Estabilidad podría ser la palabra que definiera a Marvel desde que C. B. Cebulski se hiciera con los mandos en 2017. A excepción de la revolución mutante, la era Cebulski se caracteriza por etapas relativamente largas con un guionista fijo y hasta a veces un dibujante todo lo regular que permiten los actuales ritmos y acabados. Además, si bien tampoco podemos decir que no haya habido eventos, no han sido demasiados y más que evento han sido arcos argumentales supervitaminados de series concretas, como la Guerra de los Reinos (Thor), El Rey de Negro (Veneno) o Empyre (4 Fantástios y Vengadores). Nada de grandes acontecimientos que remuevan el status quo general. Intemporal podría ser tal vez el principio de un cambio de tendencia.
No obstante, Intemporal también podría quedarse en un catálogo-popurrí como aquel Marvel Legacy Alfa o Alerta, Sin embargo, por un lado, no es lo que parecen querer contarnos Jed McKay y compañía y, por otro, aunque la presentación de tramas presentes y futuras nunca llegara más allá de lo que tiene lugar en estas páginas, Intemporal nos ofrece por sí mismo una historia con su inicio, su nudo y su desenlace y, sobre todo, con un tratamiento de Kang como no estamos a acostumbrados a ver.
El pasado verano se estrenaba Loki en Disney+ y con ella el debut de Kang en el UCM, con lo que era el momento de sacar una nueva serie dedicada al conquistador temporal, una serie que sale en España en tomo el mismo mes que este Intemporal y, aunque no es imprescindible haberla leído, nos situamos al final de los acontecimientos que allí suceden. En Intemporal, Kang llevará tras sus pasos un cronista, a través de cuyos ojos descubriremos una visión de Kang que es a la vez fiel a su tradición y hasta cierto punto sorprendente. Salvando las enormes distancias, se nos presenta a Kang como una especie de Kraven de la línea temporal, una persona motivada por el reto, por la aventura de la conquista y por superar sus propios límites. De este modo y cómo decíamos, este one shot a cargo de Jed MacKay y varios dibujantes, es perfectamente autónomo y tiene entidad de sobra por si mismo a modo de hagiografía de Kang.
No obstante — y esto ya es especular —, el modo en el que Intemporal nos habla del momento actual y cómo nos muestra los acontecimientos, presentes y futuros, unido a la gran revelación del final del cómic y al gran evento que estaría por llegar a España antes de final de año, parece presagiar un cambio de rumbo en el futuro cercano del universo Marvel. El tiempo dirá si Intemporal ha jugado al engaño para crear expectación o realmente estamos ante el primer signo de un punto de inflexión.
Como viene siendo desgraciada costumbre en las majors en los últimos tiempos, lo peor de Intemporal está en el apartado gráfico y no por demérito de los dibujantes, que demuestran unos estados de forma que oscilan entre lo correcto y lo sobresaliente — hasta Greg Land hace un buen papel, señoras y señores— sino porque no tienen ningún sentido argumental ni narrativo que estas 48 páginas las dibujen tres personas distintas. Por encima de Greg Land y Mark Bagley, que cumplen sin sobresalir, brilla Kev Walker, un dibujante de herencia mignolesca que hemos podido ver en Los Vengadores o Star Wars Dra. Aphra.
No deja de ser irónico que tenga que ser el tiempo el que nos diga si lo que planeta Intemporal cristaliza o se queda en simple maniobra de creación de hype, pero lo que nos llevamos seguro nada más terminar este tebeo es un relato y una visión de Kang que son cómo mínimo frescos y curiosos de leer.
