Hollywood, años cincuenta. Glamour, actores y actrices elegantes, absolutas estrellas mediáticas, películas que marcarían la vida de ciudadanos que acuden al cine huyendo de sus problemas del día a día… Todo resulta como sacado de un sueño, ¿verdad? ¿Quién no habría querido formar parte de esa época dorada del cine estadounidense? Pues si vais buscando toda esa pompa y encanto, con Hollywoodland, vais a encontrar todo lo que se esconde tras la «foto bonita», es decir, vamos a conocer a muchos personajes de la industria, pero serán aquellos a los que jamás veremos protagonizar un biopic: los que transportaban las bobinas de una ciudad a otra, el técnico que mantenía las letras del cartel más famoso del mundo, el vendedor de perritos calientes a las puertas del estudio… un sinfín de personajes que no importan a nadie pero sin los cuales hubiera sido imposible que la industria cinematográfica mejor engrasada del mundo hubiera funcionado como lo hizo. Dolmen nos trae en un tomo integral los dos libros que conforman esta serie escrita por Zidrou y dibujada por Maltaite, con tamaño de cómic europeo y papel satinado.
Cada uno de los dos libros de Hollywoodland se compone de varios capítulos cortos protagonizados por personajes diferentes. Como decía, estos personajes van desde la aspirante a actriz que salta de cama en cama en busca de una «nueva oportunidad», hasta a las adolescentes enamoradas del actor guapo del momento, el ayudante de dirección encargado de conseguir animales amaestrados para la película en la que trabajan o el guionista encargado de tener listo un libreto para el actor famoso de turno en solo un fin de semana. Si en el primer libro cada capítulo lleva el nombre de un personaje cuya inicial coincide con alguna de las letras del cartel/anuncio que da título a la obra, en el segundo libro los capítulos llevan el título de una localización relevante para la historia que se cuenta.
A pesar de tratarse de pequeñas historias cortas, el nombre de Zidrou aporta suficientes garantías para lo que te puedes esperar de ella. Y no decepciona. El guionista belga consigue mostrar la cara B del Hollywood (land) de los años cincuenta, aquellas profesiones desconocidas que siempre han quedado en segundo plano, y mostrarlas con una cotidianidad que te hace empatizar con cada uno de los personajes, aunque la mayoría sean unos desgraciados y perdedores. Y no solo eso, sino que consigue ir cruzando los caminos de todos ellos, de modo que los vayamos viendo saltar de una historia a otra dando al lector una sensación continua de «universo compartido».
Para el dibujo Zidrou se hace acompañar de Éric Maltaite, autor al que hemos visto relativamente poco en España, y del que también se acaba de publicar otro de sus trabajos en las historias cortas de Casacas azules. Como hemos dicho en más de una ocasión, una de las mayores virtudes que ha tenido Zidrou a lo largo de su carrera es saber rodearse de autores cuyos estilos encajan a la perfección con el tono de la obra. Es también el caso de Maltaite, que con ese tono amable y casi caricaturesco aporta cercanía con los personajes, pero no por ello prescinde de detalle en los fondos o paisajes, consiguiendo una ambientación fabulosa para sumergirnos de lleno ese Hollywood de mediados de siglo.
Esta edición integral incluye además un capítulo extra, no publicado previamente en la edición francesa en dos libros, y que sirve de cierre perfecto para la obra, puesto que nos muestra a prácticamente todos los personajes que han ido apareciendo anteriormente en los capítulos previos. Sí es cierto que la obra deja una sensación de poder haber llegado a algo más que esas historias independientes, de haberla continuado e ir cruzando aún más las vidas de los personajes, aunque mi sensación es que el segundo tomo baja un poquito respecto del primero, por lo que no descartaría que la intención original fuera de seguir más adelante y que algo lo haya impedido.
En definitiva, Hollywoodland es una obra coral repleta de esos profesionales anónimos que han permitido mantener la industria del cine en sus comienzos, sin que nadie haya reparado demasiado en ellos. Historias cortas independientes (aunque se van entrecruzando entre sí) que resultan interesantes gracias al buen hacer de Zidrou a la hora de caracterizar personajes y con un dibujo muy correcto que no desentona en ningún momento. Un canto de amor a Hollywood centrando el punto de vista en esos profesionales ignotos que, lejos de restarle glamour a la industria, consiguen incluso dotarla de más matices y mostrar muchas más tonalidades de los claroscuros de una profesión en la que no todo era brillo y elegancia.
Lo mejor: La historia del pedigüeño ciego me pareció entrañable, con el reconocible sello Zidrou. Cómo se van mezclando las historias entre sí y permiten dar esa visión global.
Lo peor: En el fondo, no dejan de ser historias independientes que pueden resultar intrascendentes si no conectas con ellas.