Desde hace tiempo, los Titanes tienen un doble enfoque. Por un lado, son el grupo definitivo de héroes jóvenes. Ni los Nuevos Mutantes, ni Gen 13, ni los Campeones ni la Legión de Superhéroes. Cuando piensas en un grupo de héroes adolescentes, los primeros que vienen a la cabeza siempre son los Nuevos/Jóvenes Titanes, el rasero por el que los demás se miden. Pero es que además, los Titanes, aún jóvenes pero no ya Teen, son la agrupación de héroes infantiles/juveniles que, con el paso de los años, han ido madurando. Más despacio que en el mundo real, sí, pero las evoluciones de Dick Grayson, Donna Troy y Wally West son historia viva del cómic superheroico. Y periódicamente se van alternando ambos enfoques en el título, cambiando la alineación cuando toca, con Dick Grayson cuando se pretende un grupo algo más adulto, con Tim Drake cuando se busca una versión más joven.
Hasta ahora.
Como ha ocurrido en otras franquicias, los Titanes también han tenido, gracias a Renacimiento, dos colecciones dedicadas al grupo. Pero a diferencia de lo que suele ocurrir, aquí no tenemos una colección para los personajes principales y otra para los secundarios. Aquí tenemos una serie para el grupo de miembros que han llegado a la edad adulta, Titanes, de cuyo primer volumen ya hablamos aquí, y otra para los adolescentes (o que al menos lo parecen), Jóvenes Titanes, la que hoy nos ocupa.
Jóvenes Titanes
Así como ya dijimos que Titanes funciona, al menos en su primer volumen, como la serie del Wally West pre-Flashpoint y sus amigos, podríamos decir que Jóvenes Titanes es la serie de Damian Wayne. De hecho, el primer arco argumental de la serie, que da título al primer TPB americano, es Damian Sabe Lo Que Te Conviene.
Esta encarnación de los Jóvenes Titanes es un grupo fundado y reunido por Damian. La selección de miembros tiene un criterio claro: cada uno de los miembros seleccionados por Robin, y reclutados de una forma que en cierto modo recuerda a La Torre de Babel de la JLA, es un objetivo de asesinato para que un aspirante adolescente a formar parte como miembro de pleno derecho de la Liga de Asesinos de Ra’s Al Ghul, el abuelísimo de Damian. En este entorno, se planteará una vez más la dualidad de Damian, el enfrentamiento entre sus dos líneas de sangre, la elección entre el legado de su padre y el de su abuelo, el bien y el mal. Esta trama ocupa gran parte del tomo, que se complementa con una historia de dos números introduciendo a Jackson Hyde, el nuevo Aqualad.
Esta nueva etapa marca un momento en el que los Titanes vuelven a ser una lectura disfrutable. Desde los ya lejanos tiempos de Geoff Johns, las series regulares de los Titanes eran, en el mejor de los casos, un tebeo del montón, cuando no directamente por debajo del mínimo de calidad exigible, como los números de Scott Lobdell al principio de los Nuevos 52. Tenemos un grupo razonablemente bien caracterizado, con unas dinámicas planteadas de forma interesante, aunque estemos a la espera de que se desarrollen con mayor profundidad en posteriores números de la serie. A estas alturas, podríamos decir que funcionan especialmente bien la oposición entre Robin y Chico Bestia, entre personaje oscuro y payasete ruidoso, y la relación que tiene Raven con Robin, a la que se podría ver como una hermana mayor, alguien consciente de lo que implica pertenecer a una estirpe malvada.
Los autores
El guión corre a cargo de Benjamin Percy, escritor al que leímos por primera vez hace tan solo tres años en una historia en dos partes en Detective Comics y que desde entonces lleva firmando una sólida etapa en Green Arrow, al que ha devuelto en el relanzamiento de Renacimiento al tono y estética que conocíamos previo a los Nuevos 52.
En el dibujo tenemos uno de los males endémicos de los últimos tiempos. Ocho números, cuatro dibujantes. Los dos primeros números están firmados por Jonboy Meyers, que abandonó la serie por «diferencias creativas», hubo un número de Diógenes Neves, y en el número 3 de la serie mensual entró el nuevo dibujante regular, Khoi Pham, ayudado en el último número del tomo por Phil Hester. A Pham le hemos visto principalmente en Marvel, en series como Hércules, Poderosos Vengadores, X-Factor o Araña Escarlata.
En resumen…
El mayor problema que le podríamos achacar a esta serie es que realmente no es una serie grupal, sino una continuación temática de la anterior serie protagonizada por Damian, Robin, Hijo de Batman, con personajes invitados. No quiere decir que sea un mal volumen, o que esté mal llevada, pero es una serie grupal en la que uno de los personajes se lleva el absoluto protagonismo y sobre cuyo trasfondo se basa toda la trama del primer arco argumental. De hecho, la historia de Damian enfrentándose con esa Liga junior de los Asesinos podría haber sido perfectamente un tercer tomo de su serie en solitario. Por lo demás, es una historia muy disfrutable y que será imprescindible para los fans de Damian Wayne, al que tenemos aquí en su vertiente un poco más oscura, dejando la más humorística para la imprescindible Superhijos.