Seguro que eso de «Hellboy enamorado» ha intrigado a más de uno y es que, aunque en sus inicios anduviera por ahí su affaire con Liz Sherman o, más tarde, Alice Monaghan, el romance nunca ha sido algo que asociemos de inmediato con Hellboy. El folclore, las leyendas, los guantazos o incluso su peculiar visión del terror sí son elementos que podemos esperar y claro que aquí también encontraremos de eso, pero sí, en este cómic tendremos a Hellboy enamorado.
En realidad, Hellboy enamorado consta de dos miniseries más un one-shot con distintas historias que suceden, salvo un capítulo de viaje en el tiempo, en 1979, aunque con meses de diferencia. El nexo común es la presencia de un nuevo personaje, la dra. Anastasia Bransfield, la arqueóloga que será coprotagonista de este tomo, a la par que — como el título sugiere — interés romántico de Hellboy.
Pero por más que el componente sentimental esté ahí, es sólo un ingrediente más. Incluso prevalece sobre éste una especie de tono buddy movie que resulta refrescante y, además, estarán aquí todos los lugares comunes que esperamos encontrar en un tebeo del universo de Hellboy.
Como adelantábamos pues, Hellboy enamorado consta de tres historias, que, aunque mantengan el hilo conductor común de la relación entre Hellboy y la dra. Bransfield, son en su práctica totalidad autónomas. Comenzamos así con La noche del goblin, presentación del personaje de Anastasia, donde perseguirá junto a nuestro demonio rojo favorito a una banda de goblins que les ha robado una maleta, que a su vez contiene las pruebas del antiguo culto de origen — no os lo perdáis — vasco Suaren Artea. Para la siguiente historia, nos transportarán mágicamente en el tiempo y espacio hasta la Bursa en sus tiempos de capital del Imperio otomano. Los títeres del Teatro de sombras y una antigua maldición serán los ejes del relato. Y concluimos el tomo con La clave de todo, que nos lleva a la India y de nuevo al 1979 del que partíamos tras la pista de importantes hallazgos sobre el culto Suaren Artea en una excavación y con deidades locales de por medio.
Más allá de la aventura, las persecuciones, los misterios y los mitos, en Hellboy enamorado, el foco y los esfuerzos están puestos en el personaje de Anastasia. En cuanto aparece por primera vez sabemos que algo va a pasar con nuestro demonio favorito, pero solo porque esto se llama Hellboy enamorado. Por más que el dibujante Matt Smith afirme haberla basado en las versiones de Mike Mignola y Duncan Fegredo para el personaje de Alice Monaghan o en las actrices Jane Birkin y Jenny Agutter, su acercamiento estético es mucho menos exuberante y la presentan con el pelo recogido en una coleta y vestida con gorra de béisbol y ropa holgada. Se trata de que aunque podamos adivinar una belleza serena, pongamos atención en su carácter irónico, impetuoso y audaz. Es por eso que el tono funciona mucho más en torno a las claves de la buddy movie que del romance clásico. Ella es menuda, pero es un vendaval, mientras que el enorme Hellboy que tenemos aquí no tiene problemas en liarse a mamporros con una horda de demonios, pero se atasca torpemente a la hora de hablarle a la chica que le gusta. El juego de contrapuntos, la ironía en los diálogos, las persecuciones y esa acción que percibimos liviana, sin apenas consecuencias y hasta casi jovial nos brindan una aventura ligera, tal vez hasta más ligera y amable que en otras historias de Hellboy.
Y es que la dinámica de la historia sigue estos patrones, pero podríamos decir que Matt Smith es también una versión menos grave y más amable del propio Mike Mignola. Recordemos que este Matt Smith ya es casi un clásico de Hellboy. Pudimos verlo en Los huesos de los gigantes o El regreso de Effie Kolb y otras historias y no tiene nada que ver con el undécimo doctor ni con ninguno de los distintos autores homónimos que pueblan el panorama comiquero y que ya desgranamos en una anterior reseña.
En su tercer volumen de las aventuras de Hellboy, cada vez lo vemos más suelto, centrado y resolutivo, pero aún lejos de la contundencia compositiva de papá Mignola. No obstante, como decíamos, es esto hasta una pequeña ventaja para este tipo de historia y le aporta un cariz más ágil y desenfadado — perfecto para lo que nos proponen — sin perder, no obstante, las evidentes semejanzas de su estilo con el del padre de la franquicia.
También perdemos en la alineación a otro de los originales, Dave Stewart, ya que al color tenemos al irlandés Chris O’Halloran, que sigue los patrones básicos de Stewart, pero tiende a paletas más oscuras y desaturadas. No deja de ser curioso, ya que esto parece remar contracorriente con respecto a lo que proponen guion y dibujo, pero curiosamente funciona y nos mantiene sumergidos en la atmósfera tradicional de Hellboy.
La verdad es que desde julio del pasado año, no se ha vuelto a anunciar en USA ninguna nueva miniserie de Hellboy in Love, pero este volumen podría no ser sino el principio de otra rama más de las historias del pasado del demonio rojo. La dinámica de la pareja protagonista funciona como un tiro, desbordantes ambos de carisma y dinamismo. Hellboy enamorado se lee en un suspiro, nos deja ganas de más y construye un nuevo escenario en el mignolaverso del que hay aún mucho oro que sacar.