Si fuera un hipster de esos que pululan por ahí diciendo «todo es una mierda, pero antes, cuando tal cosa la conocíamos cuatro gatos, sí que molaba» estaría amargadísimo con la omnipresencia que estamos teniendo en el último par de años de la obra del autor japonés. Pero dado que no lo soy, estoy dando palmas con las orejas por la presencia habitual en el mercado de un autor que me conquistó con Uzumaki, la primera obra suya que leí en 2004 y del que en diez años sólo se había publicado una obra más, Tomie. Desde que en 2014 ECC rescató del olvido a Junji Ito, han reeditado Tomie y han editado nada menos que diez tomos nuevos de mi autor japonés fetiche. De hecho, en los dos últimos meses han salido cuatro de esos diez tomos y la mencionada reedición, aprovechando, supongo, la próxima visita del autor al Salón del Manga de Barcelona. Empecemos por Frankenstein.
Una figura enorme y sobrehumana viaja en trineo sobre la desolación que les rodea. Un hombre sentado sobre una placa de hielo flota arrastrado por la corriente. La narración de Víctor Frankenstein ahondará en los límites de la codicia humana y en los motivos por los que perdió todo lo que amaba. Y sabremos lo que aquella figura más que humana, apenas vislumbrada, significa para él.
Se espera uno de un autor como Junji Ito un universo muy personal, con un ambiente enfermizo y con un toque de putrefacción y hedor, y choca encontrarse con una adaptación de un clásico literario como Frankenstein o el Moderno Prometeo… hasta que lo lees. Aunque es cierto que Ito es un autor que suele ser asociado, por ambiente y temática, al estilo de H.P. Lovecraft, gran parte de las características de su obra se encuentran en la obra de Mary Shelley. Si no podemos catalogar de «enfermizo» a un tipo que se empeña en crear un ser vivo a base de retales de cadáveres, o hablar de putrefacción mientras Victor va profanando tumbas en busca de partes válidas para su Criatura, difícilmente podremos hacerlo en cualquier otro contexto. De hecho, si nos ponemos estrictos, el estilo y la temática de la novela de Shelley es una influencia notable en la obra del autor de Providence, llegando a homenajearla (¿o parodiarla?) en su relato Herbert West, Reanimador.
Aún así, cuando me acerqué a este tomo esperaba encontrarme una reescritura a lo Ito de la obra original. Algo al estilo… no sé. Japonés, supongo. Cuál sería mi sorpresa al ir pasando páginas y darme cuenta de que, aunque la narrativa es totalmente oriental, estaba ante una adaptación prácticamente literal de la novela original. Sí, se toma algunas licencias. Pocas, y todas ellas relacionadas con el momento en el que la Criatura le exige a su creador que le construya una pareja. Pero en general es de las adaptaciones más fieles que he visto/leído jamás. El monstruo es un ser atormentado, pero nada que ver con el monstruo patoso sin la capacidad de habla que popularizó la Universal. Para los que no hayan leído la novela, la historia es mucho más cercana a la versión que rodó Kenneth Branagh con Robert DeNiro como la Criatura.
El autor
Junji Ito (Prefectura de Gifu, 1963) es un protésico dental metido a autor de mangas de terror. No extraña ese trasfondo vital en un autor de estas características, teniendo en cuenta que la visita al dentista es uno de los terrores más arraigados en la sociedad actual. Además, tiene gatos. Ha confesado como influencias notables en su obra a Hideshi Hino (El Niño Gusano, Panorama Infernal), Kazuo Umezu (Aula A La Deriva) y el obvio pero no menos importante H. P. Lovecraft. Hoy en día, compatibiliza su trabajo como mangaka con el de vicepresidente de la asociación de vecinos de la urbanización en la que reside.
Fue fichado para el relanzamiento de la IP de videojuegos Silent Hill (la novena entrega, habría sido) por Hideo Kojima y Guillermo del Toro, pero lamentablemente el juego fue cancelado por desavenencias entre Kojima y Konami. La idea de un Silent Hill en el que Ito hubiera metido mano es fascinante y perturbadora a partes iguales, aunque nunca llegue a materializarse.
Entre sus obras más notables podemos citar Uzumaki (2001) y Tomie (1997), pero hay una buena cantidad de ellas en el catálogo de ECC. Más información, aquí.
En resumen…
Aún siendo una de las obras primerizas del autor, fechada en 1994 (y aún sin edición en inglés), vemos en ella gran parte de las características que definirán al autor que tanto llegaremos a apreciar. Aun notándosele un tanto verde, su narrativa y su trazo son sólidos. Es más que una mera curiosidad de esas que compras por completismo de un autor. Pero, desde luego, todo fan de Ito debe hacerse con este tomo. Y los que disfruten con el manga de terror más clásico, también.