Probablemente este no es el mejor momento para sacar a la palestra un cómic de Neil Gaiman. En medio de la vorágine en la que anda metida su figura actualmente por las múltiples acusaciones de abusos sexuales, resulta algo complicado abordar sin prejuicios La Cosa del Pantano: Hermanos y otras historias. No obstante, hay un tebeo más allá de su autor y es un buen tebeo.
Son temas muy delicados y hay montones de debate en torno a ellos, sobre separar o no la obra del autor, sobre la controvertida cultura de la cancelación y tantas otras aristas sobre las que rara vez la solución es blanca o negra. Sin embargo, por más que el nombre que pone en grande en la portada es el de Gaiman, hay otro buen puñado de autores implicados en estas historias y, por respeto a su trabajo, trataremos de separarlo de cuestiones éticas y que sea cada uno de los lectores quien decida estos menesteres.
La Cosa del Pantano: Hermanos y otras historias no es además ni mucho menos una obra de nuevo cuño. En realidad, parte fundamentalmente de aquel recopilatorio Midnight Days, que DC publicara en 1999, reuniendo diversas historias cortas del escritor de Portchester. De entre todas ellas, ECC ha seleccionado las tres que orbitan en torno a La Cosa del Pantano para este volumen. Y si bien una de ellas fue realizada expresamente para la mencionada antología, las otras dos son incluso anteriores, ya que proceden del Swamp Thing Annual #5, nada menos que una década anterior, cuando había poco más de un arco de Sandman publicado. En resumidas cuentas, exceptuando la primera historia, en las otras dos tenemos a un Gaiman más bien bisoño, que apenas tenía un puñado de títulos en su haber, formándose aún como escritor y con una fuerte influencia de Alan Moore.
Esta influencia debería haber sido menos palpable en Jack del verde, el primero de los relatos de La Cosa del Pantano: Hermanos y otras historias. Como adelantábamos, fue producido hacia el final del pasado siglo con un Gaiman consolidado en su estatus de estrella, con Sandman terminado, con sus primeras novelas publicadas y dados sus primeros pasos en televisión. No obstante la referencia a Alan Moore es clara, dado que para esta historia, se reune con Stephen Bissette, John Totleben y Tatjana Wood, el histórico equipo gráfico, que junto con Moore y Rick Veitch nos darían la más memorable etapa de La Cosa del Pantano. Jack del verde nos lleva a algún lugar de los alrededores del pueblo inglés de Purchester — referencia directa al pueblo natal de Gaiman — en el siglo XVII. Jack es un elemental del verde que asiste los últimos momentos de vida de un enfermo de peste.
Nos vamos después con Hermanos, la historia principal y que da título al tomo. Richard Piers Rayner y Mike Hoffman son los dibujantes que hacen equipo con Gaiman para recuperar al Hermano Poder, un concepto tardío de Joe Simon que sólo duró un par de números. En el más puro estilo de la segunda mitad de los ochenta, rescatan al personaje solo para llevárselo a su lado más crepuscular y exhumar el cadáver del espíritu hippy en un mundo que ya no tiene lugar para sus ideas y tal vez nunca lo tuvo. Pese a que tampoco contamos con Alec Holland, sí tendremos por aquí a Abby, Chester y Liz — viejos conocidos de los pantanos — en el centro de esta historia y algunos elementos del universo DC tradicional, como Firestorm o el propio Batman, en la periferia.
Concluimos La Cosa del Pantano: Hermanos y otras historias con Historias del dios peludo, con Jason Woodrue, el Hombre Florónico, como protagonista. Tenemos aquí el arte de un Mike Mignola pre-Hellboy, en la época de Gotham a luz de gas. Del mismo modo que el primer capítulo de este tomo y como es casi una seña identitaria de Gaiman, Historias del dios peludo es un relato planteado casi como una obra de teatro. Apenas un puñado de personajes y prácticamente un solo escenario con predominio de los monólogos y diálogos sobre la acción. En estas diez páginas, Woodrue medita acerca de una especie de teología del verde un tanto delirante e hipnótica, que en su día se planteó para ser algo más grande y nunca llegó a desarrollarse.
Pese a respirarse la herencia de Alan Moore a lo largo de las tres partes de La Cosa del Pantano: Hermanos y otras historias, todas las claves futuras de Gaiman están ahí, para bien y para mal: la órbita sobre la condición, concepción y formas de las propias historias, la teatralidad, las aspiraciones hacia otras formas literarias… No sabemos cómo concluirán los recientes escándalos en torno a la figura de Neil Gaiman ni si acaso su carrera habrá tocado fin debido a estos. En cualquier caso, y al margen lo nocivo o no de su conducta personal, nos quedan sus historias y más allás de sus grandes vacas sagradas, permanecen también pequeñas píldoras, que además, y como suele ser habitual en las historias de este escritor, tiene la suerte de rodearse de un equipo gráfico impecable.
