A ver, ¿pero quién es ese tal Charles Soule?
Hace tres años, dudo que muchos lectores habituales de cómic americano supieran de su existencia. De hecho, su producción anterior a 2013 es bastante escasita. Una novela gráfica sobre un luchador/superhéroe llamada Strongman para SLG (editorial conocida por Lenore, Gloom Cookie y similares), un par de series limitadas en Image (Twenty-Seven y Twenty-Seven: Second Set) y una limitada en Archaia (Strange Attractors). En total, 14 tebeos en grapa y una novela gráfica.
Y llega 2013. Y suenan las campanas en casa Soule. Los de DC le han encargado guionizar La Cosa Del Pantano sustituyendo a uno de los guionistas mejor valorados de la casa en el momento, Scott Snyder. Y ya puestos, sustituye también a Peter Milligan en Red Lanterns. Y ya de paso, abren una serie nueva contando con él como guionista: Superman/Wonder Woman con Tony Daniel a los lápices. No sé quién sería el cazatalentos que se fijó en él, pero la apuesta fue muy clara, y le salió bien.
El caso es que en Marvel se dan cuenta de que hay un recién llegado que ha salido de la nada y que su trabajo está gustando. Llaman a su puerta y le empiezan a ofrecer trabajos. En ese mismo 2013 empieza en Thunderbolts, para encargarse en 2014 de la nueva serie de Hulka, de Inhumano con Joe Madureira (que, fiel a su historia, pegó la espantada en el número 3), y del evento del año: La Muerte de Lobezno. Y en el futuro le espera ser el sucesor de Mark Waid al frente de Daredevil. En dos años ha pasado de no ser nadie a ser alguien que ha pasado por las dos grandes, haciendo y deshaciendo a su antojo.
¿Y es para tanto el chaval?
Pues para ser un recién llegado sin experiencia, la verdad es que el chico promete. Sorprende que tenga tiempo para escribir tantas cosas a la vez… y más aún sabiendo que ejerce de abogado (interesante experiencia para el futuro guionista de Matt Murdock), y que es compositor y violinista especializado en bodas en un proyecto a medias con su esposa, y que tiene un grupo en el que canta y toca la guitarra. Y en su tiempo libre (¿tiene de eso?), por lo visto escribe novelas. Pero el tiempo que le dedica al cómic está, desde luego, bien aprovechado. La Muerte de Lobezno es un blockbuster ligerito sin demasiada profundidad pero bastante entretenido (eh, el dibujo de McNiven ayuda), Inhumano es lo mejor que se ha hecho con los Inhumanos de protagonistas desde aquella joyita de Paul Jenkins y Jae Lee de hace casi 20 años… y vamos con lo que nos ocupa hoy, La Cosa Del Pantano.
Soule fue el guionista de La Cosa Del Pantano desde el número 19 hasta el cierre de la colección en el número 40 (etapa recogida en los tomos 4 al 9 de la edición en castellano de ECC, ya completa, no se la pierdan) y, sin ser la mejor etapa de la historia del personaje, sí que aprueba con nota su primer trabajo profesional, y no era fácil después del entorno en que le había dejado Scott Snyder en Mundo Putrefacto.
Hagamos historia.
Las consecuencias del terremoto que supusieron los Nuevos 52 fueron variables según el personaje. Algunos, como Batman o Linterna Verde, no notaron el cambio, ya que sus autores siguieron contando las mismas historias que antes de Flashpoint como si la nueva línea editorial no fuera con ellos. Otras, como Hawkman o Green Arrow, tuvieron reinvenciones desafortunadas que los convirtieron en títulos plomizos y sin interés, acabando cancelados o re-reinventados con autores con mejores ideas (como es el caso del impresionante Green Arrow de Lemire y Sorrentino). Y hubo series que fueron notablemente mejoradas. Wonder Woman, Aquaman y Animal Man, por ejemplo, son tres personajes cuyas recientes trayectorias iban dando tumbos sin ninguna dirección definida que recibieron autores francamente inspirados. Pero en todo caso, el Nuevo Universo DC era una oportunidad para empezar de cero reescribiendo a los personajes desde sus cimientos.
La Cosa Del Pantano era una serie que caía en este último grupo. Desde el cierre de la serie clásica en 1994 (el volumen 2, que alcanzó los 140 números), tuvo un par de intentos de relanzamiento. Uno en 2001, con Brian Vaughan al guión y Tefé de protagonista, y otro en 2004 que tuvo tres guionistas distintos en los 29 números que duró. En 2010, como consecuencia del evento Brightest Day, se reintegró en el Universo DC proveniente del sello Vertigo, del que había formado parte desde su creación.
Y llegan los N52, y se lanza una nueva serie, a ver si esta vez funciona. Y se pone -casi- toda la carne en el asador, con Scott Snyder y Yanick Paquette. En esta etapa se explora la relación entre Alec Holland y Swampy, y se aprovecha el crossover entre esta serie, Animal Man y Frankenstein para crear un tercer reino, el Negro de la putrefacción, que viene a unirse al tradicional Verde vegetal y al Rojo animal, creado por Jamie Delano en su magnífica y nunca suficientemente apreciada etapa en Animal Man.
Y ante la sobresaturación de Snyder llega Soule. Y para sustituir a Paquette, tendremos a Kano, a Jesús Saiz y a Javi Pina, que hacen un trabajo memorable.
Lo primero que hace Soule es definir qué significan los Nuevos 52. Por un lado, los personajes tienen que ser reconocibles, y hay que ser fiel a la dilatada historia que tienen. Y por otro, es un nuevo punto de partida y una posibilidad de reinvención que actualice los personajes. ¿Se puede ser fiel a la historia y rupturista a la vez? ¿Son compatibles el legado y la innovación? Se puede, y Soule lo hace.
Empieza su historia con un personaje nuevo, el Sembrador, que resulta ser una recreación de un personaje clásico de la serie. Y poco a poco van apareciendo nuevos personajes que irán enriqueciendo la galería de secundarios, como los Sureen, adoradores de los Avatares, o antiguos Avatares del Verde, como el Lobo o Dama Maleza, a los que dota de historia y personalidad, siendo algo más que personajes genéricos dentro del Parlamento de los Árboles. Y nos encontraremos ante una historia de sabor clásico en la que el cargo del Avatar es disputado una vez más, teniendo de fondo el eterno conflicto entre la humanidad de Alec Holland y sus responsabilidades ante el Verde.
Pero no tiene suficiente con eso. El respeto y el homenaje a etapas anteriores del personaje están ahí, pero Soule quiere además expandir el entorno en el que se mueve la serie. Y para ello, además del enriquecimiento ya mencionado del plantel de personajes secundarios, nos introduce conceptos nuevos. Y al igual que hizo Geoff Johns creando nuevos Cuerpos en Linterna Verde (naranjas, rojos y negros), aquí nos plantea dos reinos nuevos que vienen a unirse a los tres preexistentes: el Gris, el reino de los hongos, diferenciado del reino vegetal, y el Cálculo (posteriormente el Ritmo), que representa a las máquinas, que han adquirido consciencia a lo Skynet.
¿Qué podría haber sido de todo esto? Quién sabe. Finalizada esta historia, Charles Soule abandona DC para firmar un contrato en exclusiva con Marvel, no sin antes crear un sexto reino en sus últimos coletazos al frente de la serie en una trama de profundo sabor metalingüístico que nos deja con ganas de saber más. Así que nos hemos quedado con una etapa que nos deja un nuevo tablero que puede dar mucho juego en manos competentes… pero a estas alturas, la serie, que empezó vendiendo cerca de las 70000 copias mensuales, ha bajado hasta las 15000, y en DC han decidido darle un respiro al personaje. Pero volverá, seguro que volverá. Y en manos del siguiente guionista está el explorar estas puertas recién abiertas… y esperamos que sí lo haga.
(¿Veis cómo se puede hacer una reseña de La Cosa del Pantano sin hablar de Alan Moore? ¡Ouch! Casi…)