Has seguido todas las pistas. Has visto a los testigos. Has escuchado, a escondidas, los confesiones ocultas de los superhéroes más grandes del Universo DC. Ahora, con el asesino al descubierto, es el momento de responder a la gran pregunta: ¿por qué? La tensión se desborda y la Trinidad está en tela de juicio. Su Santuario se ha convertido en algo que nunca habían imaginado. Y la pesadilla todavía no ha terminado.
Bueno, pues ya terminó todo. Con un asesino que estuvo ahí desde el principio y con una motivación que Tom King se saca de la manga. Evitaremos spoilers en esta reseña, no os preocupéis, al igual que hemos hecho con las reseñas de los números 1-3 y 4-6. Pero ya os adelantamos que se trata de un final fallido, con cabos sueltos por doquier y personajes que aparecen y desaparecen de la historia según le da la vena al autor o según le convenga meter un deus ex machina. Es tremendo que un guionista con estos mimbres haya sido capaz de decepcionar a tanta gente, después de todas las alabanzas cosechadas por sus obras anteriores. Pero todo autor tiene su momento de tropiezo, y a King le ha llegado el suyo.
Porque aquí el principal problema de King es su mala gestión del tempo narrativo. La acción transcurre de manera lenta y errática, con saltos inconexos de un personaje a otro, personajes que entran y salen de la narración a voluntad del guionista… Y lo peor: las insufribles escenas del confesionario de Santuario. Escenas que no aportan absolutamente nada a la historia, que rompen el ritmo de la narración y que pecan de pretenciosidad. Héroes en Crisis es una historia de detectives, ni más ni menos. Ha habido un asesinato, hay dos héroes sospechosos y la historia amenaza con salir a los medios. Este tipo de historia requiere una narración ágil, una trama que avance y que los misterios se vayan desvelando a su paso. No un ritmo farragoso a base de introducir demasiados personajes que no aportan absolutamente nada y que entorpecen la trama principal. El desenlace parece ser lo único que tiene algo de enjundia y sentido en toda esta pesadilla narrativa, y aun así el guionista deja personajes importantes fuera del final, al tiempo que vuelven a aparecer otros que no pintan absolutamente nada.
Lo único que salva esta maxiserie de la quema es el dibujo, obra en estos tres últimos números de Clay Mann, Travis Moore y Mitch Gerads, que ya se fueron alternando a los lápices en los seis números anteriores. Al trazo detallista y clásico de Mann se enfrenta el esquemático y brusco de Gerads, obviamente dibujado y coloreado sobre una tableta digital, con aparente prisa. Sin duda, de los tres dibujantes es Mann el que sale mejor parado, pese a hacer lo que puede con el atolondrado guion de Tom King.
Poco más podemos añadir acerca de este Héroes en Crisis, que ha sido publicado en grapa siguiendo el modelo de obras de DC Comics de mayor calado y éxito como Crisis de Identidad y 52, que nos mantuvieron en vilo durante 3 y 12 meses, respectivamente. Pese a las malas críticas que esta obra ha recibido tanto aquí como en EEUU, es de esperar que Héroes en Crisis cuente pronto con una edición en tomo, aprovechando el tirón comercial del guionista, intentando cazar a algún incauto que busque encontrar la misma calidad otras obras suyas como Mr. Milagro o La Visión. Por desgracia, aquí no la va a encontrar.