¡Viajamos al corazón del Santuario! Los héroes del Universo DC se enfrentaron durante meses a sus traumas internos, revividos a través de la realidad virtual, buscando una solución para sus maltrechas mentes. ¡Sin embargo, los traumas ganaron la partida y la Crisis estalló! Uno de los héroes llegó al límite y provocó una catástrofe. El equipo creativo de Mr. Milagro, formado por Tom King y Mitch Gerads, regresa para narrar uno de los episodios más oscuros del Universo DC.
Podría ahorrarme mucho picar texto diciendo simplemente que Héroes en Crisis pretende ser Watchmen, pero Tom King no es Alan Moore. Por otro lado, teniendo en cuenta que si me pagaran por escribir esta reseña lo harían por palabras y no por ideas, me veo en la obligación de desarrollar esta apreciación. Héroes en Crisis, la novela gráfica por entregas (así preparamos el camino para la futura edición en tomo de lujo) de Tom King (La Visión, Mr. Milagro) coge la ya manida premisa del superhéroe roto y falible, e introduce el novedoso pero mal desarrollado concepto de Santuario, el refugio para superhéroes con traumas tanto físicos como psicológicos. El problema es que lo de la deconstrucción del género de superhéroes es tan de los ochenta que tratar de recuperarlo ahora es, cuanto menos, innecesario y pretencioso. Además, se hizo tan bien en su momento, con el mencionado Watchmen de Moore e incluso el Caballero Oscuro de Frank Miller, que cualquier intento de retomarlo ahora se queda en un soso remedo. Y no sé qué me da más pena: si la oportunidad perdida de DC de hacer algo potente con ese concepto, o el batacazo de King tras haber sido encumbrado por sus obras anteriores.
La impresión que nos dejaron los tres primeros números de Héroes en Crisis se potencia con los tres siguientes. Llegados al ecuador de la colección (recordemos que finaliza en el número 9), aún no tenemos nada claro lo que está pasando. King alterna momentos de la investigación del asesinato con flashbacks, retazos de las vidas de algunos superhéroes de segunda división y otras maniobras de distracción que pretenden hacer ver que está contando muchas cosas, cuando en realidad lo que hacen es disimular la carencia de chicha en la historia principal. Un planteamiento, nudo y desenlace que se podrían haber resuelto en 3 buenos números se convierten aquí en un chicle estirado artificialmente, de esos que prometen sabor intenso y duradero, pero que a los dos minutos ya no saben a nada. Algunas cosas sí ocurren: Booster Gold, atado por el lazo de la verdad de Wonder Woman, afirma no ser el responsable de los asesinatos (aunque el trauma podría haberlo borrado de su memoria); Lois Lane publica un artículo sobre las filtraciones de las cámaras de Santuario; Batgirl y Harley Quinn «interrogan» a Skeeter, el robot de Booster Gold, después de que éste se fugue ayudado por su viejo amigo Blue Beetle para esclarecer el misterio; Superman y Wonder Woman hacen una emotiva declación a los medios. Y esto sólo en los números 4 y 5, porque en el 6 no ocurre absolutamente nada. Sólo salen héroes (algunos, como el cavernícola Gnarrk, bastante irrelevantes) hablando de sus traumas, y la trama no avanza en lo más mínimo. Es más, Batman y Flash, que investigan los asesinatos, apenas aparecen en estos tres números.
Gráficamente esto es otra cosa, por supuesto. El dibujante principal de la serie es Clay Mann, que ya nos encandiló con su Ninjak de Valiant y con Elektra: Reinado Oscuro. Mann tiene en esta miniserie un verdadero caramelito como artista, pudiendo dibujar a la plana mayor de los superhéroes DC, en escenas tanto introspectivas como de acción, y además, gracias a la parsimonia narrativa de Tom King, con varias splash pages en las que puede dar rienda suelta a su habilidad como ilustrador. King se trae para el número 6 a su amigo y co-creador de El Sheriff de Babilonia Mitch Gerads (entrevistado hace un par de años aquí), para un número en el que, como ya hemos dicho, no ocurre nada destacable, y que consiste en una serie de páginas sueltas, inconexas, que alternan momentos de reflexión de Gnarrk, Wally West y Harley Quinn con Hiedra Venenosa. Un número 6 que, leído independientemente, no aporta nada y es rápidamente olvidado, pero que si se lee de una sentada junto con el resto de la historia, rompe por completo el ritmo de la narración, haciéndonos olvidar qué ha pasado, en qué punto está la investigación y por qué seguimos comprando esta serie.
En algún momento del futuro nos encontraremos con que ECC Ediciones sacará una edición en tomo de Héroes en Crisis, y tal vez una relectura de la historia completa aporte una visión mejor y diferente de la obra. O tal vez no. Lo que es seguro es que un montaje del dibujante, quitando toda la paja y las partes insustanciales del tebeo, y reduciendo su extensión a unas 72 páginas, sería una lectura mucho más entretenida y dinámica y a lo mejor hasta hace que apetezca seguirle haciéndole caso a Tom King.