Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

La Casa de Té de Lamastelle-san: Mibu – El Bulli.

Saludos otra vez, lectores mios. Segunda reseña del dia. Hay que ver, desde que los Altos Editores me regalaron ese torque que da descargas eléctricas si me alejo mucho del teclado, lo productivo que soy.

Tenemos hoy en la mesa de disección un manga sobre restaurantes y chefs. Mibu – El Bulli, de Naomi Tanaka a la máquina de escribir y Dai Ochiai usando los pinceles.

Pero, por favor, ¿dónde está mi educación? Pasad y sentáos. Ponéos cómodos mientras os ofrezco esta reseña como los platos japoneses que llenan este libro.

Sentáos aquí, cerca del estanque, bajo los pinos. Eso es, pongo un poco de música suave y empezamos con la edición.

Norma nos ofrece una edición impecable. Desde un dibujo que ocupa portada, lomo y contraportada ( en cartoné ) hasta unas guardas decoradas con las firmas de los protagonistas de la historia. Tenemos un prólogo de Ferran Adriá. Tenemos dos epílogos, uno de Hiroyosi Ishida y otro de Roger Ortuño. Tenemos una página de notas culinarias ( para leer un manga sobre cocina no hay que ser un chef, y se agradecen ). Tenemos seis carillas con dibujos de los ingredientes y utensilios utilizados, con su nombre en español y japonés ( una preciosidad de páginas ).

Por tener, tenemos hasta una página donde salen dibujados y con sus nombres los 9 miembros del equipo creativo de este manga. Un detalle que me ha encantado.

Y ahora que hemos apreciado la belleza del plato, es hora de que lo probéis. empezad con estos cuencos de sopa, cuidado que están muy calientes…

El guión está basado en un hecho real, la visita de los miembros del restaurante japonés Mibu a el bulli, donde sirvieron y cocinaron durante una semana. Esto no le da mucho margen a la autora, que sin embargo es capaz de contarnos una historia interesante.

Usando flashbacks, alguna ensoñación ( causada por el cansancio del viaje y del trabajo, sin duda ), algo de poesia y algunas licencias del género ( la escena del doctor de Barcelona que pone en juego su carrera si la paciente no se toma un dia de descanso no me la trago ni harto de sake del bueno, lo siento 🙂 ) nos ofrece algo más que simples escenas de comida.

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Como antiguo trabajador en hosteleria me ha gustado el detalle prestado a “los que no se ven”. El mejor chef del mundo no puede hacer nada sina lguien que le lave los platos, le traiga las bolsas del mercado, le monte la mesa, le retire a los clientes los platos usados.

Aún reconociendole a la autora del guión el mérito, hay veces que te queda el sabor ( el sabor, en un manga de restaurantes, ¿pilláis el chiste? Vale, vale, ya lo dejo… ) de que estamos ante dos amigos que se dicen mutuamente lo guapos y buenos y majetes que son.

Ahora, antes de hablar del dibujo, por favor disfrutad de este nikuyaga casero que os he preparado. Servios sin miedo, que esto es España y siempre se cocina de más.

El dibujo de esta obra se ha puesto al servicio de la historia más de lo habitual. Lo más detallado son las diferentes decoraciones de los locales y los platos servidos. Sin abandonar los fondos o los personajes, estos se ven como secundarios. Los personajes principales sabes que son ellos porque te lo dicen, pero podrían ser perfectamente personajes inventados, que la historia iría igualhacia adelante.

En las viñetas importantes, las de comida, aumenta el tamaño del dibujo y la rotulación busca una esquina, para que podamos apreciar mejor el dibujo y el aspecto del plato.

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Lo mejor son las seis páginas del final, con ese dibujo difuminado y suave que nos muestra ingredientes y utensilios, al estilo de un manual de cocina.

¿Por qué leer Mibu – el Bulli?

Te gusta la cocina japonesa. A pesar del tema, es una historia rápida y facil de leer. La edición es preciosa.

¿Por qué no leer Mibu – el Bulli?

No te interesa la gastronomía japonesa. El dibujo no es el de Taniguchi.