Batman se enfrenta a dos enemigos que buscan golpearlo allí donde es más vulnerable: su inconsciente. El doctor Hugo Strange elabora un astuto plan para librarse del Hombre Murciélago poniendo en su contra a la policía de Gotham. Y el Espantapájaros pone al Caballero Oscuro frente al espejo de sus miedos más profundos. Ante estos retos, Batman solo cuenta con la ayuda de Catwoman. Pero… ¿es amiga o enemiga? En 1990, el equipo formado por el guionista Doug Moench (Batman: Vampiro) y el dibujante Paul Gulacy (Master of Kung Fu) unió de nuevo sus fuerzas en la serie limitada Presa, publicada en las páginas de Legends of the Dark Knight. En 2001 pusieron punto final a aquella primera historia con la serie limitada Terror.
La serie Legends of the Dark Knight nació con la idea de servir de vehículo para que diferentes equipos creativos contaran historias de los primeros años de Batman, puesto que surgió justo a continuación del legendario Batman: Año Uno de Frank Miller. Dos de los primeros autores en dar su versión del Caballero Oscuro fueron Doug Moench (co-creador del Caballero Luna) y Paul Gulacy (dibujante de una de las etapas más recordabas de Shang-Chi). En esta historia, Moench recupera a uno de los primeros villanos recurrentes de Batman, el Doctor Hugo Strange (creado por Bob Kane y Bill Finger en 1940, 23 años antes de que Stan Lee y Steve Ditko se sacaran de la manga otro Doctor Strange). Aquí, este psicoanalista con aires de grandeza se empeña en descifrar la personalidad mas compleja de todas: la de Batman. Para ello entrará a formar parte de una brigada especial contra justicieros de la Policía de Gotham, de la que el Comisario Gordon está al mando, y reclutar a un policía honrado pero algo incompetente como marioneta para hacer salir al Hombre Murciélago. Por si esto fuera poco, secuestrar a la hija del alcalde nunca está de más.
Doug Moench idea una trama que oscila entre la acción y el thriller psicológico, con un Batman que todavía está empezando a actuar sin un Robin que le acompañe, y un cuerpo de policía gothamita con órdenes de disparar a matar contra él. El Comisario Gordon es por el momento su único aliado, y aún en ocasiones Batman se siente sobrepasado por algunas situaciones. No ha terminado de asimilar la muerte de sus padres, se siente culpable por lo que les pasó y le siguen afectando los ataques mentales a los que le somete el Doctor Hugo Strange. Batman es la presa a la que se refiere el título de esta obra de 1990, presa del doctor Strange y de su obsesión por desenmascararle. Esa no es la única obsesión de Strange: al considerarse un intelecto superior encerrado en un cuerpo físico poco agraciado, es despreciado por las mujeres y recurre a un maniquí para sublimar sus bajos instintos. El rechazo a su acercamiento sentimental por parte de la hija del alcalde termina por desatar su furia y decide secuestrarla, más como una forma de incriminar a Batman y estrechar el círculo alrededor de él, que como despecho por el rechazo.
Paul Gulacy es un dibujante que nunca me terminó de gustar, debido a lo que me parecí aun estilo muy hierático en las historietas de Shang-Chi que leí de niño, aunque debo reconocer que aquí hace un trabajo soberbio. Le tenía muy perdida la pista, y era el típico dibujante cuyo trabajo rehuía, por el mal recuerdo que tenía de esas primigenias lecturas. Sin embargo aquí está en su apogeo, gracias también al entintado del siempre prodigioso Terry Austin, jugando con las sombras y los encuadres, y regalándonos unas escenas de lucha extraídas directamente de movimientos reales de artes marciales, sin duda fruto de sus años de experiencia dibujando los combates de Shang-Chi. Aquí Paul Gulacy nos da una lección de narrativa, nos muestra un Batman oscuro y atormentado, reflejo y a la vez causa de las sombras y la locura que le rodean, ayudado por las tintas de Austin y el color de Steve Oliff, uno de los grandes coloristas de los noventa.
Diez años después, Doug Moench y Paul Gulacy se volvieron a unir bajo la misma cabecera de Legends of the Dark Knight para contarnos el retorno de Hugo Strange a la vida de Batman. Aunque se le dio por muerto en la saga Presa, Strange vuelve al Asilo Arkham disfrazado para liberar al Espantapájaros y combinar su gas del miedo con sus técnicas psicológicas. Juntos forman un equipo infalible para explorar la psique y los miedos del caballero oscuro. Pero Batman no está solo, cuenta con la ayuda de Catwoman, más por interés propio que por altruismo. Este Batman, sin embargo, es más experimentado, no es el héroe recién salido de Año Uno, sino que cuenta con más conocimientos y recursos, incluso con la ayuda de la policía de Gotham. Prueba de eso es que la batseñal ahora no es un trapo con forma de murciélago puesto sobre el foco, sino que está pintado sobre él. En esta miniserie Terror, Batman y Catwoman se enfrentan al Doctor Strange y al Espantapájaros con el terror y la psicosis como trasfondo.
Aunque el trabajo de Moench está a la altura del que hizo diez años antes en la saga Presa (no en vano fue el creador del Caballero Luna y está especializado en personajes nocturnos con psiques «complicadas»), a Paul Gulacy le pesan los años, y eso se nota en su trazo. Un dibujo menos elaborado que en la saga anterior, con un entintado de Jimmy Palmiotti que tampoco ayuda mucho, y donde Gulacy baja el nivel hasta volverse irreconocible. No es sólo que no demuestre los rasgos de genialidad que tuvo a principios de los noventa, sino que se convierte en una sombra de lo que fue, con unos dibujos anodinos, rostros poco esmerados y un resultado global que recuerda a los dibujantes de segunda que se contrataban en los noventa para cubrir la demanda de series por publicar.
ECC recopila en el tomo Presa y Terror ambas miniseries, en un tomo de 256 páginas en tapa dura por un ajustado precio de 25 EUR. Un tomo en el que la segunda miniserie acusa un bajón de calidad con respecto a la primera, pero en que ambas se complementan, cerrando un círculo protagonizado por el Hugo Strange post-crisis. Un villano que no ansía riquezas ni poder, sino tan sólo descifrar el enigma psicológico que envuelve a Batman, lo que tal vez le convierte en uno de los más peligrosos, si es que el guionista acierta a dar con la tecla.