra cuando se trasladan a la selva brasileña.
En definitiva, La desaparición de Josef Mengele es una obra cuyo principal interés es el histórico, para conocer cómo fue la odisea del médico alemán desde su huída de una Alemania dirigida por un gobierno supervisado por los estadounidenses y su establecimiento en Argentina, donde consiguió recuperar su nombre y su estatus durante un tiempo. Una obra con un dibujo discreto, pero efectivo, en la que cualquier intento de realizar ejercicios de virutosidad gráfica hubiera supuesto un obstáculo a una historia en la que el verdadero peso recae en el guion. Si te interesa la II Guerra Mundial y quieres saber más sobre uno de los personajes más siniestros y macabros de la historia, esta obra resulta francamente interesante, y muy fidedigna.
Lo mejor: La historia es francamente interesante. Estar contada desde el punto de vista de Mengele. La relación y el personaje en sí de Rolf.
Lo peor: Es una obra en la que el cómic como medio tiene poco protagonismo, porque tiene más peso la historia en sí, que cómo se muestra.