Todos tenemos claro que Ed Brubaker y Sean Phillips son uno de los equipos creativos mejor compenetrados, si no de la historia del cómic, al menos sí de lo que llevamos de siglo. Aunque ocasionalmente trabajen por separado, los lectores sabemos que cuando se juntan es cuando ambos autores alcanzan su nivel más alto de excelencia en el medio. También sabemos que, cualquiera que sea el tipo de historia que planteen, va a tener un filtro noir. Han pasado por el terror, los universos de superhéroes, historias de la edad de oro de Hollywood, historias de identidad… y da igual lo que te vengan a contar. Si entras en el juego que llevan más de veinte años planteando, independientemente de la temática, te va a gustar. No hay obra mala de Brubaker y Phillips, pero es que, además, Kill or Be Killed, que ha recopilado recientemente Panini en un volumen integral es posiblemente, junto a The Fade Out, lo mejor que han firmado estos autores.
Según palabras del propio Ed Brubaker, el concepto detrás de Kill or Be Killed es un batiburrillo argumental en el que entran el Spiderman de los años 70, Breaking Bad y El justiciero de la noche, la película de Charles Bronson que es una de las cumbres del cine setentero de vigilantes. El protagonista de esta obra es Dylan, un chaval de veintimuchos años que aún sigue en la universidad y tiene algún que otro problema mental. Dylan está enamorado de su mejor amiga, Kira, que mantiene una relación con su compañero de piso. Un día les escucha comentar la lástima que les da y decide ponerle fin a todo. Sube al tejado de su casa y salta desde seis alturas. Pero no muere, y se da cuenta de que no quiere morir. Y esa misma noche le visita un demonio que le dice que a partir de ese momento tiene que asesinar a una persona por cada mes extra que quiera vivir. Desde ese momento, vive de alquiler, y la renta mensual es la vida de alguien que merezca morir.
A partir de ese momento, la vida de Dylan se centra en buscar gente que merezca morir, y acaba metiendo las narices en una mafia rusa que opera en Nueva York. Pero claro, los mafiosos no se toman muy allá que les vayan matando gente, y a la policía tampoco le hace mucha gracia la idea de que haya un asesino en serie suelto por las calles, por mucho que sus víctimas sean despojos humanos que no merecen ni el aire que respiran. Y también está el tema del demonio, que desde el primer momento no tenemos claro si es real o es algún tipo de delirio del personaje protagonista. Si en Fatale Brubaker y Phillips ya jugaron con el terror sobrenatural lovecraftiano, no podemos dar nada por sentado con esta pareja. Lo que sí iremos viendo es que, según avanza su misión de supervivencia/limpieza de las calles, Dylan está cada vez más seguro de sí mismo.
Kill or Be Killed coge la forma de hacer tebeos de Brubaker y Phillips y la destila hasta la perfección. Sus personajes nunca han sido tan creíbles, tan fascinantes. Los diálogos de Brubaker son impecables, y no sobra ni una sola línea de diálogo ni un cuadro de texto, con una verosimilitud total. Incluso en esas características splash pages que veremos periódicamente, con un extenso texto, nos captura por completo, con esas ilustraciones mucho más cuidadas de lo habitual de Phillips. Pero no solo en el diálogo brilla el apartado del guión: utiliza periódicamente el recurso de meternos un flash forward que nos deja con la boca abierta, para después volver atrás y mostrarnos cómo hemos llegado a ese punto. En manos menos hábiles, este recurso puede llegar a quedar tramposo, pero en manos de este equipo creativo en el punto álgido de su carrera consigue atraparnos más aún. Tanto es así, de hecho, que me he leído este masivo volumen de más de seiscientas páginas de dos sentadas en dos días consecutivos.
Y si bien es cierto que Brubaker merece todos los halagos posibles y más por su trabajo, hay que dejar claro que sin el dibujo de Sean Phillips (y los colores de Breitweiser, por supuesto), esta obra no sería lo mismo. Siendo el cómic un medio híbrido entre lo visual y lo textual, se alcanza la excelencia cuando ambas facetas funcionan a alto nivel, pero es que el nivel de compenetración que vemos entre ambas en esta historia ha sido vista pocas veces, remando juntos en una misma dirección que les lleva directamente hasta la perfección.
Aunque la bibliografía de Brubaker y Phillips juntos siempre nos da unas obras de un nivel altísimo, lo que han conseguido con Kill or Be Killed es de otro mundo. Cogen las historias chungas del cine setentero de Charles Bronson y similares, lo pasan por su flitro personal para darnos, sin la más mínima duda, uno de los mejores cómics de la última década. Si has leído algún tebeo de estos autores y te ha gustado, no te lo pienses dos veces. Kill o Be Killed es más de lo mismo, pero mejor.