Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Kuklos, de Christophe Gaultier y Sylvain Ricard

Kuklos, de Christophe Gaultier y Sylvain Ricard
Guion
Sylvain Ricard.
Dibujo
Christophe Gaultier.
Tinta
Christophe Gaultier.
Color
Christophe Gaultier.
Formato
Cartoné, 80 págs, color, 21x29 cm.
Precio
22€.
Editorial
Ponent Mon. 2019.
Edición original
Kuklos (Futuropolis).

Ponent Mon acaba de publicar la obra Kuklos, de Christophe Gaultier y Sylvain Ricard. Una obra opresiva, dura y que da una sensación de continua incomodidad, gracias a unos protagonistas que se pueden encuadrar en la categoría de malos o en la de peores, pero que difícilmente pueden provocar ninguna empatía con ninguno de ellos. Kuklos significa círculo o anillo en griego, y es la palabra en la que se basaron los fundadores del temible grupo para denominar su clan (Kuklos –> Ku Klux). No pretende un acercamiento histórico a la creación del grupo, sino más bien contar una historia de uno de sus miembros, aunque no por ello va a dejar de aportar datos de cómo estaba constituido el grupo y la jerga y jerarquía que existía en su interior.


Kuklos se centra en la figura de Thomas Jackson, el hijo de uno de los cabecillas locales del KKK, desde su infancia hasta convertirse en uno de los líderes locales siguiendo los pasos de su padre. Thomas tiene una ideología claramente supremacista, pero no está a favor de los métodos utilizados por ciertos miembros del grupo, mucho más radicales y violentos. Eso le enfrentará a Hummond, uno de los principales enemigos de su padre y que, años después, seguirá siendo un dolor de cabeza para los Jackson.

Sylvain Ricard (…con locura, amor y malos tratos, Ni tierra ni mar) construye una historia angustiosa, en la que se ve al grupo desde dentro, a través de los ojos de una persona que cree firmemente en la supremacía blanca y que desprecia a la raza negra. Para ello, comienza retrotrayéndonos a su infancia, a cómo descubrió que su padre pertenecía a la organización y a mostrarnos la admiración que sentía por él. El gran acierto, en mi opinión, que tiene la obra es precisamente el intentar mostrarnos a un hombre con valores, algo que podemos ver como positivo, pero que contrasta frontalmente con el hecho del estar a favor de matar y torturar a otras personas por el mero hecho de tener la piel de otro color. En contraposición, tenemos a Hummond, un tipo que raya en lo patológico, con una sed de poder y una falta de respeto por la jerarquía que nos lo harán ver como «el malo», aunque como ya he dicho, aquí no hay buenos y malos, sino malos y peores.

El dibujo de Christophe Gaultier (Caído del cielo, Robinson Crusoe) es perfecto para el tono de la historia. Se trata de un dibujo realizado a vuelapluma, con un trazo irregular muy fino, con personajes estilizados y con un sombreado realizado a partir de una sobrecarga de líneas a rotulador que, en un primer vistazo puede resultar algo feo, pero que aporta esa suciedad, ese tono de desasosiego y de estar ante algo desagradable que contribuye a generar atmósfera a la obra. Gaultier también es responsable del color, con una paleta de tonos ocres y marrones de los que apenas se sale, salvo para algún cielo. Casi toda la obra transcurre de noche, por lo que los tonos oscuros predominan sobre los demás.

Kuklos también gira en torno a una continua pugna por el poder. En toda organización, del tipo que sea, en la que haya una jerarquía y la posibilidad de ascender, es normal que estén los que respetan las normas pero también aquellos que solo miren para su propio interés, tanto el que está aspirando por el cargo más alto como aquellos otros que están en lo más bajo, que acaban de llegar pero que quieren ir ascendiendo con una pequeña ayuda a empujones. Otro de los factores que me ha gustado es el papel de las víctimas. Evidentemente que lo son, pero los autores ponen de manifiesto que, llegado el momento, y cuando estalla una guerra, no hay buenos y malos, sino que cualquier movimiento cercano a la violencia es igualmente criticable. Es otra de esas sensaciones contrapuestas que despierta esta obra: igual que te sientes mal si percibes una mínima empatía por un asesino… pero que es fiel a unos ideales y a unas normas, te sientes mal si ves que una víctima, que un tipo al que quieren matar, se levanta y responde con métodos igualmente violentos. En todo caso plantea unas situaciones que llaman a la reflexión, que es lo más positivo que le he encontrado a esta Kuklos.


En definitiva, Kuklos.

Estamos ante una obra ambientada en pleno seno de un grupo radical y despreciable como es el Ku Klux Klan. Nos presentan a un personaje que ha crecido condicionado por lo que ha vivido en casa, que ha visto como normales los comportamientos violentos y racistas de un padre al que admiraba. La historia, una vez finalizada, puede recordarnos a cierta línea argumental de Pulp Fiction, es como si los autores hubieran cogido ese concepto y lo hubieran trasladado a un escenario de unos Estados Unidos de principios del siglo XX en pleno auge del Ku Klux Klan. Se despertarán una serie de sensaciones contrapuestas en el lector, que solo podrá dejar de torcer el gesto una vez cierre el libro, y pueda tomar un poco de aire. Como las buenas obras que giran en torno a grupos de pensamiento censurables, lo mejor es el poso que dejan, y poder reflexionar en torno a esa difícil (a veces) discriminación entre lo bueno y lo malo al cien por cien. A veces los grises son mucho más comprometedores que un blanco o un negro.

Lo mejor: La sensación de malestar que produce. La reflexión a la que invita en todo momento. Lo bien que funciona el dibujo en la historia.

Lo peor: Que haya sitios en los que esto sigue sin ser ficción. Hubiera estado bien aprovechar el escenario para meter algo más de historia.