El éxito de la línea Grandes Autores de Wonder Woman ha sido innegable. A lo largo de los últimos quince meses, hemos visto un tomo de William Messner-Loebs, tres de John Byrne, tres de Phil Jiménez, tres (de momento, y cuatro si contamos La Guerra de los Dioses) de George Pérez, uno de Joe Michael Straczynski, y con Sacrificio cerramos los tres dedicados a la primera etapa de Greg Rucka. En total, de momento van nada menos que catorce tomos, con alguno más en el horizonte. Está anunciado para abril Extraños en el paraíso, el cuarto de George Pérez, quedando sólo trece números pendientes para un hipotético y nada descartable quinto tomo que empalmaría con la mencionada Guerra de los Dioses y concluiría, por primera vez, la etapa completa de este autor en castellano. Con estas cifras, la conclusión es evidente: sea por el motivo que sea (Patty Jenkins y Gal Gadot tienen mucha culpa), el público ha hecho caso por fin a un personaje que nunca había terminado de funcionar del todo.
Crisis Infinita
Los eventos de este tomo están marcados por el gran evento de la temporada, la Crisis Infinita de 2005-2006 y, sobre todo, una de las miniseries que prepararcon el camino hacia ella, Proyecto OMAC. Aunque la editorial impusiera la interrelación de la práctica totalidad de sus publicaciones de entonces con el evento, la relación de Wonder Woman con los sucesos del mismo es razonablemente orgánica, debido principalmente a que el escritor del mencionado Proyecto OMAC es también Greg Rucka.
En esta miniserie se nos reintroduce al Hermano Ojo y a los OMAC en el Universo DC. Pero, a diferencia de la creación original de Jack Kirby, en esta nueva versión el Hermano Ojo es un satélite creado por Batman para tener vigilados a los miembros de la Liga de la Justicia, con el estado de desconfianza y paranoia que caracterizaba al personaje desde los tiempos de Torre de Babel de Mark Waid. El problema se plantea cuando Maxwell Lord, que se acababa de descubrir como un villano en las sombras tras el asesinato de Ted Kord, se hace con el control del satélite que controla los OMAC (aquí, Constructos para la Observación de la Actividad Metahumana), con el objetivo de espiar y atacar a los superhéroes para que la Humanidad controle el mundo.
Sacrificio
Este tercer y último acto de Greg Rucka al frente de la serie toca una nueva faceta del personaje. En el primero vimos a Wonder Woman ejerciendo de política, como un icono, un símbolo para muchos lectores. En el segundo, explora sus relaciones con las deidades griegas, centrándose las tramas en la dimensión mitológica. Y para cerrar los tres años del escritor, se toca el aspecto que faltaba de Diana: el superheroico. Se ha explorado durante los dos años anteriores qué es Wonder Woman, cuáles son sus implicaciones y sus orígenes, y ahora toca darle una oportunidad a lo que todo el mundo, lectores habituales y personas ajenas al mundo del cómic, conoce: uno de los principales personajes superheroicos de la historia del género. Siempre se ha señalado a Rucka como un escritor de personajes femeninos fuertes y bien definidos (Renee Montoya, Kate Kane, Eve Carlyle, Sasha Bordeaux, Tara Chace…), y Diana es otro claro ejemplo.
Sacrificio, el arco argumental que da título al tomo, es un crossover entre las series de Superman cuya conclusión se ve en un número de Wonder Woman, motivo por el cual se incluye la historia entera en este tomo. A estas alturas, y desde el especial Cuenta atrás a Crisis Infinita, Maxwell Lord ya ha mostrado sus colores. Es un supervillano y está utilizando los poderes de control mental que le dio la bomba genética durante el evento Invasión para mover las piezas de su gran partida de ajedrez a su antojo. Y su jugada principal consiste en hacer que Superman vea cosas que no están ahí y que pierda los papeles, convirtiéndose en una fuerza de destrucción incontrolable.
¿Cómo se soluciona el tema? Cuando la Liga averigua que Lord está detrás del tema, Stewart propone que Zatanna lo arregle con un hechizo. Flash, Hawkman y Canario responden a coro «ni hablar», dejando claro que los sucesos de Crisis de identidad aún escuecen. Diana, en cambio, descubre que no hay solución posible, con lo que toma la polémica decisión que hizo correr ríos de tinta en su día, más de diez años atrás y que no comentaremos por respeto a los que aún no saben (o no recuerdan) cómo la Amazona pone fin a esta amenaza, pero sí hay que decir que la desconexión que hay entre la Trinidad en esta época es consecuencia directa de estos sucesos.
Y tras Sacrificio llega el momento de recoger los muebles, cerrar la puerta y echar la llave. Las tres facetas de Diana, la superheroína, la embajadora, la princesa mitológica, tienen que asumir las responsabilidades por las decisiones tomadas a lo largo de los meses anteriores, y es imposible salir airosa con todo lo que ha ocurrido.
Y a partir de aquí…
Con los números incluidos en este tomo llegamos al final de la serie que inauguró George Pérez casi veinte años antes. Tras los sucesos de Crisis Infinita, todas las series de la editorial dieron un salto de un año, llevando el logo de «1 año después» en portada, un año en el que la Trinidad estuvo desaparecida. Los eventos que ocurrieron durante ese año fueron contados en tiempo real en la serie semanal 52 (aquí, el podcast que le dedicamos a esta serie), una de las mejores historias que ha dado el cómic superheroico en lo que va de siglo.
En el caso de Wonder Woman, el Año después supuso renumeración de la serie, cambio de equipo creativo y de personaje bajo el traje. El tercer volumen de la Mujer Maravilla arrancó con Allan Heinberg y Terry Dodson al mando, y con Donna Troy como nueva Wonder Woman.
En resumen…
Sacrificio cierra la que posiblemente sea la última gran etapa de Wonder Woman hasta la llegada de Brian Azzarello cinco años después. Quizás el punto más débil de la era Rucka sea la falta de un dibujante a la altura, cosa que Azzarello sí tuvo, con un Cliff Chiang en estado de gracia. Pero la complejidad del personaje que plantea Rucka raras veces ha sido igualada. Más aún, teniendo en cuenta que, aún siendo miembro de la Trinidad, es la única de ellos cuya vida es pública en todo momento durante esta etapa. Aunque quien sienta las bases del personaje en la continuidad post-Crisis es George Pérez, y quien hace su etapa más aventurera es John Byrne, podríamos decir que el autor que mejor ha comprendido psicológicamente al personaje es Greg Rucka, y aquí concluye una etapa que debe estar en las estanterías de todo fan de Diana que se precie.