Es la hora de las tortas!!!

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Junji Ito: Relatos terroríficos nº4

Poco a poco, la panda de tarados a los que Junji Ito les (nos) toca la fibra van (vamos) rellenando sus estanterías de historias cortas rellenas de fantasmas, cadáveres, putrefacción, espirales y enfermedades mentales. Cuarto tomo de Relatos Terroríficos con cuatro historias nuevas.

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Coincidiendo con la visita de su autor al Salón del Manga de Barcelona 2016, como invitado por ECC Ediciones, publicamos una nueva entrega de la colección mensual destinada a conformar toda una biblioteca integrada por las historias que han hecho a Junji Ito merecedor de la etiqueta de maestro del terror.

Autor prolífico, buena parte de su bibliografía ha sido adaptada a la pequeña y a la gran pantalla en producciones de imagen real y de animación; y su talento ha sido reconocido con nominaciones a galardones tan prestigiosos como los Premios Eisner o la selección oficial del Festival de ‘Angoulême.

El pueblo de las sirenas

Nada bueno puede venir de una sirena. En nuestro día a día, ese ruido estridente puede provenir de una alarma, bomberos, ambulancias o un coche de policía. Una sirena es el aviso de un robo, un incendio, un accidente o algún otro tipo de crimen. O incluso la alarma de un bombardeo. Si hay niebla, con una sirena sonando las palabras Silent Hill van a venir a nuestra cabeza sí o sí. Así que cuando Kyôichi vuelve a su pueblo después de tiempo fuera y ve que allí hay una fábrica que hace sonar una sirena que hay en lo alto de una torre en espiral, sabemos que nada bueno puede pasar. Si además han dicho en las noticias que hay más de trescientos bebés desaparecidos, tenemos todo lo necesario para un horror made in Ito, con su habitual toque lovecraftiano.

Señalemos, como curiosidad, que este relato fue una de las fuentes de inspiración del videojuego Forbidden Siren, editado en 2003 por Sony para la PS2 y desarrollado por Keiichiro Toyama, responsable de… mmm… Silent Hill. Este tipo tiene un problema con las sirenas.

Un desertor en casa

Saburô Furukawa fue un soldado japonés que desertó de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y se refugió en la casa de un amigo suyo. Ocho años después, la guerra ya ha terminado, pero nadie se lo ha dicho a Saburô. ¿Por qué? Al poco de refugiarse en la casa que le acoge, fue responsable de la muerte de la hermana de su compañero en el ejército. Nadie le ha contado la verdad para que viva en una insoportable agonía, en una tensión permanente. El rencor y las ansias de venganza son poderosas…

La atmósfera de esta historia es opresiva, lo cual funciona tremendamente bien en una historia de terror. El odio acumulado para mantener durante ocho años ese Show de Truman en miniatura para torturar psicológicamente día a día a alguien que cometió un tremendo error un día es brutal. Quizás no sea una historia de terror al uso, pero la tensión que transmite la ha convertido en mi favorita del tomo.

El club de los fumadores

¿Quién, siendo adolescente, no se ha juntado con sus compañeros para fumar a escondidas? Pero, a veces, conseguir tabaco a esas edades puede ser complicado. Así que los protagonistas de nuestra historia buscan las plantas y se hacen los cigarros ellos mismos. En particular, crecen unas junto al crematorio, y la ceniza de los restos humanos es muy buen abono para las plantas…

YA. HE. TENIDO. SUFICIENTE.

El callejón

Ishida es un estudiante que decide alojarse en una pensión, en lugar de en un piso compartido como suelen hacer sus compañeros. La dueña de la pensión, reabierta por la falta de recursos que ha provocado la reciente desaparición de su marido, le asigna la antigua habitación de su hija. Pero por las noches se oyen voces extrañas de un callejón vallado que hay junto a la pensión. Y como era de esperar, la curiosidad que no le sentó precisamente bien al proverbial gato hace que Ishida se empeñe en ver qué hay dentro de ese callejón. Ni siquiera los avisos de un antiguo inquilino de la pensión servirán para hacerle ver que seguir empeñándose en ver qué demonios hay ahí no es precisamente la mejor de las ideas.

Quizás, de las cuatro historias del tomo, sea El Callejón la más floja de todas. No es que no funcione, pero es un tanto predecible. Que sí, que es una historia de fantasmas más que competente… pero a Junji Ito se le pide más que “competente”.

En resumen…

Cuatro muestras más del universo personal de Ito, con su habitual ambientación opresiva y pesimista. Como dice en El Club De Los Fumadores, es un humo que no debería tragarme. Es un sabor sombrío. Pues eso. Y si ya has llegado hasta aquí, ya sabes lo que hay.

Un pequeño pero

La portada de este tomo (a la izquierda, fotografiado junto a la imagen del mismo que hay en la web de ECC) ha quedado un punto demasiado oscura y no se aprecia con facilidad a simple vista. No quiero decir con ello que el tomo haya quedado mutilado ni nada de eso, que no es el caso, pero quizás un poco con más de cuidado en un detalle como este se habría mantenido el nivel de calidad al que la editorial nos tiene acostumbrados.