Un agente de SHIELD haciendo el mejor trabajo que puede. Un joven superhéroe, tratando de ayudar a sus vecinos. Los dos se unirán en una aventura que pondrá a prueba su compromiso, sus ideales, sus esperanzas y sus sueños. Además, un equipo de héroes lucha por el planeta mientras una joven lucha contra la desesperación. Una historia de inspiración sobre cómo los Prodigios han inspirado a otros y se han inspirado entre ellos.

Los dos últimos números de esta colección titulada Instantánea Marvels está dedicada a personajes y eventos del siglo XXI, más que a los clásicos que los primeros números nos brindaron. En concreto, el número 7 pone el foco sobre la Civil War, el gran evento de 2006 que pondría patas arriba el estatus de muchos de los personajes del Universo Marvel, y que daría lugar, diez años después, a una secuela algo más insulsa. Por su parte el número 8 (y último) de la colección tiene como protagonista a la Capitana Marvel aunque en realidad el protagonismo lo comparten dos de las heroínas que han usado el nombre de Ms. Marvel: Carol Danvers y Kamala Khan.

No se puede decir que el invento de Marvels no le haya dado réditos al guionista Kurt Busiek. Entre él y Alex Ross le pusieron cara al ciudadano corriente del Universo Marvel. Pero ya lo dijo el poeta: “Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás”. Y es que esta antología de relatos cortos de 32 páginas llamada Instantánea Marvels nació bajo la premisa de recuperar el sense of wonder que siente la gente normal al rodearse de héroes, pero cuenta con la desventaja de que, una vez pasa el efecto inicial de la piel de gallina, el resto no produce la misma sensación. Es muy difícil recuperar la experiencia original de ver a los superhéroes desde a pie de calle. E incluso ahora, después de verlos en carne y hueso en cine y televisión, el fotorrealismo de Ross que nos dejó perplejos en Marvels ha perdido la capacidad de impactar que tuvo hace 30 años. A esto no ayuda que los escritores y artistas de estos dos últimos números sean de gama media, con lo que la colección finaliza con un sabor agridulce, y la sensación de que se nos ha llenado el ojo antes que la tripa.

El guionista Saladin Ahmed (Exiliados, Asombroso Spiderman) nos trae para empezar una historia en la que un joven americano-yemení obtiene poderes similares a los de Tormenta, pero a menor escala, y en vez de inscribirse en el registro superheroico los usa para ayudar a sus vecinos en una pequeña localidad de Ohio. Con tan mala suerte que SHIELD se entera y manda una patrulla a detenerle, pasando a estar bajo la custodia de un agente del montón, que ve cómo los ideales que solían defender están ahora más difusos que nunca. Los dibujos de Ryan Kelly (El club de los supervivientes) ilustran una historia de vencedores y vencidos en la que, conflictos étnicos aparte, se debate sobre el dilema entre cumplir órdenes y hacer lo correcto. Por su parte, en la última historia de la colección, el guionista Mark Waid (Heroes Return: Capitán América, Los Vengadores) escribe una historia bastante ramplona sobre una idealista chica de 14 años que se mete en líos por su implicación activista en la escuela, y que acaba conociendo a sus ídolos, encarnados en la Capitana Marvel y la actual Ms. Marvel. Ellas dos, por su parte, le cuentan sus propias historias de represión familiar en forma de padres sobreprotectores o sencillamente machistas. Si bien la historia de Carol Danvers tiene cierto componente nostálgico e inspiracional, la de Kamala Khan no termina de llegar a ninguna parte. La artista escocesa Claire Roe (Wonder Woman: Godwatch) ilustra estas páginas con un estilo más underground de lo que estamos acostumbrados a ver en cómics de superhéroes, pero que sin embargo funciona perfectamente (en mi opinión, mejor incluso que el trazo más superheroico de Ryan Kelly). Es una lástima que la trama no llegue a ninguna parte, y es que una historia que cierra la miniserie debería contener algo más de emoción y una pizca de épica, aspectos de los que, por desgracia, carece.

Tenía grandes esperanzas puesta sobre esta antología, y echando la vista atrás me doy cuenta de que cada número ha ido perdiendo fuelle con respecto al anterior. Es como si, aun contando con equipos artísticos independientes, la calidad de las historias hubiera ido decayendo a cada mes que transcurría, hasta ver que las últimas las iba leyendo con el piloto automático puesto, sin apenas nada que me sorprendiese o emocionase. Se dice que lo mínimo a lo que puede aspirar cualquier narrador es a no aburrir a su público, de manera que este cierre de Instantánea Marvels pasa la nota de corte, pero por los pelos.