Si de pequeño cogías el sueño con cuentos sobre monstruos escritos por un maestro del terror, y has tenido a Tom Savini por canguro en un tiempo en que caracterizaba a tu padre como la Cosa del pantano, no es de extrañar que te dediques a construir pesadillas para los demás. No debe ser fácil apellidarse King y hacerse un hueco en el mundo del terror, como no es fácil ser hijo de una leyenda del deporte o del cine. Pero Hill ha sabido aprovechar las herramientas que ya colgaban de su cuna para hacerse ese hueco, uno negro y profundo lleno de arañas y buenas historias.
Desde novela (NOS4A2, El traje del muerto, Cuernos…) a relato corto (A tumba abierta), su trabajo ya está siendo adaptado para televisión y la gran pantalla (The black phone, que este verano pasó por cartelera con Ethan Hawke como protagonista). En el mundo del cómic hace mucho lo tenemos fichado, y por cosas como la visita de Locke & Key a la plataforma Netflix, más y más personas se interesan por el vástago de Stephen King.
El homenaje a la obra de King suele estar ahí, y la deformación grotesca de lo cotidiano de su padre (y de Matheson antes que él) también. Incluso tiene algún que otro relato a dos manos con su padre en los que sus estilos empastan a la perfección. Pero pese a que la comparación con su progenitor es algo de lo que posiblemente no podrá huir nunca, ya se ha ganado el respeto de todos los lectores que, como nosotros, se alegran de que haya alguien de su calibre al mando de un proyecto dedicado a lo que nos gusta: cuentos que compitan con la cafeína por quitarnos el sueño.
En lo profundo del bosque
TX
Antes que nada, soy fan a muerte tanto de Stephen King como de Joe Hill. Consumo todo lo que escriben. Veo todas sus adaptaciones, y bueno, también me meto en vena todo aquello que solo lleva su nombre o en lo que están remotamente implicados. Me pasó en su día con La Torre Oscura, con American Vampire y ahora me pasa también con la primera temporada de miniseries de Hill House Comics.
En lo profundo del bosque es una miniserie de seis números. Escrita por Carmen Maria Machado, novelista estadounidense de raíces cubanas y autora todoterreno, que ha escrito desde erotismo, pasando por novela negra hasta el llamado realismo mágico.
En lo profundo del bosque está ambientada en el pequeño pueblo ficticio de Shudder To Think (que perfectamente podría estar en el estado de Maine). Desde la página uno, Machado pone toda la leña en el fuego tratando de enganchar al lector con una rápida sucesión de misterios que parten de una atractiva premisa: las dos protagonistas despiertan en el cine al final de una película, pero no recuerdan nada desde la proyección de los tráilers previos.
Machado pone todo su esfuerzo en retratar a Octavia y Eldora: su contexto, sus traumas, su relación sentimental (algo que sentó bastante mal a un sector rancio del fandom)… Siendo estos aspectos lo más positivo de la obra. Por desgracia, se nota que todavía no domina el lenguaje del cómic, ya que provoca que el ritmo caiga muchas veces y que el final sea apresurado; un final al que llegamos sufriendo muchos atajos narrativos que lastran al conjunto de la historia.
En la parte artística contamos con la dibujante griega Dani, que realiza un trabajo mayúsculo en lo referente a la ambientación, consiguiendo que el pueblo donde suceden los hechos sea un personaje más.
Una pena que la serie quede un poco coja en el aspecto literario, porque la historia y sus personajes tenían un gran potencial.
Inmersión
Alain Villacorta «Laintxo»
Sorprende que Inmersión no se publicitara más vehementemente. Para empezar, solo Un cesto lleno de cabezas e Inmersión tenían guion de puño y letra de Joe Hill, gran maestro de ceremonias de Hill House, pero sonó con mucha más fuerza la primera, tal vez por ser la obra inaugural. Sin embargo, es en Inmersión donde encontramos un Joe Hill más acorde a lo que podemos esperar y, por si fuera poco, rescataba del retiro a Stuart Immonen, uno de los dibujantes más destacados del panorama USA, que llevaba un tiempo sin prodigarse en los cómics y que ha vuelto a desaparecer al término de Inmersión.
Así pues, vamos sobrados de equipo pero nos queda dar con una premisa atractiva. Para ello, qué mejor que comenzar con un misterio. Un barco desaparecido hace más de 30 años vuelve a emitir desde el mar de Bering. Dado que el atolón Sinnikik es punto de conflicto entre Rusia y los USA, una compañía privada de cazatesoros submarinos llevará a cabo la expedición donde algo desconocido les aguarda.
Hill ha manifestado en alguna ocasión que Inmersión es su canto de amor a La Cosa, de John Carpenter y esto debería ser indicativo de lo que nos vamos a encontrar, pero hay un poco de todo en Inmersión: muertos vivientes, horror cósmico, criaturas de las profundidades y cosas aún más terroríficas, como ecuaciones matemáticas.
Immonen elige volver a un estilo más suave, redondeado y juguetón con luces con cierta semejanza a las que manejara en Superman: Identidad secreta, pero con las tablas adquiridas en todos estos años. Al mismo tiempo que abandona esa estética más angulosa, deja también de lado las composiciones grandilocuentes tipo blockbuster a las que nos tenía acostumbrados para tender a una narrativa más serena centrada en la creación de atmósfera y en el acting de los personajes.
Probablemente la historia más redonda que ha dado el sello hasta la fecha.
Los perros del mar
Jaime G. Rueda
Al agua patos y perros.
Para dar carpetazo a esta primera tanda de Hill House Comics, Joe Hill nos devuelve al mar, escenario que ya visitamos en Inmersión. Esta vez apoyado en el arte de Dan McDaid, en Los perros del mar viajamos a finales del siglo XVIII, con la flota británica, dominadora del mar gracias a barcos como el Havoc, a punto de enfrentarse a la inesperada y terrorífica amenaza de la licantropía perruna: espías contratados por sus rivales coloniales, capaces de transformarse en dóberman y cocker americano.
Con toques divertidos de gore y a tope de sangre empapando casacas, la historia navega entre los clásicos de naves con bicho y un whodunit, pues, repleto de variopintos personajes, nos marean un poquito —como no puede ser de otra manera a bordo de un navío— para esconder hasta el último momento quiénes son los licántropos que diezman la tripulación. Lo consiguen, guardan bien la sorpresa.
Es una historia pequeña, cerradita y con su punto de originalidad. Homenaje a los viejos seriales con narrador a modo de maestro de ceremonias, y que en la explicación del origen de las criaturas peludas, enlaza con Un cesto lleno de cabezas, dando pie a conjeturar sobre si se pretende cimentar una especie de Hillverso. A pensar en una «torre más oscura».
Sólo nos queda desearos un feliz Halloween. Disfrutad de la sangre y los fantasmas, de los monstruos humanos y no-humanos; vivos o muertos, cósmicos o terrenales. Disfrutad del terror. Larga vida al género que nos abraza en noches frías.