Empezamos Head Lopper en España casi con dos años de retraso y con Head Lopper 4. El cortacabezas y la escalera de Mulgrid ya hemos pillado a la edición yanki. Esto es, en parte, porque Norma se ha puesto las pilas y, en parte, porque Andrew MacLean se toma las cosas con calma. El número 16, con el que termina este tomo, salió en los USA en julio de 2021 y desde entonces no hay siquiera anunciado ninguno nuevo.
Sin embargo, la serie está lejos de haber terminado o al menos es la sensación que permea al leer Head Lopper 4. El cortacabezas y la escalera de Mulgrid. Todo lo contrario, tenemos ya una voluntad patente de Andrew MacLean por construir. Lo que ya se atisbaba en el tomo anterior se confirma con este. Veamos, tenemos nuevos detalles sobre el pasado de Norgal, ya tenemos un grupo de D&D establecido con Norgal, Brishka, Agatha y Goat, descubrimos nueva información sobre la identidad de quienes persiguen a Norgal y la bruja y, por si fuera poco, se fija un rumbo evidente a futuro… ¡Si hasta empieza con un mapa! Si una historia empieza con un mapa el propósito de creación de mundo a largo plazo no puede ser más evidente.
Por lo demás, más allá de la historia a largo plazo, Head Lopper 4. El cortacabezas y la escalera de Mulgrid, como cada tomo, nos da su propia aventura autónoma, una aventura que tiene un poco de todo: intrigas políticas, dungeons, monstruos, mitos y revelaciones. Y en una historia tan críptica y parca en detalles como la que hasta ahora nos ofrecía Head Lopper, una revelación también debería sinónimo de una propuesta de futuro.
Head Lopper es una obra que habla de algún modo del crecimiento de Andrew MacLean como creador y cuando en los primeros tomos todo era nuevo, también se percibía una energía mucho mayor en innovar narrativamente, en dejar su huella autoral bien clara, en arriesgar entrando incluso en lo experimental. El MacLean de Head Lopper 4. El cortacabezas y la escalera de Mulgrid ya ha dejado clara su impronta y ha demostrado de lo que es capaz y es el turno ahora de depurarse. Obviamente mantiene su característico estilo, que según como miremos nos recuerda a Mignola, Miyazaki o Jim Henson, pero sus formas cada vez son más estilizadas, sus composiciones más sutiles y, sin perder frescura, pero todo parece más meditado y ordenado.
En una de las reseñas anteriores emparentábamos en cierto modo el estilo de McLean con el de otros compañeros de generación como Daniel Warren Johnson o James Harren. Por eso, resulta aún mucho más curioso el experimento con el que termina Head Lopper 4. El cortacabezas y la escalera de Mulgrid. Tenemos un breve crossover con Rumble donde cada uno dibuja un capítulo y, advirtiéndose las enormes diferencias entre ambos, también se nos deja ver meridianamente claras las semejanzas.
Head Lopper 4. El cortacabezas y la escalera de Mulgrid continúa exudando la misma energía que cuando Andrew MacLean pareció salir de la nada para dejarnos a todos boquiabiertos. La diferencia es que ahora hay todo un universo que hacer crecer. Esperemos tener nuevas noticias lo antes posible.
