En 2008 vio la luz la primera película de Iron Man, que daría origen al Universo Cinematográfico de Marvel, pero los cómics que estaban saliendo justo antes del estreno protagonizados por el personaje no eran especialmente memorables. La época de Iron Man como Director de S.H.I.E.L.D. acabó languideciendo más de lo deseable, y necesitaba un relanzamiento importante, para aprovechar el tirón de la recién estrenada película. El resultado fue El Invencible Iron Man, una serie escrita por Matt Fraction y Salvador Larroca cuyos primeros diecinueve números tenemos en este tomo.
El arco argumental con el que abre este masivo volumen, Las cinco pesadillas, abarca los primeros siete números de la serie regular. Los años previos de la colección regular de Iron Man habían estado marcados por el espíritu de crossover constante que había marcado la editorial, en los que Tony Stark había sido una figura central. En esta primera historia, Fraction hace toda una declaración de intenciones: Iron Man es parte del Universo Marvel, pero su serie se centra en él, en su elenco de personajes secundarios y en sus villanos. Esta historia se centra en el miedo recurrente de Tony Stark acerca de que la tecnología que ha creado para Iron Man pueda ser utilizada como herramienta por grupos terroristas. Y es lo que acaba pasando: una célula terrorista dirigida por Ezekiel Stane, el hijo del villano clásico Obadiah Stane creado por el propio Fraction unos meses antes, crea el caos por todo el mundo con material de Stark. El planteamiento de esta historia introductoria es francamente interesante: en lugar de presentar a Stark a través de su chulería y sus habilidades -características que también están presentes- lo hace a través de sus miedos y sus debilidades.
Terminada la presentación de personajes y entorno en el que nos vamos a mover, llega el extenso segundo arco, que ocupa los doce restantes números de este tomo. Como comentábamos antes, esta serie mantiene su conexión con el Universo Marvel, pero utiliza los sucesos principales como semillas para contar historias más grandes aquí. En El más buscado del mundo, una historia ambientada en los tiempos de Reinado Oscuro, Tony Stark ha sido depuesto como director de S.H.I.E.L.D. y hombre fuerte del país tras los sucesos de Invasión Secreta. Pero tiene claro que su sucesor, Norman Osborn, es un villano en el que no se puede confiar, y destruye toda la información que considera que no debería tener. En particular, el registro de identidades secretas de todos los superhéroes que dieron lugar a la Guerra Civil superheroica. ¿Ahora te das cuenta de las consecuencias del acta que tanto defendías, Tony? El caso es que, borrada esta información de los ordenadores que quedan en manos de Osborn, aún queda un sitio donde está almacenada: el cerebro de Stark. A lo largo de doce números, el antiguo hombre fuerte del gobierno estadounidense va recorriendo el mundo, convertido en un proscrito, eliminando poco a poco los conocimientos que tiene almacenados en su cabeza. A esta labor cuasi suicida le ayudan Pepper Potts y Maria Hill, además de ir introduciendo poco a poco más personajes clásicos del entorno de Iron Man. Estamos ante una historia trepidante que, respetando el pasado del personaje, es un perfecto punto de entrada para nuevos lectores sin ser sobreexplicativo para los más veteranos.
La apuesta por Matt Fraction tenía un cierto riesgo: este guionista era prácticamente un recién llegado al medio. Tan sólo llevaba tres años trabajando para Marvel previamente, pero en ese tiempo ya había firmado una recordada etapa en El Inmortal Puño de Hierro coescrita con Ed Brubaker, una serie del Castigador dibujada por Ariel Olivetti, y se había llevado el premio Harvey al mejor guionista nuevo. Con el tiempo, se acabaría viendo que la confianza depositada en él por la editorial era totalmente merecida.
A los lápices, Salvador Larroca era una elección bastante razonable. El dibujante español se había labrado una carrera muy sólida en la editorial durante los casi quince años anteriores, habiendo conseguido la reputación de ser un artista puntual y fiable, y que había demostrado sus capacidades en pilares de la editorial como las series mutantes o los 4F. Estamos ya en una época en la que Larroca ha ido virando hacia el fotorrealismo, perdiendo quizás algo del dinamismo que había tenido en años anteriores, pero haciendo aún así un muy bien trabajo, que brilla especialmente en los momentos en los que se centra en la tecnología. ¿Y qué mejor serie para aprovechar esta habilidad que Iron Man?
La elección de este equipo artístico resultó ser un gran acierto, en lo creativo y en lo editorial. El Invencible Iron Man se llevó el Eisner a mejor serie nueva en 2009, siendo el único galardón que se llevó Marvel ese año. Y además, Fraction, Larroca y D’Armata se mantuvieron constantes durante los más de sesenta números que duró su etapa, algo impensable a día de hoy.
Este material fue publicado previamente por Panini de forma un tanto irregular. Los primeros siete números, el arco de Las cinco pesadillas, aparecieron en un tomo en tapa dura publicado en abril de 2009, el mismo mes que salió a la venta en grapa el penúltimo número de la etapa de los Knauf, adelantándose a la conclusión de la historia que se estaba viendo en la colección regular. Los números ocho al diecinueve aparecieron en grapa, tras el final de Iron Man, director de S.H.I.E.L.D. y los crossovers con Invasión Secreta, entre los números 20 al 31 del primer volumen de Panini de Iron Man, con la segunda serie de Máquina de Guerra de complemento.
El Invencible Iron Man de Fraction y Larroca duró un total de 62 números mas 3 anuales. Teniendo en cuenta que en este primer Omnibus tenemos diecinueve números, es de suponer que la etapa completa de estos autores ocupe un total de cuatro volúmenes. El segundo está planificado para diciembre de este mismo año.
El relanzamiento y redefinición que hizo Warren Ellis del personaje con Extremis fue espléndido, pero sus sucesores no supieron aprovecharlo. En este nuevo volumen de El Invencible Iron Man, Matt Fraction y Salvador Larroca devuelven el interés a un personaje que no debería haberlo perdido, con una historia que mezcla lo mejor del géreno superheroico con el thriller de espionaje. Uno de los mejores momentos que ha tenido Iron Man en lo que llevamos de siglo, y nos deja con ganas de saber qué ocurre con Stark. A la espera del segundo ómnibus quedamos.