Decíamos hace un par de meses, cuando hablamos del primer tomo de Quien ríe el último, el evento de 2001 centrado en el Joker, que era una interesante instantántea del estado de DC a principios de siglo, una época, por cierto, que ha terminado siendo una fuente de clásicos, no quizás al nivel de la Modern Age de finales de los 80, pero sí que ha sido el momento más dulce de la editorial en los últimos treinta años. Y si en el tomo anterior teníamos una representación de series como Orion de Walter Simonson, Young Justice de Peter David, Batman de Ed Brubaker o Detective Comics de Greg Rucka, en este segundo tenemos Green Lantern de Judd Winick, JSA y Flash de Geoff Johns, Action Comics de Joe Kelly o Supergirl de Peter David.

Joker: ¡Más difícil todavía!

Comentábamos también en la mencionada entrada anterior que la estructura de “llega la toxina jokerizadora a una serie, infecta a uno de los personajes secundarios y el protagonista tiene que lidiar con este problema” llegaba a ser un tanto repetitivo. Así que tenía mis recelos ante la lectura de este segundo volumen. Si en la primera mitad ya había una cierta sensación de estar leyendo lo mismo una y otra vez, no era precisamente atrayente la idea de meterse otras cuatrocientas páginas más, pero sin la presentación de la historia y la novedad del concepto.

Pero no es exactamente el caso.

A ver, sí que hay alguna historia más en la que se jokeriza a alguno de los villanos y secundarios, pero hay un primer giro en el que las víctimas de la toxina empiezan a bordear lo absurdo. Y en una historia centrada en el Joker y sus trastornos mentales, no es mala idea. ¿Algún ejemplo? Podíamos hablar de la versión Joker de Lady Halcón que aparece en el número de Harley Quinn que abre el volumen, del Erradicador kryptoniano jokerizado, de Grayven, el hijo de Darkseid o de Solomon Grundy. Y si te estás preguntando cómo se jokeriza un zombi vegetal, cuando llegues a ver a Parallax con la sonrisa del Joker vas a tener que recoger la mandíbula del suelo. Ahora piensa que estamos hablando de Parallax en 2001. Después de la muerte de Hal Jordan y antes de su Renacimiento. Y una pregunta, ¿qué diferencia habría entre un Creeper normal y uno trastornado? Pero también la jokerización de personajes que no tienen sentido tiene un límite, así que en la recta final… A ver, ¿en alguna ocasión has conocido a un magufo que diga eso de que “nos están fumigando”…?

¿Y el final de la historia? Bueno, somos conscientes de que el Joker no murió en 2001, así que ese tumor cerebral inoperable y terminal no resultó serlo tanto. ¿Cómo se resolvió este tema? Con uno de los mayores facepalm de la historia. No digo más.

Al margen de la historia que nos cuentan, me ha resultado una muy agradable relectura el número de Green Lantern de Winick, en el que tiene lugar la conversación entre Kyle Rayner y su amigo Terry sobre la orientación sexual de este último. Quizás hoy en día el tratamiento de la homosexualidad esté más normalizado que entonces, pero hace dos décadas, y más aún en la sociedad norteamericana, el activismo de Judd Winick, surgido de su amistad con Pedro Zamora, no era nada habitual.

Tim Sale

En la galería de portadas que hay al final del tomo hay un autor que destaca por encima de las que firman Jim Lee, de Bill Sienkiewicz y de Walter Simonson, y es precisamente Tim Sale. Además de las tres portadas que ilustran esta entrada, aparecen otras dos en este segundo tomo y una más en el primero. Me pregunto por qué no se prodigará más este hombre…

En resumen…

Lo bueno que tiene la edición de macrosagas de estas características en estos masivos volúmenes que periódicamente nos trae ECC es que en un plazo bastante corto de tiempo (dos meses, en este caso) el lector tiene a su disposición la historia completa. ¿Hay algo malo? Bueno, puede llegar a hacerse bola cuando se trata de una historia como Quien ríe el último, pero ya es cosa del lector dosificarse la lectura. Aunque claro, con el perfil compulsivo que tenemos algunos, es difícil no meterse de una sentada las cuatrocientas páginas que tiene este segundo y último volumen. Y también es difícil haber leído numeros sueltos de la JSA y del Flash de Johns y resistirse a la tentación de releer estas etapas.

Y sí, conozco el chiste de Wonder Woman tomando el sol en una azotea. Anda que…