Comentábamos entre los miembros de la redacción de la web que Junji Ito era un autor con ideas muy potentes y que en muchas ocasiones las desarrolla en exceso sin terminar de concretar y dando vueltas una y otra vez alrededor de la mismo. Personalmente me había alejado algo de su obra por este mismo motivo, y porque al estar publicando ECC tanto material suyo había llegado a saturarme. No obstante, cuando tiene que adaptar obras ajenas, generalmente nos encontramos ante un Ito mucho más contenido y menos disperso. Es el caso de esta Indigno de ser humano, que edita ECC Ediciones. Como nos contó Enrique en la reseña del primer tomo, este manga adapta una de las obras más exitosas de Osamu Dazai, y probablemente de la literatura japonesa en general.
Si el primer tomo estaba centrado en buena parte en la infancia de su protagonista, Yōzō Ōba, en este segundo ya tenemos a un Ōba adulto, que sigue con esa fobia social que le impide comportarse de manera sincera con las personas y que ha pasado de hacer el payaso para agradar a los demás como en su infancia, a aprovecharse directamente del efecto que tiene en las mujeres para vivir a costa de ellas. Eso es lo que le llevará a vivir con varias de ellas, aunque tras muchos intentos parece que por fin llega una mujer con la que parece puede llegar a una relación más seria.
Como decía, el hecho de estar adaptando una obra ajena, supone que Ito no divague con tanta facilidad y la historia avanza de una manera más fluida, pasando por la biografía de Ōba a lo largo de varios años. Si en el primer tomo daba la impresión de que estábamos ante una obra más realista que la hacía diferente a ese horror fantástico de otros trabajos del autor, en este tomo se acerca hacia terrenos más familiares para los que seguimos su obra. Hacia la segunda mitad del tomo, la historia entra en un terreno de ruptura con la realidad, que convierte la historia en otra de esas pesadillas kafkianas del autor japonés.
Sigue destacando por encima de todo la personalidad del protagonista, a medio camino entre una fobia social, anhedonia y por momentos incluso sadismo. Estamos ante un personaje con una tendencia inevitable a la autodestrucción, que parece incapaz de tolerar poder hacer feliz a las personas y con un concepto de sí mismo que se ve marcado por la rígida educación, especialmente, por parte de su padre. Tenemos unos capítulos en los que se profundiza en la relación ente ambos, y se remarca el carácter intolerante y déspota de su padre. Tenemos que recordar que es una obra ambientada en la Japón de los años 30, por lo que algunos personajes o comportamientos pueden resultar incluso más llamativos de lo habitual. Las diferencias culturales entre Oriente y Occidente saltan aún más a la vista.
Pero si hay algo que me ha llamado la atención de esta obra de Ito es un dibujo con una línea aún más clara y limpia de lo habitual, y el uso de sombreados digitales con grises que no habíamos visto en sus primeros trabajos, especialmente en las tonalidades y sombras de la piel. Combina muy bien con el carácter realista que tiene Indigno de ser humano, y sirve para mostrar una evolución en el trabajo del veterano autor, o al menos es la impresión que me ha dado.
En definitiva, una obra que explora otras facetas del terror, mucho más centrada en ver cómo este personaje despreciable abusa de los que le rodean, se entrega al alcohol y frecuenta amistades que no hacen sino alimentar una personalidad tóxica que arrasa con lo que se cruza en su camino. El hecho de mostrar ese pasado que pueda haber alimentado esa personalidad, no rebaja el desprecio que nos genera al leer sus andanzas. Ito refleja bien ese intento de Dazai, el autor de la novela, de explorar el terror que produce una persona destructiva y ponzoñosa.
Lo mejor: La evolución del dibujo de Ito. El malestar que genera su protagonista.
Lo peor: No es una obra para leer con un bajo estado de ánimo.